En el siglo XXI la publicación del trabajo científico y académico debe ir acompañada de una estrategia de difusión pensada y pautada, que pasa por la dinamización de la investigación en redes sociales. Esta nueva necesidad surge asociada al concepto de convergencia mediática definida por Henry Jenkins como el flujo de contenidos a través de múltiples plataformas mediáticas, transformada posteriormente en convergencia digital: acceso al conocimiento y a la información en tiempo real desde cualquier lugar y a través de múltiples dispositivos conectados a la Web 2.0.
Este contexto afecta a los investigadores en tanto que les brinda la posibilidad de difundir su investigación a cualquier rincón del planeta en cuestión de minutos, ofreciendo una difusión e impacto de gran alcance con un esfuerzo relativo. Maximizar el alcance de su trabajo y prodigar su nombre como investigador resultará tan sencillo como utilizar de modo adecuado las redes académicas y sociales.
El aprovechamiento de estas redes como estrategia de difusión de la investigación ofrece al investigador tres elementos fundamentales en su desarrollo profesional:
- Visibilidad, en tanto que la capacidad de alcance de los mensajes compartidos en las redes resulta exponencial.
- Impacto, el número de académicos e investigadores que pueden acceder a un trabajo científico determinará el número de citas que acumula, a mayor impacto mayor número de citas.
- Identidad digital, la proyección social del investigador configurada por su visibilidad e impacto construirán una sólida identidad digital.
En este sentido, las redes académicas y sociales permiten al investigador trabajar colaborativamente, compartir, difundir y conectar su trabajo con un número de investigadores que de otro modo sería imposible:
- Research Gate, 6 millones de usuarios y 70 millones de documentos.
- Academia Edu, 18 millones de usuarios, 5 millones de publicaciones.
- Mendeley, 3 millones de usuarios y 100 millones de referencias.
- Facebook, 1.860 millones de usuarios.
- Twitter, 313 millones de usuarios activos.
- Linkedin, 500 millones de usuarios en todo el mundo.
- Google Plus, 540 millones de usuarios.
Teniendo en cuenta estas cifras, ¿cómo dinamizar la investigación en redes para conseguir la máxima difusión?
- El primer paso es subir el archivo del trabajo (si la revista lo permite en su política de accesibilidad) a diferentes redes académicas: ResearchGate, AcademiaEdu y Mendeley, o en su defecto un resumen o abstract que contenga link a la publicación.
- El segundo paso implica pautar una publicación diaria (o cada dos días durante una semana) con un texto distinto para cada red (Facebook, Twitter, Mendeley y GooglePlus) y enlazar cada día el artículo desde una red distinta (ResearchGate, AcademisEdu y Meneley), de esta manera se aumentará el flujo de usuarios que visiten el perfil del investigador en las distintas redes. esto aumentará la visibilidad tanto del investigador como de su investigación.
- La tercera clave es utilizar los códigos comunicativos idóneos a las redes para maximizar sus posibilidades: utilizando hashtags o etiquetas, menciones a personas a quienes interesa llegar directamente, links a los perfiles o revistas de publicación, así como el lenguaje específico que llegue al público al que nos dirigimos.
- El refuerzo audiovisual supone la cuarta acción necesaria para difundir en redes, buscar una foto que recoja visualmente el contenido de la investigación será estratégico para captar la atención de los usuarios.
Sin duda el alcance que ofrecen las redes sociales y académicas es indiscutible y el impacto en la difusión de la ciencia comienza a ser un hecho, así lo constata la VII Encuesta de percepción social de la ciencia, realizada por FECYT, Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en 2016.
El crecimiento que las redes experimentan en la difusión de la ciencia es la clave de la visibilización de la investigación en nuestra era y cada investigador debe abanderar su propia estrategia para dinamizar su trabajo en redes.
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