La mayoría de las revistas cuentan con equipos de académicos y científicos que velan por la autenticidad, originalidad, validez científica y pertinencia de los manuscritos que se envían. Estos equipos constituyen los Consejos de revisores. Son de manera metafórica, en estos tiempos de falta de oxígeno, el pulmón de una revista científica que aspire a ser de calidad.
La ciencia se basa en la discusión, el comentario, la sugerencia, el replanteamiento, y la crítica con carácter constructivo. Esto es la base de una buena revisión que llevará al análisis y validación, desde la experiencia en la temática, de las aportaciones de los autores. Por ello, un buen equipo de revisión debe estar conformado por expertos en las líneas temáticas de la revista, que tengan un compromiso ético y el suficiente rigor en su campo de estudio. Se requiere, además, experiencia en la evaluación científica de manuscritos, de acuerdo con los criterios y parámetros que la revista establezca para valorar la calidad y la conveniencia o no de la aceptación o publicación.
Constituir estos equipos es una tarea ardua. Hay que contar con un número importante de expertos en las temáticas vinculadas a la revista. Estos expertos a menudo se van incorporando a partir de la propia experiencia como autores, con lo que se puede inferir que el rol de revisor se adquiere en un proceso de aprendizaje de ida vuelta. Muchas revistas, de hecho, cuando se envía un manuscrito, dan la oportunidad de inscribirse como revisores. También se pueden ir añadiendo por invitación expresa de los editores. O como reconocimiento, una vez que se ha publicado un texto, para poder devolver conocimiento a la revista en cuestión.
El número de revisores y su eficiencia en las valoraciones son la garantía de las publicaciones. Si bien la cantidad habrá de determinarse en función del volumen de entrada y flujo, es conveniente que sea un grupo amplio diverso e internacional evitándose la endogamia. Un equipo numeroso permitirá que la evaluación ciega se pueda llevar a cabo por más de dos personas. En relación con las valoraciones, contar con un buen Protocolo de evaluación de manuscritos es la clave para que la revisión sea lo más objetiva, certera y rigurosa posible. Este documento facilita la labor del equipo editorial en la toma de decisiones para la publicación.
La labor del revisor es desinteresada, muy importante y, a menudo, reservada y “ciega”. Sin embargo, se está empezando a tomar en consideración. Diferentes plataformas tales como Publons, y Elsevier Reviews Profile están poniendo en valor el rol de revisor. En el caso de Publons se “registra, valida y visibiliza las revisiones científicas, permitiendo a revisores y revistas crear sus propios perfiles” (Repiso & Robinson-Garcia, 2018, p.300). Se reconoce el trabajo del revisor, pero también se crea un espacio con información interesante para los editores en cuanto a la experiencia de los revisores, el tipo de revisiones que realizan o las tasas de aceptación.
Ambas plataformas se caracterizan por el reconocimiento honorífico a los revisores que destacan. Y quizás esto sea un punto de inflexión para los editores. Probablemente sea más fácil contar con buenos revisores y fortalecer el número de integrantes de la comunidad científica que sin duda está detrás de una buena revista.
Referencias
Repiso, Rafael; Robinson-García, Nicolás (2018). Publons, aprovechando el poder de las revisiones por pares. Anuario ThinkEPI, v. 12, pp. 299-303. https://doi.org/10.3145/thinkepi.2018.44