Afrontar el reto de publicar un artículo científico implica el conocimiento de los aspectos relativos a su presentación formal, pues ser autor conlleva también el dominio de las técnicas que ayudan a su lectura y comprensión. Como afirman Griffies, Perrie & Hull (Elements of Style for Writing Scientific Journal Articles), no todos los investigadores tienen formación en el estilo de escritura adecuado para artículos científicos, incluso pese a su relevancia académica dentro de cada ámbito de estudio. Por tanto, conocer los elementos de estilo en la escritura de un artículo académico es esencial, pues por brillante que resulte el investigador, no conectar adecuadamente con la comunidad académica a través de sus publicaciones puede ir en detrimento de su impacto y visibilidad.

Pese a que cada revista tiene una normativa específica –que conviene leer atentamente antes de enviar el manuscrito (Normas, normas, normas)–, no existe un estilo de escritura de la revista seleccionada explícito, pero sí hay un estilo de escritura esperado, implícito y tácito cuando se envía un artículo científico-académico.

Se-vive-únicamente-de-la-escritura

El estilo de escritura académico es un estilo peculiar que, aunque debe regirse por una máxima de claridad (Escribir para ser leído, 6 tips imprescindibles), impone tener presentes cinco recomendaciones:

  1. El lenguaje es fundamental: en tanto que vehículo de comunicación, debe ser cuidado de modo escrupuloso; nunca puede ser pobre en calidad semántica y sintáctica, y siempre debe ser correcto gramaticalmente hablando. Recordemos que las revistas no corrigen el lenguaje, que es absoluta responsabilidad de los autores.
  2. La aplicación de las normas básicas de la escritura científica: el lenguaje utilizado debe de ser adecuado—conciso—claro—objetivo, sin lugar a discordancias en los tiempos verbales, errores en la gramática, oraciones mal construidas o párrafos inconexos.
  3. Deben evitarse los errores comunes: como las vaguedades lingüísticas que den lugar a la confusión, la excesiva yuxtaposición, las expresiones que marquen cronológicamente nuestros resultados, los adjetivos que califiquen innecesariamente lo que exponemos o los verbos que expresen nuestras creencias, sentimientos o percepciones.
  4. Tener siempre presente al potencial lector: se trata de esforzar la redacción al máximo teniendo en cuenta los aspectos anteriores, pero asumiendo que quien se acerca al manuscrito quiere entender todo lo que se aporta. En este sentido, dos momentos marcan la lectura de un artículo: 1) Principio de la lectura: cuando el lector necesita una idea inicial de lo que va a leer: aquí es esencial el resumen y la introducción al trabajo. 2) Final de la lectura, cuando el lector trata de hacerse una idea de lo que acaba de leer, qué aporta, por qué es significativo y qué líneas abre.
  5. Refuerzo del texto con referencias y figuras apropiadas, extensivas de lo expuesto, atractivas, inteligentes, próximas a lo argumentado, enriquecedoras y clarificadoras. De lo contrario, fatigan al lector, lo despistan de su lectura y descentran la motivación, provocando confusión y abandono del esfuerzo comprensivo.

Por tanto, pese a que el estilo de escritura no es algo manifiesto, estipulado y consensuado, sí supone un aspecto fundamental esperado, implícito y tácito que ningún autor debe dejar de cuidar en pro de su buen nombre como académico.

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