La endogamia, «actitud social de rechazo a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución» (DRAE, 2016), es, junto con el plagio, uno de los grandes males que amenaza a la ciencia, en tanto se prima al investigador y sus relaciones sociales en detrimento de la propia investigación.
Existen varios tipos de acciones que se pueden considerar endogámicas y que no revisten el mismo descrédito para la publicación, aunque todas igualmente reprobables y con cierto perjuicio para el avance de la ciencia. Entre las primeras estaría anteponer trabajos de los propios editores o de investigadores de su círculo, de la propia universidad, a otros artículos que pudieran tener mayor valor científico, pero que carecen de esa relación directa con la revista. Con lo que se privilegia a la persona frente al contenido.
Otro indicador de la endogamia es la autocita, que la revista cite sus propios artículos o, para resultar más sutil, establecer convenios con otras revistas o que las revistas del mismo grupo editorial se citen entre ellas, de este modo, al tener más citas, subirá su índice de impacto. En todo caso, la finalidad que se busca no es ni la originalidad, ni la novedad, ni el impacto de la investigación.
No obstante, esta actitud, que abundaba hace unos años, cada vez es más fácilmente detectada por los evaluadores, que cuentan con mecanismos para averiguar el grado de endogamia de una publicación y actuar en consecuencia. De este modo, el exceso de autocitas o intercambio de citas pueden ser motivo de retirada de una revista del JCR. Igualmente, la mayoría de las revistas de calidad cuentan con un código ético en el que reflejan los compromisos también en relación a la endogamia y así se recoge, por ejemplo en Comunicar, que «los editores evalúan los artículos enviados para su publicación solo sobre la base del mérito científico de los contenidos» utilizándose para evitar sesgos una evaluación por pares ciegos en la que los revisores desconocen los datos de autoría de los artículos.
Sin embargo, esta actitud social de beneficiar a lo propio frente a lo ajeno es un mal endémico que afecta a todos los ámbitos de la sociedad y que por estar en el imaginario colectivo resulta muy difícil de erradicar. Por eso, la ciencia, como adalid de los cambios, debe abrir el camino, como ha comenzado a hacer, en base a la objetividad, la honestidad y el compromiso con la investigación.
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