El sello de un buen investigador es la atención que presta al detalle en todos los elementos de su investigación. Esta consideración por igual a todos los apartados de un manuscrito cultiva buenos hábitos que redundarán en unos resultados óptimos. La preparación de una bibliografía adecuada, extensa y actualizada centra la atención en todo el procedimiento de investigación, es más, ayuda al pensamiento científico y al análisis y contribuye a mejorar los resultados de investigación.
Según la American Psychological Association en su 7ª Edición de Normas APA (2020):
Las referencias suponen la garantía para alcanzar la excelencia académica y el único garante para asegurar el impacto del trabajo publicado.
Las referencias son las alusiones a las obras de uno o varios autores sobre temas relacionados con la investigación presentada que se recogen de modo ordenado al final del manuscrito y cuyo formato de presentación puede variar según la normativa a la que se acoja la publicación. No obstante, podemos encontrar diferentes estilos para las referencias en función de la disciplina: Ciencias: ACS (química), AIP (física), AMS (matemáticas), Harvard (biología y ambientales); Derecho: APA, UNE-IsSO 690; Economía: Harvard; Educación: APA; Humanidades: Chicago (historia, arte, música), MLA (filologías); Medicina: Vancouver; Politécnica: IEEE; Psicología: APA
Calidad. En este sentido las referencias utilizadas en un artículo darán cuenta de la calidad del manuscrito. Detallar fuentes primarias y publicadas en revistas de impacto (WOS y SCOPUS), indicativas del grado de conocimiento del autor en la temática estudiada, evitarán sensación de desconocimiento. Por tanto, las referencias incluidas en un artículo científico son su carta de presentación, la ciencia en la que se refrenda para procurar avance científico.
Legitimidad académica. Un editor o lector puede interpretar la falta de referencias como un signo de pereza intelectual, pensamiento endogámico o carencia de conocimiento. Cuando se incluyen referencias y se citan las fuentes correctamente, no queda ninguna duda a este respecto. Una excelente bibliografía muestra un conocimiento científico maduro, prolijo y esperado en un manuscrito científico y de un autor legitimado en un área.
Actualidad. Este indicador se relaciona con el interés que despierta el tema tratado en los últimos años (normalmente se valoran las referencias de los últimos cinco años). La variedad, en este sentido es altamente recomendable, además, debe evitarse a toda costa la preponderancia de las referencias de un autor o autores que sugieren la autopromoción, el autoplagio o la citación selectiva de trabajos cuyas conclusiones estén de acuerdo con las del autor.
Exigencia. La objetividad académica del resultado depende, sin duda, del grado de exigencia y del rigor. Dos rasgos fundamentales impulsan este aspecto: la consistencia de las referencias que se demuestra si son fuentes primarias, y, la pertinencia, es decir, la idoneidad de cada referencia con el tema tratado. La exigencia con la que se construya la bibliografía revelará un autor ampliamente leído y, por tanto, legitimado en al campo de estudio.
Impacto. Las referencias dan al autor el eco y, por tanto, conocimiento de su publicación a todos aquellos autores que ha citado, lo que redunda en su alcance como investigador que también aporta al ámbito de estudio. Las herramientas de métricas alternativas así como redes académicas son, sin duda, las mejores aliadas para extender el impacto que la publicación de un nuevo manuscrito proporciona al autor (Google Académico, ResearchGate, AcademiaEdu).
Comments are closed