El valor del conocimiento –su generación, su acceso e incluso su formato– ha cambiado propiciado por Internet, la conectividad y la proliferación de dispositivos. Esta transformación está afectando a la producción científica de los investigadores que deben migrar como autores a otros modelos adaptados a una sociedad que demanda nuevos criterios de visibilidad científica. Brevedad, estandarización y capacidad de síntesis son características de las producciones científicas en formato de artículo que busquen visibilidad.
En este nuevo post de “Escuela de Autores” de Comunicar queremos aportar cuatro claves necesarias para un buen estado de la cuestión, esa fundamentación teórica que dará a nuestro artículo la prestancia que merece, el contexto que le da sentido y la motivación intrínseca que llevará al lector hasta el final del texto:
- 1. Capacidad argumental. Se trata de un requisito tan antiguo como la retórica aristotélica e igual de necesario que la elocuencia para los sofistas. Saber hilar un discurso bien argumentado que dé paso a nuestra investigación o aportación será la primera clave del éxito en un buen estado de la cuestión. De qué estamos hablando, qué sentido tiene para el que lee, qué significatividad aporta al contexto que le rodea, qué motivos existen en el ámbito de acción tratado para que el autor deba aportar conocimiento científico, en qué punto se encuentra la cuestión a partir del trabajo de otros colegas de renombre en la disciplina que tratamos.
- 2. Apoyo en fuentes primarias. Este requisito se fundamenta en la calidad de las referencias. El post Calidad de las referencias de Ángel Torres Toukoumidis expone con brillantez las pautas para conseguir esta ansiada calidad. Un buceo bibliográfico que implica estar actualizado, revisar exhaustivamente en revistas científicas, interesarse por el trabajo de otros autores que tratan el tema, consultar fuentes primarias, y desde luego, referenciar autores internacionales que den una visión global a nuestra fundamentación teórica.
- 3. Redacción científica y estilo adecuado. La tercera clave viene de la mano de las otras dos expuestas. Es importante dar a nuestras ideas y argumentaciones el atuendo adecuado: hagamos gala de nuestro poso académico, de la formación que da fundamento a nuestras investigaciones y utilicemos un estilo elegante, no farragoso, estiloso, no pesado de digerir, y comprensible. Seamos verdaderos transmisores de conocimiento y no nos escondamos detrás de una perniciosa prosa científica que nadie querrá leer, puesto que la comunicación es fundamental para transmitir y la comprensión en este proceso es indispensable. Tampoco conviene moverse al extremo de la simpleza, confundiendo la síntesis y la brevedad con falta de cuidado y descuido estilístico como se argumenta en este mismo blog Redacción científica: precisión, claridad y brevedad.
- 4. Conexión con la actualidad y significatividad. Sin duda esta clave, necesaria en nuestro estado de la cuestión, se fundamenta en el aprendizaje significativo de Ausubel: la necesidad de conectar con conceptos relevantes de la estructura cognitiva de nuestros lectores. Es el momento en el que surge la conexión que nos une al lector, ese estado mágico que se propicia cuando el lector encuentra la motivación intrínseca de seguir leyendo, sus esquemas cognoscitivos se estimulan y se preparan para trasformar lo que lee en nuevo aprendizaje. La importancia de leer se suma a esta clave como imperativo fundamental; en su post Leer: La primera tarea, Luis Miguel Romero Rodríguez ilustra esta necesaria tarea que conviene tomar como hábito.
Un buen estado de la cuestión habla de sus autores; no olvidemos que estamos tratando del medio de comunicación para la difusión científica a través del cual se nos conoce como investigadores y se nos reconoce por nuestra calidad. Como decía Sócrates en un contexto donde la oralidad era el medio para conocer y transmitir el conocimiento: “Habla para que te conozcan”; así pues, en nuestro contexto digital, “Escribe para que te conozcan”.
Comments are closed