Cuando elaboramos un texto científico es esencial contar con un título impactante y sugerente. Esto quiere decir que nuestro título ha de ser atractivo, directo y original.
Debemos ser creativos y pensar sobre todo en quién va a leerlo y no sólo en qué queremos contar. Vamos a comunicar y por lo tanto, hemos de ponernos en el lugar del receptor. Pensar en futuros lectores que entre la enorme cantidad de artículos que pueden encontrar en la red, el nuestro va a ser el que les despierte la curiosidad y se decidan a leerlo. Además hay que contar con llamar la atención del editor, al que le llegan numerosos trabajos tan interesantes como el nuestro y no podemos perder la oportunidad de despertar su curiosidad.
Los expertos insisten en que los títulos han de tener una longitud determinada. El facilitar más información de la necesaria no garantiza que nuestro artículo sea el más interesante.
Es muy importante elegir las palabras clave que representen al área de conocimiento con el que queremos que nos identifiquen. El estilo científico debe cuidarse en todos los detalles, demostrando rigurosidad y dominio de la temática.
Así mismo, avanzar con el título nuestra aportación novedosa al ámbito de estudio que nos diferencia de lo que puedan encontrar en otro trabajo es fundamental.
Algunos ejemplos de buenos títulos serían estos:
- Comunicar en 140 caracteres. Cómo usan Twitter los comunicadores en España
- La imagen transformadora. El poder de cambio social de una fotografía: la muerte de Aylan
- Modelos de integración didáctica de las TIC en el aula
Para asegurar que nuestro título es el adecuado podemos tener en cuenta algunos consejos:
- No usar negaciones
- No usar interrogantes
- No exponer el tipo de análisis estadístico
- No incluir términos poco conocidos por la comunidad científica
Antes de enviar tu artículo a la revista seleccionada, párate a pensar si el título responde a estas características. El título lo dice todo o puede no decir nada.
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