La temática (focus, enfoque, alcance) de una revista es su principal seña de identidad. De ahí, la importancia de definir y delimitar adecuadamente las líneas temáticas en las que deberán centrarse sus contenidos y aportaciones.
Establecer una temática demasiado específica puede limitar la llegada de artículos y la variedad de autorías, sin embargo, un enfoque genérico puede conllevar otras problemáticas relacionadas con diversidad de estudios e investigaciones que requiere un mayor número de expertos y un conocimiento amplio por parte del consejo de editores para poder llevar a cabo su labor de una manera adecuada. Por lo que, como decía Aristóteles, lo adecuado es quedarse en el «término medio».
La temática de la revista debería estar visible y accesible para los autores y lectores. Es recomendable que aparezca tanto al inicio de su página como en un apartado concreto donde se especifiquen asimismo subtemas o líneas más concretas, así como los tipos de aportaciones que versarán sobre esos contenidos. Aunque puedan variar de una revista a otra, si seguimos el ejemplo de Comunicar, las aportaciones que se especifican son:
– Investigaciones: (5.000/7.000 palabras, incluidas referencias).
– Estudios: (5.000/7.000 palabras, incluidas referencias).
– Revisiones: (6.000/7.500 palabras de texto, incluidas referencias). Revisión exhaustiva del estado-de-la-cuestión de un tema de investigación reciente y actual. Se valorará la bibliografía selectiva de alrededor de unas 100 obras.
Aclarando además, en este caso, las normas de extensión de las mismas tanto en español como en inglés.
Por último, se puede acotar el contenido de manera más específica a través de los monográficos, que están planificados previamente y coordinan editores temáticos, normalmente ajenos a la revista. Estos monográficos tienen llamadas públicas de artículos a través de «Call for papers» en los que se concretan el enfoque y los descriptores. Se pueden consultar los «calls» abiertos de la Revista Comunicar para ver a qué nos referimos con esto.