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La antítesis de las revistas de calidad son las revistas fraudulentas. En los últimos años, como una consecuencia negativa de la aparición de revistas digitales, y más específicamente de los modelos Open Access en los que el autor asume los costes de edición (vía dorada) han proliferado un numeroso grupo de revistas de discutible calidad que con la técnica del camuflaje atraen a los autores, normalmente mediante propuestas personalizadas (vía email), con el principal objetivo de lucrarse por publicar sus trabajos. Este fenómeno ha sido estudiado ampliamente por Jeffrey Beall, el cual pone a nuestra disposición un listado de cientos de editoriales de revistas fraudulentas así como de revistas predadoras sin editorial. Otra herramienta donde se pueden identificar miles de herramientas fradulentas es la Clasificación CIRC.

El principal problema de las revistas fraudulentas es que un gran porcentaje de éstas concentran sus esfuerzos en la atracción del incauto investigador, desatendiendo procesos básicos como es la evaluación de los trabajos, por lo que los trabajos publicados en ellas carecen de la validación de la comunidad científica, una de las principales misiones de la revista. Además se suma el mérito de que los trabajos no compiten por publicar, es decir, todo lo que llega a estas revistas se publica.

Estas revistas son difícilmente detectables a simple vista porque utilizan la estrategia del camuflaje, poseen títulos muy similares a los de las revistas internacionales del área, todas poseen un staff de científicos rico en cuanto a número, aunque su contribución con la revista sea meramente decorativa. Igualmente estas revistas se anuncian como indexadas en un gran número de bases de datos científicas, aunque en su mayoría, son falsas o suelen ser bases de datos que no realizan procesos selectivos. Este hecho hizo que DOAJ tuviese que redefinir sus políticas de inclusión, lo que conllevó la expulsión de miles de revistas.

No obstante hay otros datos que nos deben llevar a sospechar, como es su juventud, puesto que surgen con el abaratamiento de costes que supuso la aparición de revistas 100% digitales. Sus títulos suelen ser genéricos, a imitación de las revistas de mayor prestigio del área. En muchos casos se encuentran editadas por países de la “periferia” científica (Egipto, Nigeria…). Suplen sus carencias como son la indexación de bases de datos o la falta de indicadores de impacto mediante el cálculo de indicadores propios. Además, tienen una política proactiva para captar al investigador incauto a través del envío personalizado de correos. Definitivamente el principal aspecto que debe alertar al autor es que la revista ha elegido la vía dorada, cobra a sus autores por publicar ergo, a mayor número de trabajos mayor recaudación.

El investigador debe obrar muy cautelosamente a la hora de elegir revista, publicar en una revista fraudulenta es un desprestigio que pone de manifiesto que:

  • El investigador desconoce el ámbito donde se mueve.
  • El esfuerzo no va con él, pues opta por la puerta de atrás de la publicación.
  • Es un mal gestor de fondos públicos, pues suele pagar el coste de los artículos con dinero asignado a proyectos, con lo que realiza una malversación pública.

Lo peor es que al hacerse públicos los trabajos, rápidamente se divulga el nombre de los incautos y pueden ser fácilmente el hazmerreir de sus departamentos, áreas, etc.

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