La base teórica en la que se sustenta una investigación es fundamental. Una tarea que consiste en compilar y difundir información coherente y que, en última instancia, requiere un marco sólido, constatable, honesto y actualizado. En este sentido, la labor de lectura, reflexión y divulgación del conocimiento en que se basa el proceso de publicación de artículos, ha de atender cuidadosamente a las fuentes citadas, ya que de estas dependerá el enriquecimiento del estudio. Es más, estas referencias se convierten en eje de discusión, ratificación y/o avance científico, considerándose un elemento necesario para la contextualización de la pesquisa. 

Este post examina la relevancia de la lista de referencias en las publicaciones científicas, tomando como eje fundamental el criterio académico-deontológico.

Una deuda con el saber

Como investigadores, el primer paso a la hora de iniciar una investigación es reconocer las fuentes, en tanto que nos hallamos ante una deuda intelectual básica de reciprocidad. En efecto, todo proyecto o estudio se basa en una pregunta que, a su vez, se sustenta en un acontecimiento o fenómeno. Esta inquietud, a pesar de su carácter innovador, puede (y debe) alimentarse con el criterio experto, reportando el trabajo de autores precedentes en el área en cuestión. Esto es, partimos de un punto de consideración ética, donde el conjunto de investigaciones previas procuran un trasfondo histórico al objeto de estudio en particular y al avance científico en general. Resulta esencial, por tanto, no solo dar crédito a las propuestas, sino al conocimiento que nos antecede.

Selección con diligencia y precisión

Las fuentes que escojas hablarán de ti. En un proceso de revisión, el estudio será sometido al criterio competente de investigadores vinculados al enfoque planteado. Expresado de otro modo, las citas que compongan el trabajo podrán convertirse en motivo de alago o, en su defecto, de pereza intelectual. De hecho, en el proceso de estimación científica, los evaluadores someterán a juicio la disposición teórica, ocupándose no solo y necesariamente de su extensión, redacción o argumentación, sino de la calidad y solidez conceptual. Por ende, el desconocimiento sobre la materia no comprende un impedimento para la búsqueda y recolección de estudios/autores referentes, sino una partida motivadora para el aprendizaje.

Control de autocitas y plagio

Es importante acentuar la ya debatida y necesaria labor de evitar el plagio y el autoplagio, ya que estos pueden ser motivo más que suficiente de declinación de un estudio. La apropiación de contenidos no va proporcionalmente ligada a la autoridad y reafirmación de una propuesta, sino a una desproporcionada e indebida negligencia académica. Por lo que, retomando la concepción ética, el posicionamiento académico puede verse amenazado por estas prácticas, sencillamente eludibles ante la extensión teórica que nos proporcionan las bases de datos actuales. Así, siempre debe ejecutarse un exhaustivo control del número de fuentes relativas a un único autor, así como a estudios propios.

Ciencia más allá de la frontera

La globalización tecnológica nos ha facilitado un mundo de posibilidades teóricas de calidad nacional y, por supuesto, internacional. Del mismo modo que señalábamos el plagio y autoplagio como causa de rechazo mayor, en este caso nos encontramos ante una práctica común en la redacción científica: la citación exclusivamente nacional. Y es que, el dominio (o no) de una lengua franca como la anglosajona, no supone un obstáculo real para el investigador. Aprender es una premisa vital, sin duda, pero disponer y saber seleccionar mecanismos de traducción es una opción viable como punto de partida. En suma, se trata de ampliar perspectivas, conocer y, desde luego, reconocer el trabajo de autores de prestigio internacional. Porque, naturalmente, hay vida científica más allá de nuestras fronteras.

El arte de mimetizarse con el medio

Por último, cuando se pretenden adaptar las referencias al estilo delimitado por una revista o editorial, se ha tener clara una idea: hemos de familiarizarnos con su entorno. Es vital comprender las directrices propuestas por el equipo editorial, así como aplicarlas de forma correcta e íntegra. Sencillamente, la adecuación de la citación en texto, así como en la lista referencias, delatan con creces la preocupación e interés del autor por publicar su estudio en ese espacio científico-académico específico. Por lo que, lee con detenimiento y, por supuesto, no des por concluida la lectura en el reconocimiento del estilo propuesto (APA, Harvard, etc.). Cada entidad es un mundo, y de estos formatos se pueden generar derivaciones que requieren un estudio pormenorizado de las citas en sus publicaciones más recientes.

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