Un buen artículo se define por la oportunidad del tema, la escritura científica, el nivel de sus referencias en la redacción del estado de la cuestión y la novedad y significatividad de los resultados. Numerosas entradas de este blog han hecho hincapié en cada uno de estos aspectos. Y podría decirse que todos ellos tienen como eje medular la lectura. De ahí que la tarea más importante de un buen investigador sea saber qué leer y dónde. Los libros, trabajos publicados en revistas del ámbito, reseñas, textos divulgativos, … Las bases de datos de referencia internacional (Web of Science, Scopus, PubMed…) y una buena selección de palabras clave o tópicos proporcionan la materia para el inicio del estudio. Sin embargo, hay otros modos de acceder al conocimiento.
Hoy día con el desarrollo tecnológico acceder a contenidos abre un amplio abanico de opciones. Quizás no todas de primer nivel, pero sí probablemente muchas de ellas necesarias para trazar el mapa de ideas que perfilan lo que quiere exponerse o para abrir el camino a indagaciones de mayor calado. Un hilo de Twiter, un post en Facebook, o una entrada de un blog son, cada vez más, medios en los que se difunden textos, discusiones, posiciones y planteamientos que se rebaten o refutan de manera mucho más dinámica e inmediata. Es una forma de divulgar y compartir el conocimiento, de aprendizaje colaborativo, de cultura participativa, de ciencia abierta. En este sentido, Wikipedia, la enciclopedia libre, es un ejemplo de colaboración masiva para ser el receptáculo del conocimiento universal.
Obviamente, un buen investigador es consciente de que no todo lo que se lee es útil o necesario. Las fuentes deben ser fiables, han de ser contrastas y citadas convenientemente. De ahí que, a las lecturas hechas en revistas científicas, libros y otras publicaciones indexadas, se les de mayor prestigio y se las considere de mayor solvencia que a estos otros modos de acceso al saber. Wikipedia, Facebook o Twiter, entre otros, se conforman como fuentes que suelen ser rabiosamente actuales, abiertas, y libres. No obstante, también son muy parciales, o muy generalistas. Pero no deben desdeñarse, lógicamente, utilizándolas con el rigor y el sistema debido. Esto es, nunca una sola fuente, ni una fuente secundaria o sin contraste pueden ser la principal referencia de un trabajo científico. Una lectura rica y diversa, con todas las posibles lecturas del tema en cuestión, proporciona las mimbres adecuadas para tejer el entramado de una aportación y contribución significativa al conocimiento.
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