Call for Papers: El planteamiento estratégico de monográficos

En este post haremos una serie de recomendaciones para perfilar una política adecuada de monográficos o special issues, así como las responsabilidades y restricciones que deben tener los editores invitados y, por último, una sucinta revisión de en qué no debe convertirse la política de monográficos.

Es una tendencia creciente que las revistas científicas estén optando por planificar números especiales ordinarios (Special Issues) o monográficos en los que se plantean tópicos o áreas de investigación específicas. En otras palabras, suele ser un número especial dentro de un volumen, o bien un conjunto reservado de artículos dentro de un número ordinario que versa sobre una temática y que tiene, por lo general, unos coordinadores o editores invitados, especialistas reputados de ese ámbito del conocimiento.

Esta estrategia no es baladí, toda vez que permite al equipo editorial planificar con tiempo unos ejes sobre los que la revista tendrá prioridad, pero también encargar la promoción del call for papers a los editores invitados, quienes se supone tienen contacto directo con redes y grupos de investigación sobre la temática, lo que -en teoría- garantizaría la difusión segmentada y especializada y, en consecuencia, atraería más y mejores manuscritos para ser considerados.

En este post haremos una serie de recomendaciones para perfilar una política adecuada de monográficos o special issues, así como las responsabilidades y restricciones que deben tener los editores invitados y, por último, una sucinta revisión de en qué no debe convertirse la política de monográficos.

Criterios que deben considerarse para aceptar una propuesta de monográfico

  • Pertinencia y actualidad del tema: Los números monográficos, a pesar de ser especializados sobre un tema, no deberían alejarse del objeto, alcance y disciplina (scope) de la revista. Además, deben evitarse asuntos pseudocientíficos, rechazados o polémicos en la comunidad científica internacional.
  • Impacto potencial y relevancia: A la hora de proponerse y/o evaluarse una propuesta de special issue, el consejo editor debe revisar la relevancia y el impacto potencial del tema, así como su tendencia en las principales bases de datos (WoS y Scopus), como por ejemplo, el número de artículos publicados en los últimos 3-5 años, las citas recibidas y el factor de inmediatez. Los monográficos deben plantear tópicos originales y novedosos con proyección internacional, alta visibilidad y que supongan un avance significativo en el estado de la cuestión y el debate académico.
  • Credibilidad y reputación científica de los editores: El equipo de editores invitados debe tener un historial de investigación y publicación de gran credibilidad en el área temática propuesta, así como experiencia editorial. También se debe hacer hincapié en su integridad y reputación, así como en la diversidad de este equipo como forma de invitar a un conjunto más amplio de voces y perspectivas sobre el tema del número especial. En este sentido, debe intentarse que los editores invitados provengan de distintas universidades, espacios geográficos, redes y grupos de investigación para garantizar así que se atraigan autores de distintas regiones, ideas y entornos.

Responsabilidades que suelen tener los editores invitados

  • Diseño del call for papers: Los editores temáticos deben diseñar un call for papers (CfP), que, con un planteamiento original y relevante, debería contener como mínimo la justificación, estado de la cuestión, descriptores y preguntas clave del tema del monográfico, así como sub-temáticas que tendrían cabida en el número especial.
  • Difusión del CfP: Entre otra de las responsabilidades de los editores invitados o coordinadores de monográfico está la difusión del call for papers que deberánn hacerla entre sus colegas, grupos y redes de investigación y a través de sus redes sociales personales y científicas, correo electrónico, medios de comunicación, asociaciones científicas y académicas, entre otras.
  • Revisores especializados: Es posible que la revista, debido a la hiper-especialización temática, no cuente con suficientes revisores idóneos para los manuscritos que se recibirán para el special issue. En este sentido, los editores invitados deben ofrecer -si la revista se los pidiere- un listado de posibles revisores que deben ser de distintas universidades y espacios geográficos para garantizar la objetividad e imparcialidad en los arbitrajes.
  • Redactar la editorial o introducción del número: Algunas revistas solicitan a los editores temáticos que realicen una editorial o introducción. Este documento suele ser mucho más corto que la extensión de un artículo (comúnmente entre 2500 y 3000 palabras) y usualmente se trata de una reflexión del estado de la cuestión del tema y una revisión sucinta de los artículos que contiene el special issue.
  • Promoción y difusión del número publicado: Un apoyo que agradecen mucho los equipos editoriales de las revistas científicas son todos aquellos esfuerzos destinados a maximizar la visibilidad y el alcance de un número (incluso si está en fase de pre-print o ahead/online first). Sobre este particular es menester recordar que un número monográfico es una apuesta que un equipo editorial hace sobre un tema y unos coordinadores y que la visibilidad, alcance, métricas alternativas y citas recibidas suelen ser los únicos alicientes para que se siga apostando por este tipo de estrategias editoriales.

Restricciones que deben tener los editores invitados

  • Los editores invitados no deberían publicar sus propios artículos en el número especial, salvo que este manuscrito pase por un proceso de evaluación por pares ciegos que no pueda ser controlado por ellos.
  • Los coordinadores de monográficos deben ser conscientes de cualquier posible conflicto de intereses en relación con los autores que publiquen en el número especial.
  • Al igual que ocurre con cualquier autor, las revistas deben intentar que los coordinadores de monográfico no sean investigadores de la misma Universidad o centro de investigación que los miembros del consejo editor.

En qué no debe convertirse la política de monográficos

Aunque cada área de conocimiento es sui generi, las políticas de special issues no deberían convertirse en un fast-track para publicar de forma endogámica los artículos de colegas de la misma universidad o grupo de investigación. En esta línea, el equipo editorial deberá estar muy atento para garantizar la distribución de los artículos aprobados. Sin embargo, es muy común que sobre un tema particular encontremos siempre a los mismos autores, sobre todo cuando comparten redes internacionales y asociaciones en las que se suelen difundir los CfP.

Aunque es un tema polémico, tampoco es recomendable realizar monográficos abiertos para manuscritos que provengan de congresos y encuentros científicos, como una especie de estrategia de promoción que utilizan algunos de estos eventos para captar comunicaciones. En cualquier caso, el equipo editorial deberá verificar que en toda actividad de promoción del Congreso (web, publicaciones en redes sociales, correos electrónicos, listas de distribución) se explicite que los artículos mejores valorados por cada simposio o mesa técnica pasarán a ser evaluados por pares ciegos en la revista, y nunca se prometa o garantice la publicación sin el debido proceso editorial.

Impulsar la calidad y el impacto: las citas de un manuscrito

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-055

Medir la calidad y excelencia de una publicación científica exclusivamente por el número de sus citas es un reduccionismo que se ha impuesto en la evaluación de la ciencia. Se parte de la premisa simple de que una publicación con muchas citas es la que publica los mejores trabajos, los que permiten el acceso a mayor parte de la comunidad científica y los que, por tanto, garantizada su calidad y su visibilidad, son los más referenciados (citados) en otras publicaciones. Esta sencilla lógica permite clasificar las revistas en las grandes bases de datos por su factor de impacto medido numéricamente, incluso con decimales. Valorar solo el factor de impacto es limitante, pero frente otros sistemas interpretativos, discrecionales (y por ende, arbitrarios) y poco transparente, la medida de un trabajo (que no necesariamente de una publicación, porque ya existe el impacto medido de los artículos) nos permite, junto con otros parámetros más amplios, tener una visión más global de la valía e influencia de un trabajo, que facilitará, sin duda, que el aporte sea hallado por otros investigadores y, en consecuencia, aumentar su visibilidad y su utilidad. Por ello, es muy importante que los trabajos tengan citas y en este sentido, se pueden seguir diferentes estrategias como:

1) Escribir trabajos originales, novedosos e interesantes, que tengan una alta tasa de transferibilidad a la sociedad y replicabilidad científica. A veces, los investigadores redundamos en exceso y no tenemos presente el principio sagrado de que la ciencia se construye siempre con nuevo conocimiento, con el objeto de resolver problemas sociales. No hay ciencia sin problema y sin atisbo de solución. No hay trabajo excelente sin originalidad y relevancia. Además, una trayectoria investigadora profesional basada en la publicación de buenos trabajos genera un perfil investigador de alto nivel y, por tanto, de alto impacto consolidado.

2) Es muy importante seleccionar y especializarse en temas de investigación que preocupen a la sociedad y a la comunidad de investigadores/as. Los problemas requieren soluciones y cuanto más audaces y originales sean estas, más ciencia se construye y, por tanto, más replicable y citable será. Las investigaciones que son especialmente útiles o necesarias para la sociedad y su progreso social tienden a ser especialmente citadas.

3) Vincule y entronque su investigación con su ámbito de estudio, para que su trabajo sea reconocido en un campo de pensamiento e investigación. Obviamente, aunque las preguntas más importantes de su ámbito de estudio no pueden abordarse dentro de los límites de un artículo breve, establecer vínculos y relaciones con preguntas expansivas de su área de especialización puede aumentar el interés y las citas.

4. Cuide mucho su redacción científica. La claridad, la lógica de exposición y la redacción directa generará más lecturas, más visibilidad y más citas. Los errores gramaticales (que genera rechazo de los editores), el retorcimiento del lenguaje, las frases y párrafos superlargos no comunicará eficazmente. En este sentido, los metadatos del título, resumen/abstract y palabras clave se revelan como estratégicos.

5) Vele siempre por la uniformidad de su nombre científico, registrado en ORCID. La duplicidad de nombres para un mismo investigador genera dispersión y pérdida de citas asociadas a sus trabajos. En caso de que no lo tenga, estandarícelo cuanto antes, regístrelo en las bases de datos más importantes y genere ‘alias’ para recuperar la producción anterior con nombres diversificados.

6) Trabaje con grupo de colaboradores en coautorías, dado que la ciencia se construye más óptimamente en equipos, y a través de proyectos, que de forma individual. Colabore con otros autores, incluso a ser posible de otras latitudes porque los trabajos adquieren dimensiones más amplias y globales y atienden mejor a las demandas de la población universal. La ciencia no tiene fronteras. Las colaboraciones internacionales aumentan, estadísticamente, el número de citas, al igual que los trabajos en coautoría con investigadores influyentes.

7) Cite en los trabajos sus publicaciones anteriores de forma cuidadosa y ajustada. Citarse a sí mismo para aumentar las autocitas es una mala praxis fácilmente detectable. Igualmente, cite los principales trabajos de su campo de estudio. Los revisores conocen los tópicos e investigadores influyentes y no ser citados puede criminalizarse como forma de ocultación poco ética. Posicionar nuestro estudio entre los mejores nos da prestigio y credibilidad.

8) Las revisiones sistemáticas de un área de especialización que cuenten con el aval de investigadores influyentes generan altas tasas de citación porque se convierten en manuscritos de referencia. Los artículos de revisión tienden a ser muy citados, y los mejores artículos de revisión establecen a sus autores como expertos con influencia intelectual en sus campos.

9) Publique en las mejores revistas que puedan aceptar su trabajo, las más influyentes, las que captan más la atención de los investigadores porque en ellas las posibilidades de visibilidad e impacto son infinitamente mayores. Pocas revistas captan las lecturas y citas de muchos autores y, al contrario, muchas revistas a duras penas mantienen colaboraciones y lecturas. En todo caso es responsabilidad del investigador medir previamente el potencial de su trabajo y ser equilibrado a la hora de decidir si su trabajo se merece una revista top o bien una revista con impacto más limitado. Tanto ser tímido como muy atrevido son posturas extremas que no permiten encontrar el punto de optimización necesario para posicionar el trabajo en el mejor sitio posible teniendo en cuenta sus potencialidades.

10) Visibilice al máximo su trabajo, una vez publicado. Es una irresponsabilidad pensar que una vez publicado el trabajo se acabó la vida del manuscrito; muy al contrario, se inicia. Colocar el trabajo en el repositorio institucional, moverlo por redes sociales comunes y científicas, enviarlo por mails a los colegas próximos al tema, compartirlo con los alumnos de posgrado, llevar presentaciones o posters a congresos científicos (una vez publicados y no antes) … dan visibilidad al trabajo y si este es de calidad, generará lecturas y citas posteriores.

11. No olvide que el proceso científico se basa más en el tanteo y error que en el acierto, que es la última etapa del proceso. Si le rechazan el manuscrito en una revista es una gran oportunidad para revisar sus fichas y enviarlo a otra publicación mejorado. La humildad es clave del investigador. Según experiencias de algunos autores, los trabajos publicados tras el rechazo inicial de la primera revista elegida por el autor obtienen más citas que los trabajos aceptados por esa primera revista.

La necesidad de crear “comunidad científica”

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-054

Cuando hablamos con distintos equipos editoriales de revistas científicas, insistimos en la necesidad de crear alrededor de estas, de forma que las avalen y sustenten, “comunidades científicas”. Dentro de estas comunidades podríamos destacar al menos cuatro tipos de colectivos que, en mayor o menor medida, se sientan vinculados con los procesos de postulación, revisión, publicación y difusión de los artículos.

El primer colectivo estaría compuesto por un Consejo de Editores en el que se engloben los distintos comités de su organigrama: Editor Jefe, Editores Asociados, Consejo de Editores, Consejo Científico Internacional (en el caso de Comunicar conformado por 57 Consejeros internacionales de 18 países), Editores Temáticos, Coeditores Internacionales, Consejo Técnico de Redacción, Consejo de Redes Sociales y Visibilidad, además de los responsables de la Gestión TIC y Comercial. Estos Consejos serían los responsables de marcar la política editorial de la revista con respecto a su temática, periodicidad, normativas, formatos de publicación e idiomas, selección de call for papers, etc., así como del mantenimiento de todo el flujo editorial.

Un segundo colectivo estaría conformado por el Comité Internacional de Revisores Científicos (en el caso de Comunicar constituido por 1.083 revisores internacionales de 54 países, correctamente identificados con su foto, filiación y enlaces a sus principales redes sociales académicas y en constante ampliación a través de la “Convocatoria de revisores”), responsable de la evaluación de manuscritos y, por ende, clave fundamental de la selección de los artículos de mayor impacto para la comunidad científica.

Un tercer grupo lo formarían los autores que publican en la revista y a los que nosotros, en nuestros criterios de calidad y bajo el epígrafe “El autor como máxima”, identificamos como figura fundamental que sustenta y da sentido a todo el proceso de publicación.

El último grupo lo integran los lectores y simpatizantes de la revista que son destinatarios, en última instancia, de los procesos de producción de esta, y que en muchas ocasiones se convierten en grandes embajadores y difusores de la publicación.

Para terminar, indicar que, en nuestro caso, consideramos que todos estos grupos conforman y se sienten parte de nuestra “comunidad” y, tal y como resaltamos en nuestra web, son nuestro soporte: “Comunicar fundamenta su proceso y su calidad en una amplia comunidad científica internacional que la avala y apoya con un nutrido conjunto de investigadores, académicos del mundo de la comunicación y la educación, que garantizan el respaldo a su labor en pro de la innovación y el avance científico en el ámbito de la Educomunicación”.

Indexaciones de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-053

Una revista científica de calidad se define por tres grandes ejes: 1) Unos contenidos de calidad rigurosamente seleccionados que atienden cuando menos a los principios de originalidad, novedad, relevancia y transferencia; 2) Variados sistemas de visibilización a través de canales múltiples, especialmente basados hoy en medios científicos electrónicos y redes sociales; 3) Presencia en múltiples bases de datos, repositorios, catálogos hemerográficos y, sobre todo, indexaciones de reconocimiento internacional. Esta última nunca debe ser una causa, sino la consecuencia razonable de las dos primeras, porque la lógica del “factor de impacto”, tan denostado en algunos sectores, es muy simple y directo: unos contenidos de gran calidad seleccionados rigurosamente que reciben a través del canal de la publicación múltiples sistemas de difusión, por lógica, serán leídos y serán citados en otros trabajos, generando “impacto” (medido en las citas que genera en revistas indexadas).

Las indexaciones, por tanto, son la punta del iceberg que reflejan −cuando el sistema no se distorsiona− la calidad y el rigor de los contenidos; y por ello, en este caso, medir al continente (el contenedor, la revista), no se aleja en demasía de medir el contenido, porque el continente garantiza, con su consejo científico y su comité de revisores, la calidad del manuscrito publicado, al menos genéricamente.

Pero ¿qué indexaciones, en el vasto universo de las indizaciones y bases de datos, hemos de considerar como de excelencia?

En primer lugar, hay que partir de la base de que la ciencia, hoy más que nunca, es universal y, por ende, no tiene fronteras y que, por tanto, todo intento de crear indexaciones “locales“ (esto es, nacionales) es un conato baldío de acotar lo que solo se puede ficticiamente. Las indexaciones han de ser abiertas y acoger revistas de todo el mundo porque cada vez más las cabeceras, al menos las prestigiosas, no responden a parámetros locales, regionales o nacionales, e independientemente de la ubicación de su editorial, cuentan con equipos internacionales variables, al igual que su staff, comunidad de lectores, revisores y autores.

Dicho esto, las tres indexaciones que hoy se deben considerar como los estándares y referentes internacionales son WoS (Web of Science), Scopus (de Elsevier) y Google Scholar. Estos tres productos, con grandes diferencias entre ellos, recogen, sin duda, la ciencia más prestigiosa, internacional y reconocida mundialmente.

La WoS cuenta con dos grandes bases de datos mundiales donde se recogen las 12.000 revistas de mayor consideración mundial en todos los campos: Science Citation Index y Social Science Citation Index, que genera el famoso JIF (Journal Impact Factor). Desde hace unos años, incluyen también una base secundaria, Emerging Science Citation Index (ESCI), que cuenta con casi 10.000 revistas, especialmente en campos menos cubiertos por la base principal y en otros idiomas además del inglés, que genera el JCI (Journal Citation Impact).

En segundo, en orden de prestigio y consideración en todas las ciencias, se encuentra SCOPUS, indexación internacional que ha crecido considerablemente en los últimos años y que hoy ya cuenta con más de 43.000 revistas de todas las especialidades en una base única, clasificada por percentiles con el CiteScore (su factor de impacto), actualizado mensualmente a través del CiteScore Tracker. Su amplia cobertura y su transparencia, además de su acceso abierto a los datos principales, le han dado un rango de referencia mundial.

En tercer lugar, y a gran distancia, se encuentra GOOGLE SCHOLAR METRICS, que a través del H Index (como factor de medida, junto a las citas generadas) indexa públicamente las 100 mejores revistas de cada lengua y, en inglés, de cada especialidad. Paradójicamente, diseñada sobre la base de datos más importante del mundo, Google, en cambio, solo ofrece indexadas una lista muy reducida de revistas.

Existen también base de datos regionales que han ido emergiendo en los últimos años que pueden considerarse, sobre todo si trabajan con lenguas minoritarias que no tienen el alcance del inglés. En el mundo latino, especialmente hay que reseñar REDIB por su amplia cobertura iberoamericana, incluyendo una base de revistas en español de más de 3.000 cabeceras y un catálogo selectivo indexado de 1.200 revistas, basado en citas de WoS. Otros productos en nuestro contexto, muy bien valorados por expertos y usuarios, son, por ejemplo, DIALNET MÉTRICAS, que ha hecho un esfuerzo impresionante por contar con una base de datos primaria, inigualable en el contexto latino, ofreciendo un producto transparente, replicable y con una información de primer nivel que no se circunscribe solo a las revistas, sino que se amplía a los investigadores, grupos y facultades, y universidades, todo ello accesible de forma universal y gratuita.

Basado en Scopus, un producto español que ha tenido notable impacto en los últimos años, es el SCIMAGO JOURNAL RANK que, a partir de la información de la base de Elsevier, generaba listados por áreas con los famosos SJR (su factor de impacto). En este momento indexa a 29.000 revistas y sigue contando con notable consideración, especialmente su SCIMAGO COUNTRY RANK, que ofrece información de la ciencia en el mundo por países y regiones, obviamente basada en la cobertura de estas revistas.

Los productos locales (nacionales) son múltiples y variados y responden en muchos casos a la preocupación de los países por intentar cubrir un amplio conjunto de publicaciones “menores” que no logran salir a la escena internacional. Un caso concreto en España es FECYT, que indexa las revistas que obtienen su sello de calidad. Todos sus parámetros de indización están basados en parámetros externos, algunos de ellos duplicados, y otros tan burdos como el número de citas sin factor de corrección.

En suma, el mundo de las revistas cambia y se revoluciona permanentemente y es obligación del investigador tener ojo avizor porque, junto a las ya denostadas “predators”, cada día es más fácil observar comportamientos llamativos de editores y revistas que nos deben tener en alerta. Las bases de datos universales son, en suma, un buen indicativo, porque su transparencia y replicabilidad nos permiten garantizar cabeceras de calidad para los trabajos de los investigadores.

Call for Papers: Estrategia de visibilización de la revista

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-052

Dar a conocer una revista científica implica un tiempo de difusión que requiere de estrategias de visibilidad dirigidas a una comunidad de investigadores de un área determinada. Estas estrategias, que comúnmente podrían concebirse como “publicitarias”, ofrecen una vía de diseminación excelente para los editores, al tiempo que una oportunidad de participación a los autores interesados en una temática concreta. Uno de los métodos mayormente extendidos en el mundo de la ciencia es el de los Call for Papers (CFP) o Special Issues, cuyo fin es anunciar la temática del próximo número de una revista para atraer a potenciales expertos y que remitan su trabajo. Pero, ¿por qué son tan importantes estas vías de captación y difusión para los editores?

En primer lugar, el “llamado de artículos” facilita a la revista posicionarse como un espacio activo de producción de información científica en un (o unas) áreas específicas, mejorando su reconocimiento entre la comunidad de investigadores. Ya sea para remitir manuscritos o para leerlos una vez publicado el número, estos Call for Papers incrementan la visibilidad de la publicación, manteniéndola como referente de calidad y experticia. O expreso de otro modo, los CFP “son un instrumento del equipo editorial esencialmente propicio para los huecos en el conocimiento académico que aún requieren profundización y, por lo tanto, marcan tendencia en la investigación” (Fonseca-Mora & Aguaded, 2014). Estos procedimientos, evidentemente lícitos y ampliamente consolidados en la ciencia, devienen en usos negativos propios de las denominadas “revistas depredadoras”. Por esta razón, es importante que el CFP recoja de forma transparente, hipervinculada y abierta a resolución de dudas o sugerencias toda la información disponible, evitando modelos propios de la explotación económica de revistas fraudulentas (que mencionamos en este otro post de Escuela de Autores). En este orden, ¿qué información debemos aportar como editores para presentar un CFP?

  • Fechas de recepción (apertura, cierre, publicación OnlineFirst si lo hubiere, y publicación del número final).
  • Título del CFP, ajustado a la temática propuesta, que sea breve, llamativo y recoja de forma clara el objeto de interés.
  • Editores temáticos/invitados que colaboran y su información pública (institución, redes académicas, breve reseña biográfica, etc.).
  • Resumen del enfoque temático del call.
  • Palabras clave / descriptores / keywords que acogen la temática.
  • Preguntas de interés planteadas sobre el enfoque.
  • Instrucciones para el envío de manuscritos con enlace a la web de la revista oficial.
  • Información de instituciones o entidades colaboradoras.
  • Otros recursos: vídeo de presentación con los editores presentando el CFP.

Compromiso ético

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-051

Las innovaciones tecnológicas y los procesos actuales de difusión de la información han facilitado la distribución de contenidos fraudulentos y de prácticas poco éticas en la búsqueda de reconocimiento. Sobre todo a través de determinados medios de comunicación sociales. Sin embargo, las publicaciones científicas deben velar por la integridad y ética académica en la producción y comunicación de contenidos. Desde Comunicar se aboga por estos principios en todas las fases del proceso, desde la concepción inicial a la difusión final. De hecho, su código ético ha sido recientemente actualizado para adaptarse a estos tiempos cambiantes. Entre sus máximas se pueden destacar:

  • La integridad investigadora en las distintas etapas.
  • Independencia editorial, sin endogamia ni compromisos por intereses políticos o financieros.
  • Co-revisión como vía para la formación de nuevos revisores.
  • Transparencia en la contribución autoral, incluyendo secciones fijas como la “contribución de autores”.
  • No aceptación del plagio. Los trabajos se chequean rigurosamente a través de herramientas profesionales.
  • No admisión de duplicidad o publicaciones redundantes. Los manuscritos remitidos por los autores no deben estar en consideración, aceptados para publicación o en formato “OnlineFirst” en otra revista o editorial.
  • Las investigaciones que requieran experimentos con humanos o animales deberán estar aprobadas por un Comité Ético.
  • Cumplimiento de lo estipulado por la Ley en cuestión de protección de datos y garantía de los derechos digitales.
  • Obligación de los autores a declarar cualquier interés competitivo. Adicionalmente, también se requiere, en el caso que competa, la declaración pública de apoyos financieros.
  • Respeto a la libre expresión y a la reputación de individuos, grupos u organizaciones. Rechazando, asimismo, la falsedad, calumnia y difamación.
  • Publicación de corrigenda, fe de erratas o retractaciones en los casos de error del autor, error de la revista o grave error que suponga desconfianza sobre sus resultados, respectivamente.
  • Evitación de la modificación de imágenes que conduzcan a la falsificación o tergiversación de los resultados.
  • Se velará por la integridad de la publicación, así cualquier publicación que introduzca resultados fraudulentos será retractada.
  • Publicación exacta de los trabajos en los diferentes idiomas, solo se adapta a estos la producción científica de acceso previo (título, resumen, palabras clave y datos institucionales).
  • Compromiso al seguimiento de los principios de transparencia y buenas prácticas en la Publicación Académica COPE.
  • Se aboga por la transparencia y apertura de datos, códigos y materiales asociados a la investigación.
  • Integridad de registro de los manuscritos publicados tanto en portales adicionales (metadatos) como en un sistema de registro interno con historial completo en OJS3.
  • Se admite una filiación por autor, correspondiente a la institución representante de la investigación para evitar fraudes de adscripciones institucionales.
  • Cumplimiento de compromisos por parte de las personas implicadas. En el caso de los editores, estos se concretan en: selección de los revisores y especialistas científicos más cualificados; contemplar únicamente el mérito científico de los contenidos sin discriminación posible; confidencialidad durante todo el proceso; no utilización de los artículos enviados sin consentimiento por escrito de los autores; respeto por los tiempos.

De esta forma, la revista Comunicar formula su Código Ético, disponible en su página web, concretando todos los aspectos que intervienen en este y que suscriben los principios del Comité de Ética de Publicaciones (COPE) (https://publicationethics.org/core-practices).

Normativas, plazos y puntualidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-050

Normativas, plazos y puntualidad son tres aspectos directamente relacionados que pueden dar fe, o no, de la calidad y excelencia de una revista científica y que, por tanto, los Equipos editoriales deben considerar fundamentales. Ya exponíamos en otra entrada (https://bit.ly/3I4pbvb) las numerosas razones que avalan la necesidad de que las revistas científicas expliciten, de manera clara y pormenorizada, la normativa que aplican en los distintos momentos que van desde el inicio, con la postulación del manuscrito por los autores, hasta el final, con la aceptación o rechazo de este.

Dividíamos estas razones desde tres perspectivas distintas según afectaran a editores, revisores o autores. Desde la perspectiva de los editores, son dos las razones fundamentales. La primera es la necesidad de seguir una serie de estándares (en lo que respecta a la estructura, extensión, número de referencias, etc.), consensuados en la comunidad científica, que puedan “controlarse” a través de una normativa para autores clara, si lo que se pretende es que los manuscritos alcancen máxima visibilidad e impacto. La segunda se refiere a una normativa clara que facilite todo el flujo editorial en relación con los autores, sobre todo, en el caso de que el artículo sea desestimado o rechazado. En lo relativo a los revisores, es obvio que una normativa pormenorizada, junto a un protocolo de revisión da rigor al proceso de valoración de artículos. Por último, son muchas las razones que avalan la necesidad con respecto a los autores, especialmente el hecho de que la existencia de una normativa clara para la elaboración del manuscrito (temática, estructura, proceso editorial, “flujo” de correos, proceso de revisión, etc.) y su posterior envió (incluyendo un documento de chequeo previo), facilitan la labor de los investigadores a la hora de intentar publicar sus artículos.

En lo que respecta a los plazos y la puntualidad, en numerosas ocasiones hemos destacado en este blog la necesidad de ofrecer a los autores una información transparente en materia de número de días, tiempos de recepción, revisión y publicación de manuscritos, siendo este aspecto uno de los principales criterios e indicadores de calidad de las revistas. En concreto, en “Comunicar” consideramos que el criterio de calidad “Puntualidad y seriedad” es una de sus fortalezas; la periodicidad trimestral de la revista garantiza un eficiente flujo de manuscritos de manera que en la normativa se explicita con detalle que los autores pueden seguir con puntualidad las diferentes partes del proceso por las que pasa su trabajo. En cuanto a los tiempos, se expone: a) la existencia de una Fase previa de estimación/desestimación que dura un máximo de 30 días (se trata de un máximo ya que, en la mayoría de las ocasiones, excepto en los días previos a la terminación de los distintos Calls for papers, donde ingresan al OJS una gran cantidad de manuscritos, no alcanza la semana; b) en la Fase de evaluación de manuscritos, para su consiguiente rechazo o aceptación, especificamos que esta durará un máximo de 90 días; con posterioridad a esta fase se prepara la edición de los manuscritos para su publicación OnlineFirst en español e inglés y en la fecha estipulada y, con máxima puntualidad, se publica el número online e impreso. Los pasos de este proceso están meticulosamente establecidos y los autores reciben comunicación directa, desde el Consejo Editorial, sobre toda la fase referente a cambios sugeridos por los revisores, modificaciones propuestas por los editores, mejoras estilísticas, etc.

Como Consejo Editorial de una revista científica debemos tener presente que las bases de datos de máxima calidad y prestigio consideran entre otros aspectos, a la hora de admitir o no una publicación en su listado, dos apartados: el componente de la internacionalización de esta en todos sus aspectos, y el cumplimiento estricto de los plazos establecidos y la puntualidad.

No es de recibo que, como desafortunadamente nos ha ocurrido a casi todos alguna vez, existan revistas que condenan sine die a los artículos que dan cuenta de nuestras investigaciones al limbo de los manuscritos que se eternizan.

Impacto, métricas.

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-049

Lo que no se evalúa, se devalúa, manteniéndonos ignorantes de nuestros errores comunes y lo que es peor, de nuestros aciertos cotidianos. Las métricas científicas no son sino una aproximación a diferentes elementos que permiten conocer y evaluar mejor la actividad de cada trabajo que publica una revista, así como de la revista en conjunto.

Quizás las métricas más conocidas son las de impacto (Factor de Impacto, Scimago Journal Rank, Índice H, etc.). Estas métricas permiten posicionar a las revistas en el contexto geográfico y temático y sin los criterios usados habitualmente para valorar la calidad de estas y de los artículos publicados en ellas. Sin embargo, la riqueza de las métricas en las revistas es mucho mayor, visibilizan otras dimensiones como son los tiempos de procesamiento del sistema (tiempos de revisión, edición, aceptación…), las visitas generales de cada elemento de la página, las descargas, la repercusión en redes sociales y plataformas externas (altimétricas), la colaboración, etc. Todo ello permite generar un cuadro de mandos con una información extraordinaria para tomar decisiones por parte de los responsables de las revistas.

Una sana práctica por parte de la revista es publicar anualmente estadísticas de los diferentes indicadores que la revista gestiona, cuyo histórico muestra la evolución de la revista. Sin embargo, esta práctica es poco frecuente. Quizás porque buena parte de los indicadores de la revista reflejan no sólo el interés de los artículos sino el desinterés de sus editores por profesionalizar la revista, buena prueba de ello es la ausencia de esta sección. Las métricas son información, que debe ser contextualizada y adaptada, no son una meta en sí, no hay que adorarlas, son un elemento fundamental para la retroalimentación de la actividad científica. Por supuesto, el que desprecia este tipo de información está condenado a mantener dinámicas estériles, políticas que responden principalmente a prejuicios, pero, sobre todo, es una característica de un mal editor, un editor con miedo o indiferencia hacia las repercusiones de sus acciones, un visionario sin visión.

La revista como plataforma de publicación de un Congreso científico: Algunas recomendaciones

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-048

Un tema que sin duda causa revuelo y opiniones encontradas es cuando los congresos se apalancan en revistas de reconocida trayectoria para fomentar la participación de investigadores, ergo aumentar sus matriculaciones. Algo que para unos es una simple estrategia de marketing, para otros es una contradicción a la ética de las publicaciones, pues el darle prioridad de acceso a ciertos trabajos, a expensas de la reducción de espacios para otros no vinculados con el evento, puede tener ciertas connotaciones negativas.

Sin embargo, este tipo de acciones no es algo de nueva data o contra natura, ni mucho menos. De hecho, es algo muy común en la comunidad académica internacional, sobre todo en asociaciones y redes que han creado en su seno reuniones anuales, congresos, revistas científicas, anuarios y hasta call for chapters de libros científicos. Por ejemplo, el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos [Institute of Electrical and Electronics Engineers] (IEEE) cuenta con más de 1600 congresos -muchos con proceedings en Scopus®-, 400.000 miembros, 340 secciones locales, y más de 6000 publicaciones indexadas. En este caso resulta muy normal que dentro de los congresos, además de los proceedings y research in progress, se pongan a disposición algunos monográficos o special issues ad hoc.

Otro caso muy común es el de las asociaciones internacionales de Comunicación (como ICA, IAMCR, ECREA, o ICORIA), que cuentan con congresos anuales organizados por secciones estables y grupos de trabajo temporales que promueven, a lo interno del evento, alguna serie específica de libros para hacer obras colectivas, o números especiales dentro de sus revistas asociadas.

Sin embargo, en los casos revisados es infrecuente evidenciar que se mezclen las revistas con las comunicaciones aprobadas, sino que lo más habitual es que en el marco de la preparación del evento por parte de las secciones estables y grupos de trabajo (muy especializados sobre una temática específica dentro de la rama o área del conocimiento del evento), sean los coordinadores de estos los que propongan una serie de outputs de la reunión, como por ejemplo algún monográfico en una revista, un call for chapters, o una serie de webinars para la difusión de las investigaciones.

¿Participar como revista de un congreso? Sí, pero con cautela

El que una publicación científica colabore con un congreso de su área del conocimiento es, a priori, algo positivo. No olvidemos que este tipo de reuniones es un espacio natural de interacción de la comunidad científica, lo que coadyuva a la visibilidad y consolidación de la revista en el colectivo de investigadores (su público objetivo por antonomasia), pero además garantiza que se reciban más trabajos -y por ende, haya más capacidad de selección-, algo que muchas revistas, sobre todo las emergentes, necesitan.

Pero hay que tener cuidado de no caer en la trampa de que la revista se convierta en un anzuelo dentro del entramado del consumer journey de un evento científico. Para evitar posibles confusiones, os recomendamos tener en cuenta:

  • La decisión editorial de crear un special issue para un evento científico debe sustentarse en que este esté avalado por instituciones, centros y asociaciones de reconocida trayectoria, cuyos organizadores sean investigadores consolidados en el ámbito del conocimiento, y que el evento tenga un comité científico de primer nivel.
  • Debe advertirse que todos los artículos que se reciban por parte de los organizadores del evento pasarán, indefectiblemente, por revisión editorial y por pares. Esto debe quedar meridianamente claro en la normativa de la revista, pero también en la web del evento y sus espacios promocionales.
  • Debe solicitarse a los organizadores que expresamente en la web y la promoción del evento científico se explique que la selección primaria de los artículos la harán los responsables del congreso o de los grupos de trabajo. De esta manera, la responsabilidad del primer cribado será exclusivamente de los organizadores.
  • En los congresos de mayor tamaño se deben pautar previamente entre el cuerpo editor y los organizadores el mínimo y máximo de artículos a recibir, la temática y los enfoques prioritarios del call for papers, así como la forma en la que se procederá al envío de los artículos (por ejemplo, por el OJS de la revista).
  • Los coordinadores del monográfico o special issue del evento deben ser investigadores de reconocida trayectoria científica. Además, debe intentarse que sean de colectivos distintos -geográficos, asociativos, y de grupos de trabajo- para evitar que puedan existir sesgos a la hora de hacer recomendaciones editoriales.
  • La revista debe hacer el esfuerzo de escoger pares revisores que no hayan participado en el mismo evento. Si son revisores externos a ese contexto geográfico y asociativo, se garantizará mayor imparcialidad y objetividad en las decisiones arbitrales.
  • Al igual que todos los artículos, los que lleguen por el congreso deberán pasar por el control antiplagio. Sin embargo, debe quedarles meridianamente claro, tanto a los organizadores del evento, como a los autores, que las comunicaciones que pasen a la revista no pueden publicarse, ni total ni parcialmente, en libros de actas u obras colectivas. Esto se advierte porque muchas veces estas obras editoriales se publican en papel, lo que hace imposible detectar similaridades por los softwares antiplagio.

El equipo humano de una revista científica

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-047

El inicio de la andadura que implica editar una revista científica suele corresponder a una persona que lidera una determinada línea o temática de interés científico, en una asociación o grupo académico, profesional o de investigación. Con frecuencia, en el ámbito académico y científico esas primeras iniciativas se gestionan a partir de las redes de contactos y de trabajo, próximas a quien asume esa responsabilidad. Así, surgen revistas al amparo de asociaciones (profesionales, científicas, culturales…), grupos académicos (equipos docentes, grupos de investigación, miembros de una determinada facultad o universidad…), o incluso como iniciativas personales. Actualmente, el número de revistas ha crecido, probablemente por la demanda generada ante la necesidad de publicación en la carrera académica. Y también, por las facilidades que la tecnología y la digitalización han aportado a la edición, en cuanto a costos, difusión y gestión. No obstante, ese incremento sustantivo no ha derivado en un avance en la calidad de los productos editoriales y cabeceras.  De ahí que contar con un buen equipo humano, tanto en la redacción y edición como en el consejo científico y de revisores puede ser el mejor aval para que la revista se posicione en un lugar adecuado a sus objetivos. 

El Consejo de redacción suele estar conformado por distintos equipos humanos. El primero de ellos es el Editorial. En la mayoría de las revistas una persona es la que asume el rol de Editor, aunque también hay revistas en las que ese papel corresponde a varias personas (Editores o Editores asociados). En la revista Comunicar se contempla también la figura del Coeditor internacional (para las ediciones en otros países) y los Editores temáticos de cada call.

El Consejo científico internacional o Comité científico responde a la necesidad de constituir una comunidad científica con solvencia y prestigio, que sea garante de la calidad de las contribuciones y temáticas que se publican, así como de la difusión y proyección en el ámbito de conocimiento propio de la revista, por todo el mundo. Invitar a formar parte de este consejo a académicos e investigadores de relevancia, de distintas partes del mundo, implica una especie de control de índole científico y de calidad. Por ello la representatividad, la variedad y, sobre todo, la autoridad de estas personas son la mejor carta de presentación de una publicación que aspire a una posición importante en el campo de las revistas científicas.

El Consejo Internacional de Revisores constituye otro pilar básico en este equipo humano necesario para editar una revista. Estas personas son las responsables de la veracidad, idoneidad y calidad de lo que finalmente se publica en cada edición. Su cometido es valorar de forma rigurosa, desde las exigencias de un texto científico, las aportaciones que se les envían.  Ser revisor científico es una tarea importante para el progreso científico, y se reconoce en el ámbito académico. En este sentido una buena revista debe conformar un potente elenco de posibles revisores y gestionar su valiosísima colaboración de una manera eficaz y sostenible.

La mayoría de las revistas completan su equipo humano con equipos técnicos entre los que se encuentran personas que controlan, entre otros, los procesos de redacción, gestión y edición, difusión y visibilidad en redes Estas tareas, muy importantes, redundan en la calidad editorial porque se centran en la adecuación formal, estilística y estética, además de potenciar el impacto de los textos publicados mediante la gestión de redes sociales

Editar una revista científica

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-046

La edición de una revista científica implica un compromiso de rigor y trasparencia por parte de su consejo editor. Su responsabilidad y sus competencias permiten liderar y conformar un equipo que pueda desempeñar las diferentes tareas asociadas a la edición. Junto a ello, y como garantía de su papel en la gestión del campo científico en el que se inscribe la revista, es importante contar con personas con reconocida experiencia investigadora y prestigio en el ámbito académico. Por ello contar con consejos científicos de calidad es clave para el éxito de la revista. Además de un consejo de revisores  responsable de la evaluación ciega de los trabajos y por tanto filtro máximo de la calidad de la publicación, junto a un equipo técnico y de apoyo en las publicaciones (Equipo Informático, Equipo de Redes Sociales, Equipo de Visibilidad Científica e Indexaciones, Consejo Técnico de Redacción Estilística, Consejo de Traducciones, Gestión Comercial, Logística… ).

La consideración de si la publicación es o no científica y de impacto depende del cumplimiento de una serie de requisitos o estándares de calidad, que determinadas bases de datos y agencias de evaluación acreditadas chequean para estimar y clasificar proporcionando un estatus definido en un ranking. Básicamente se mide la originalidad y el rigor de los contenidos científicos que se difunden, y la visibilidad y el impacto de los trabajos publicados en el ámbito científico.

Para que la revista sea referente en su campo es primordial el rigor en la difusión de conocimiento, la puntualidad y periodicidad. A todo ello hay que añadir un formato dinámico, actual, accesible, abierto y digital. Un formato atractivo, que partiendo de las posibilidades que la tecnología  y el contexto digital brindan: web, gestor de manuscritos, facilite y potencie la difusión y lectura, en distintos formatos digitales (ePub, pdf, html y xml), además de la cuidada impresión en papel, si se tienen ambas opciones.

Finalmente, el tema o focus de la revista  es su principal seña de identidad. Por ello debe delimitarse de forma precisa estableciendo las líneas temáticas a las que deben dirigirse los trabajos que se envían. Estas líneas deben estar visibles especificándose sus distintas concreciones, estableciéndose los tipos de aportaciones: investigaciones, revisiones … en las que se pueden presentar los manuscritos.

Una revista científica de calidad debe contemplar con la claridad y concreción las normas que delimitan su estructura y ámbito, así como las claves de su compromiso ético. Las normas y procedimientos de la revista garantizan la consideración, atención y respeto al esfuerzo, la dedicación y la profesionalidad de los autores que deciden enviar un trabajo.

El JCR ya no es lo que era: Hacia un nuevo JCR más universal y, al tiempo, selectivo

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-045

El nuevo JCR-2020, más allá del WoS. Acaba de publicarse el nuevo JCR 2020 y su novedad no radica solo en que recoge la nueva actualización de datos, sino que, además, ha reconfigurado y ampliado considerablemente toda la base. Hasta ahora, Web of Science mantenía segmentadas y separadas las revistas de excelencia en el Journal Citation Reports (JCR) respecto a otras bases como la de Artes y Humanidades (A&H), o las revistas Emergentes (ESCI), que no contaban con factor de impacto medido y oficial.

De las 11.800 revistas que el JCR clásico incorporaba hasta 2019, ahora encontramos una suma de 20.932 publicaciones (01-07-2021), en las que se integran ESCI y A&H. Esto supone no solo un cambio cuantitativo (casi duplica el JCR en un año), sino también cualitativo, puesto que a partir de ahora JCR ya no es JCR, símbolo exclusivo de la excelencia, sino que acoge integralmente en su seno a revistas que hasta ahora estaban fuera por ser valoradas como de rango secundario (ESCI: con calidad medida, pero escaso impacto, según WoS), o bien con escaso juego de citaciones en sus áreas (A&H).

¡¡Aviso para autores, editores, lectores… y, sobre todo, evaluadores de Agencias!!

Este es un paso importante, y quizás necesario, al igual que ya hace desde hace años Scopus: congregar en una base integral todas las revistas científicas a nivel internacional (no olvidemos que aun así JCR solo abarca la mitad de la base Scopus, que actualmente indexa a 39.237 revistas).

A partir de ahora, las revistas ESCI y A&H están dentro de Journal Citation Reports, que engloba a todas las bases, pero con una diferencia sustancial: existen dos índices de medida que marcan la distinción, el JIF y el JCI.

Las antiguas JCR (que ahora se distinguen por estar en la Edición SCI= Sciences Citation Index, o en SSCI=Social Sciences Citation Index) siguen contando con un factor de impacto propio, el ya clásico y prestigioso JIF (Journal Impact Factor), reservado nuevamente para el club de excelencia y en la que el resto de revistas no aplican (n/a).

Las revistas de Edición y categoría ESCI y A&H no solo están integradas, sino que están indexadas y medidas con un nuevo factor, el JCI (Journal Citation Indicator), que es también compartido con las revistas clásicas JCR, que van a contar con los dos factores de impacto.

Es un importante cambio de nomenklator, pero en sustancia todo sigue igual. Ahora las JCR clásicas son las JCR-JIF que siguen siendo prácticamente las mismas. En JCR-Eduación, ahora JCR-JIF-Educación, se contaba en 2019 con 262 revistas en todo el mundo y este año 2020 solo han crecido en dos: 264. En España se contaba con 9 revistas, y este año siguen las mismas, sin ninguna alteración más allá de su clasificación y cuartiles.

Consideramos que puede ser una gran noticia que ahora todas las revistas estén visibles en el club “core” del mundo… Hay revistas que pueden tener y, de hecho, tienen un JCI más alto que otras con JIF, lo que es indicativo de que el mundo de las revistas se mueve.

España ha sido uno de los países más beneficiados de este nuevo modelo JCR. Seguimos contando, al igual que el año anterior, con solo 124 revistas JCR-JIF, de las que 20 son JCR-JIF-Q1 (aumentamos más de un 25%). Hay que resaltar el importante salto cualitativo en la base general JCR, donde crecemos hasta un total de 719 revistas JCR (incluyendo JCR-JIF junto con JCR-JCI).

‘Comunicar’ consigue los mejores datos de su histórico. Es la tercera revista en factor de impacto (JIF) de España en todas las áreas y segunda en volumen de citas de todas las publicadas en nuestro país. Además, en el ranking general JCR-JIF es la 7ª revista del mundo de 234 revistas en ‘Educación’ (frente al puesto 24 del año anterior), contando ahora con un percentil 97 (top 3% mundial), con un factor de impacto JIF casi duplicado del año anterior de 3,37 a 6,01. En el nuevo factor de medida, el JCR-JCI es la 11ª de 722. En ‘Comunicación’, en JCR-JIF ha escalado hasta el 9º puesto mundial (top 10%) (sobre 94 revistas), colocándose en puestos privilegiados de la elite mundial. En el nuevo factor de medida, el JCR-JCI es también la 9ª, en este caso sobre 204 revistas. La noticia más importante de toda es que, tanto en ‘Comunicación’ como en ‘Educación’, ocupa la 1ª posición absoluta del mundo como revista “Open Access” integral, en línea con las directrices de Horizonte Europa de la Comisión Europea y los países más avanzados del mundo que defienden la ciencia abierta.

En definitiva, evaluadores, autores, editores y lectores, hemos de acostumbrarnos a la nueva terminología. JCR se ha universalizado (como antes era WoS), ya no es el que era, ahora es más integral, pero menos selectivo. Hemos de comenzar a emplear una nueva terminología: JCR-JIF y JCR-JCI, ambos en paralelo, pero con distinciones muy claras. La ciencia selectiva se sigue moviendo y midiendo en JCR-JIF.

Publicados el JCR y Scopus 2020. “Comunicar” 7ª y 9ª del mundo en Educacion y Comunicación

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-044

No es discutible que la calidad de una revista o de un artículo va más allá del impacto de ambos, pero, sin duda, sus citas es una consecuencia de su originalidad, su visibilidad y su capacidad de generar avances científicos y, por ende, mejoras en la sociedad.

Si bien desde siempre ha habido movimientos y corrientes en contra del factor de impacto que representan JCR y Scopus, basado en la medida de citas de los trabajos, para clasificar la ciencia de prestigio, no hay hoy otros sistemas de medida parangonables en objetividad y transparencia universal, que no caigan en la discrecionalidad y la opacidad. Es obvio que este sistema tiene importantes fallas y sesgos, ampliamente diagnosticados y criticados, pero se ha revelado como el sistema más fiable. Métricas alternativas, juicios de expertos locales, valoraciones contextuales de contenidos… sin duda, aportan elementos discriminativos del valor de los trabajos, pero desgraciadamente también son mucho más propensos a la discrecionalidad (cuando no arbitrariedad) y, sobre todo, a la falta de transparencia, incluso de los parámetros previos de valoración. Hoy la ciencia bibliométrica, apoyada en el “big data”, puede dar un paso más allá y valorar los trabajos por sus continentes y también por sus contenidos, medidos estos también en impacto y secuelas en la comunidad científica. El “impacto del artículo” hoy es fácilmente medible, incluso con parámetros comparativos con la misma revista donde se publica. “Comunicar” cuenta con su propia sección, comparando el impacto del mismo no solo globalmente, sino también dentro de su año de publicación (https://bit.ly/3A70ESO). En todo caso, estas estrategias no eluden el impacto, sea de la revista o del trabajo, como premisa de reputación.

En consecuencia, más allá de las críticas, cada año en su ecuador −normalmente en junio− se espera con grandes expectativas la publicación de los índices de impacto de las dos principales bases de datos de referencias bibliográficas mundiales, Web of Science (WoS) y Scopus, clasificando a las revistas científicas en los listados que servirán de referencia, como parámetros de excelencia, en gran parte de los países generadores de ciencia en el mundo.

WoS ha publicado en el día de hoy (30-06-2021) el famoso Journal Citation Reports (JCR), que acoge a las 11.800 revistas más selectivas del mundo, clasificadas por áreas de conocimiento e indexadas en cuartiles y percentiles, en función del reconocido IF (impact factor). Con una remozada web, con más herramientas para los investigadores, Clarivate publica su nuevo listado que será referencia durante el próximo año para los investigadores de mayor reputación internacional en todas las áreas. Todos estos recursos requieren suscripción y solo la información genérica de las revistas está en abierto en el Master Journals List (https://bit.ly/2SsR7nQ).

También Scopus publicó los primeros días de este mes de junio (06-06-2021) su CiteScore 2020 que recoge indexadas 39.237 revistas de todo el mundo, centradas especialmente en los países con mayor desarrollo científico. Es la base más numerosa de literatura científica del mundo, especialmente en inglés, tanto de revistas open access como embargadas. El acceso al título de las publicaciones, sus datos técnicos, su factor de impacto… están en abierto a través de Scopus Preview (https://bit.ly/3h11VDo).   

Finalmente, queremos reseñar los excelentes resultados de “Comunicar” en estos dos grandes indexadores, en sus impactos, recién publicados, afianzándose un año más como una de las más sólidas y mejores Q1 en ambas bases. Nuestra publicación, más allá de las indexaciones, moviliza de forma permanente y decidida otros parámetros de excelencia, como reflejamos en nuestro “Decálogo por la calidad” (https://bit.ly/3gYBRZp), pero, como criterios de transparencia y proyección internacional, el posicionamiento en JCR y Scopus son hoy por hoy indiscutibles.

“Comunicar”, en el Ranking JCR 2020, es la 7ª revista del mundo de 234 revistas en Educación (frente al puesto 24 del año anterior), contando ahora con un percentil 97 (top 3% mundial). En Comunicación ha escalado hasta el 9º puesto mundial (top 10%) (sobre 94 revistas), colocándose en puestos privilegiados de la elite mundial, con un factor de impacto de 6,03 frente al 3,37 de 2019.

“Comunicar”, en el Ranking Scopus 2020, ha obtenido el 2º puesto del mundo (sobre 1.307 revistas indexadas, percentil 99) en ‘Estudios Culturales’; en el Área de ‘Educación’ escala 20 puestos hasta el 23º del mundo (top 2% mundial) (sobre 1.319 revistas) y sube en ‘Comunicación’ hasta escalar al 14º sobre 429 revistas (top 4% mundial) (https://bit.ly/35SpBDz). Además, como revista que apuesta desde sus inicios por la ciencia abierta, dentro de las revistas ‘open access’ de Scopus es la 1ª del mundo en Estudios Culturales, la 2ª del mundo en Comunicación y la 3ª del mundo en Educación.

Diagramación del artículo: Parámetros estéticos

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-043

Entre el extenso abanico de temáticas relativas a la edición de una revista científica, cabe mencionar la estética. Es decir, el contenido gráfico y corporativo que identifica a la revista. Una diagramación (maquetación) profesional en este área conlleva el análisis de la composición de los elementos fundamentales para un acceso a la información atractiva y legible. Por ello, conviene dedicar recursos humanos y económicos a la edición gráfica de los artículos científicos, de modo que autores de todo el mundo sean capaces de comprender e identificar cada una de las secciones y datos expuestos por los investigadores.


Aunque esta cuestión pueda parecer menor, en las revistas científicas de alto impacto internacional cada vez más autores dedican sus esfuerzos a la creación de gráficos y elementos visuales eficaces que comuniquen sus resultados de una forma sencilla. Si bien, este esfuerzo muchas veces queda relegado a una diagramación mínima por parte del equipo Editorial, disminuyendo la capacidad de retención del lector. Por ello, a continuación compartimos una serie de recomendaciones para la diagramación de una revista científica como ‘Comunicar’, en la que se contienen los ítems fundamentales para una lectura confortable y eficaz en cualquier dispositivo.

En este orden, la estructura estética de un manuscrito debe ser siempre clara, estar estructurada (en una lectura occidental de arriba a abajo y de izquierda a derecha en el espectro internacional), y contener los datos técnicos y de identificación principales tanto de la revista, de los investigadores, como de la investigación. Asimismo, se ha de atender a elementos como la tipografía (legible en un dispositivo tecnológico como, por ejemplo, un smartphone), los colores (corporativos), y la composición (justificaciones, interlineados, etc.).

Algunas claves para editores de revistas científicas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-042

Una revista científica es un canal de divulgación de resultados de investigación. Cada vez más y, a pesar de la discusión de si son o no un buen medio para la difusión y transferencia del conocimiento frente al modelo clásico del libro, se han convertido en el espacio por excelencia para hacer ciencia y compartirla.

Sin desacreditar ni desestimar el valor incalculable de los libros, especialmente para las Ciencias Sociales donde no hay tanta costumbre, los textos que se publican en las revistas son hoy por hoy la muestra de los avances en cualquier disciplina. El valor añadido de la revista científica estriba, fundamentalmente, en la garantía de que los textos, previo a su publicación, pasan por un complejo sistema de evaluación de personas expertas en el que campo, que confieren a los artículos la validez y autenticación de su solidez y aportación al ámbito de estudio.

En la actualidad hay muchas revistas profesionales, académicas y científicas. Si embargo no todas ellas se consideran como revistas de impacto o de nivel. Llegar a esta consideración supone que la publicación cumple con los requisitos que bases de datos y agencias de evaluación acreditadas han estimado, otorgándole a la revista en cuestión un estatus definido en un ranking. Estos estándares de calidad son los que hacen posible que quienes investigan y quieren publicar para el reconocimiento de sus méritos y hallazgos de investigación se decidan por una u otra revista. Y de manera recurrente, la revista en cumplimiento de sus propios criterios de calidad necesita de buenas publicaciones y autorías.

Si queremos que nuestra revista sea referente en el campo en el que trabajamos es importante que apostemos por el rigor en la difusión de conocimiento, la puntualidad, la periodicidad, y un aspecto dinámico, actual, accesible, abierto y digital.  De manera muy específica recomendamos que la revista tenga un formato atractivo, de cara a su difusión y lectura, aprovechando las posibilidades que la tecnología  y el contexto digital brindan hoy día: web, gestor de manuscritos. En este sentido, la información debe ser accesible y visible en distintos formatos digitales (ePub, pdf, html y xml), además de la cuidada impresión en papel, si se tienen ambas opciones. Todo esto es indicativo del cuidado y la preocupación por la maquetación y el proceso editorial.

Una revista científica ha de preocuparse por la selección y revisión de los artículos que le llegan. Por ello conviene tener especial cuidado con la claridad y concreción de las normas de la revista, establecer las claves de su compromiso ético  y apostar por el rigor en la valoración objetiva y concienzuda de los expertos o peer review. El interés por la calidad de contenidos, la evaluación de los métodos empleados, la comprobación de datos, y el estilo de la redacción son, entre otros, indicadores del progreso de una revista científica. Además del rigor editorial, que se hace patente en la puntualidad de cada una de las fases de la publicación, lo que a su vez es reflejo de su respeto a quienes les han confiado sus trabajos, independientemente de que estos sean o no admitidos.

El equipo humano que sustenta la publicación es otro de los aspectos clave. Por ello es también recomendable contar con un Consejo Editorial, Comité Científico, Consejo Internacional de Revisores Científicos, Consejo de Redacción, y Consejo Técnico de los que formen parte personas acreditadas y reconocidas en el mundo académico. La experiencia en cada campo y las distintas habilidades pueden garantizar la consolidación y el progreso de la revista siempre que se busque la excelencia, el rigor y el compromiso por encima de endogamias u otros criterios no científicos.

Otro indicador que facilita la visibilidad de los contenidos, la repercusión y el impacto está muy ligado en la actualidad al uso de redes sociales académicas, como AcademiaEdu o ResearchGate y otras más divulgativas, como Facebook y Twitter, gestores documentales como Mendeley, RefWorks y EndNote, o canales de vídeo e imágenes, como YouTube o Weibo. Y también a la promoción de la revista en congresos y cursos, y la política de Call actuales. El sistema de Calls garantiza el tratamiento de los temas o vetas del saber presentados por coordinadores temáticos expertos que atraen las investigaciones más potentes y actuales, que tiene posibilidad de ser referente y, por tanto, de que puedan ser citados.

Finalmente, los objetivos y mecanismos para la calidad de una revista dependerán de las personas que trabajan en ella y las metas que se propongan. Que una revista sea elegida por un autor o autora es la clave de todo el proceso. Para Comunicar, es muy importante la confianza depositada por quienes envían trabajos inéditos y originales. Por ello, otro de los aspectos que considera de relevancia es la garantía de la mayor visibilidad posible, la identificación de la autoría con máximo rigor, la información actualizada respecto a las citas recibidas por otros autores, y las métricas de impacto del manuscrito.

Publicado Dialnet Métricas 2020

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-041

Desde hace unos años el repositorio institucional académico más extenso en lengua española, Dialnet (https://dialnet.unirioja.es), cuenta con una sección para la indexación de sus publicaciones científicas y sus investigadores, dándole una auténtica plusvalía a este portal científico que ofrece como valor añadido métricas completas, con rankings de investigadores de todas las Universidades españolas, así como de todas las revistas publicadas en español (España e Iberoamérica especialmente). Su base de datos se alimenta de libros y capítulos de libros, tesis y revistas científicas en español.

La arquitectura de las indexaciones se basa en un sistema transparente de cómputo anual de publicaciones y citas registradas en esta macrobase de datos, al estilo del reconocido factor de impacto de la Web of Science, pero basado en literatura en español, complementando a nivel nacional y regional (latinoamericano) lo que da cobertura Scopus y JCR a nivel mundial, en estos dos casos con sesgo hacia el inglés (idioma), lo técnico (ciencias que predominan) y lo nórdico (origen de los países y editores de las fuentes).

Dialnet Métricas este año además aporta como novedad la inclusión de nuevas áreas registradas. El proyecto, que se inició con las áreas de Comunicación y Educación, se ha ido extendiendo progresivamente hacia todas las Ciencias Sociales, cubriendo hasta este momento 12 áreas. Este año se ha incorporado las Ciencias Jurídicas (con 12 nuevas áreas cubiertas) y las Humanidades (con 16).

La sección que recoge el ranking de revistas se denomina IDR (índice Dialnet de Revistas) (https://dialnet.unirioja.es/metricas/idr). Cada área tiene un ranking de las revistas más citadas en función del número de artículos publicados en una horquilla de 5 años (superando a WoS que computa solo dos años y a Scopus que lo mide con cuatro), hecho este que, en estas áreas sociales, jurídicas y de humanidades, se agradece dado que su espacio de citación es siempre más dilatado.

Junto al IDR, este portal ofrece sus “Indicadores Dialnet” (https://dialnet.unirioja.es/metricas/indicadores) que, estructurado en las mismas áreas, ofrece para cada una de ellas las secciones de “Investigadores”: Investigadores más citados por Áreas de Conocimiento y por Universidades españolas, así como “Publicaciones”: publicaciones más citadas y referencias bibliográficas por años, ofreciendo una información actualizada y única en el panorama bibliométrico español.

En el IDR de este año, la revista ‘Comunicar’ se vuelve a situar en el privilegiado primer puesto, tanto en Educación (https://bit.ly/3xDQKqo), como en Comunicación (https://bit.ly/3gP8oS5), áreas en las que está presente, a una holgada distancia del resto de revistas.

El portal además ofrece información personalizada de la evolución de cada revista en cuanto a su impacto y triángulo de citación. El caso de ‘Comunicar’ es bastante ilustrativo: https://bit.ly/3t3A7B3.

Tesauro

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-040

Un tesauro (del latín thesaurus ‘tesoro’) es una lista ordenada, controlada y estructurada de palabras o términos que se emplea para la búsqueda de documentos, la clasificación y el análisis de temáticas.

La importancia del tesauro en la publicación científica radica en la consecución de una normalización terminológica que facilite las tareas de indexación y búsqueda. Además, no solo estamos ante un inventario de términos que siguen un orden alfabético, sino que estas palabras se interrelacionan entre sí a partir de relaciones jerárquicas, de equivalencia o asociativas. El teusaro constituye, por tanto, una interesante herramienta en la codificación y regulación del lenguaje que encontramos en los documentos y publicaciones. Asimismo, la utilización de tesauros bilingües o plurilingües aporta un valor añadido en la estandarización de la terminología propia de las distintas ciencias, pudiendo establecer las correspondencias precisas.

Generalmente, los tesauros se organizan por ámbitos de conocimiento, y así encontramos en el área educativa el ERIC Thesaurus, aunque también existen tesauros multidisciplinares bastante reconocidos como el de la UNESCO. Las revistas de prestigio, por su parte, también suelen incluir sus propios tesauros relacionados con su temática, ejemplo de ello sería el de Comunicar con los términos propios de las ciencias sociales, particularmente de la educomunicación.

Es necesario, por tanto, que se haga uso del tesauro correspondiente al ámbito de estudio cuando se seleccionan las palabras clave del artículo evitando términos ambiguos, demasiado extensos y desconectados. Esto facilitará la labor tanto de los editores como de los propios autores.

Redes sociales generalistas: Gestionar una comunidad de la revista

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-039

¿Tiene una publicación la necesidad de estar en Facebook, Twitter o LinkedIN? ¿Hacemos una cuenta en YouTube o Instagram? De ser así ¿cada cuánto y qué debemos publicar? Estas son algunas de las preguntas más recurrentes a la hora de afrontar una asesoría de publicaciones científicas, quizá por desconocimiento o simplemente por la incapacidad material de llevar a cabo la gestión editorial y las redes sociales -además de las decenas de responsabilidades que solemos tener los profesores universitarios-.

Las redes sociales son plataformas o interfaces que permiten la conexión entre varias personas para comunicarse, informarse, producir y compartir contenidos, entretenerse y, en definitiva, hacer «vida digital». Valga decir que son una especie de medios de comunicación masivo que, utilizados de la forma adecuada, pueden convertirse en un canal de difusión, tráfico, accesos e impacto –ergo citas- de los manuscritos publicados en las revistas, pero más importante aún: la creación y gestión de una comunidad digital que comparte nuestros intereses.

Asimismo, aunque la comunidad científica internacional no ha acogido completamente el sistema de métricas alternativas (altmetrics) como indicador de impacto -siendo preponderante el factor de impacto de la revista-, cada vez obtiene más importancia la medición de la “influencia social” de las publicaciones, calculado por los accesos a sus artículos a través de enlaces desde páginas web, blogs, medios digitales, Wikipedia, Facebook y Twitter, principalmente.

Así pues, parece lógico que una publicación debe tener perfiles en las redes sociales generalistas, pero no todas valen igual para todas las áreas o disciplinas. La escogencia de las plataformas en las que la revista tendrá perfil -que debe ser gestionado, al menos, semanalmente- obedece a la pregunta ¿en dónde están mis lectores? ¿en qué red se generan los debates más importantes de mi área de conocimiento? ¿En qué plataforma puedo generar mayor interés y comunidad? ¿En cuál red social suelen intercambiar opiniones los participantes de los congresos de mi área? Eso sí, para cada red que integremos en nuestro plan de difusión será necesario un esfuerzo ad hoc, que se traducirá en más horas de trabajo o la necesidad de más miembros del equipo editorial o técnico.

Lo anterior debe dejar meridianamente claro que los perfiles de las revistas deben ser únicos para cada una de ellas. En este orden de ideas, es común que en una misma universidad se editen una serie de publicaciones y que, para aprovechar el esfuerzo, se cree un perfil único de la editorial o, para más inri, que la institución dentro de su política de comunicaciones no permita la creación de canales independientes para las revistas, buscando aprovechar la creación de contenidos de la publicación para nutrir sus canales institucionales. Ambas situaciones lo que reflejan es la ausencia más absoluta de comprensión de la unicidad y autenticidad de los canales para la creación de comunidades digitales, cada una con intereses, deseos y pretensiones totalmente distintas.

Twitter, Facebook y LinkedIN: La santísima trinidad de las RRSS

La escogencia de la plataforma en la que tener perfiles obedece principalmente a las características de nuestros lectores o público meta (target). En este sentido, el diagrama de públicos de interés (stakeholders) de una revista suelen ser (escalonadamente) los investigadores, los investigadores nóveles y doctorandos, los estudiantes de postgrado, los estudiantes de grado y profesores no-investigadores, los profesionales del área de la publicación (practitioners), medios de comunicación y público general; aunque este orden de prioridades puede ser distinto en algunas revistas científicas destinadas prioritariamente a profesionales (practitioners), como ocurre en ciertas publicaciones del área de Ciencias de la Salud.

Más allá de aspectos etarios y geográficos, los tres primeros escalones del mapa de públicos suelen estar generalmente en Twitter, Facebook y LinkedIN -esta última cogiendo más fuerza en los últimos dos años-. Por supuesto, cada una de estas interfaces deben gestionarse atendiendo a sus peculiaridades, como tamaño ideal del post o tuit, dimensiones idóneas de imagen o vídeo, tipo de redacción que genera mayor engagement, etiquetas o hashtags que aumenten la difusión, entre otras, además de intentar tener un papel activo en los espacios de discusión del área de conocimiento como son los grupos o etiquetas específicas de eventos (como Congresos de la disciplina o afines), lo que paulatinamente irá atrayendo comunidad específica de interés a nuestros canales.

Si bien es cierto que tener una comunidad grande puede ayudarnos a tener mayor alcance orgánico y visibilidad, no necesariamente esto se traducirá en impacto efectivo (y citas) de la revista. Por esta razón, de nada vale tener 15 mil seguidores del perfil si estos son -por ejemplo- estudiantes de grado de la universidad matriz de la revista. El aspecto estratégico de la gestión de redes generalistas pasa obligatoriamente por comprender los públicos prioritarios y la generación de contenido de calidad e interés para nuestra comunidad específica, con el fin de ir sumando a nuestro perfil, poco a poco, al público estrella: los investigadores.

En este sentido, si bien las redes suelen estar gestionadas por personal técnico especializado (preferiblemente) que estén al corriente de comunicación digital, diseño, edición de vídeos cortos, generación de leads, redacción publicitaria (copy), entre otros aspectos, es responsabilidad del equipo editorial -especializado en la disciplina- guiar y supervisar al community en los contenidos a compartir, congresos a los que atender (etiquetas) o investigadores a los que seguir o referenciar.

Instagram y YouTube ¿Por qué no?

“Yo he visto perfiles de revistas en Instagram y tienen muchos likes” Yo también. Aquí volvemos al punto inicial ¿dónde está tu público estratégico? ¿Ya lo tienes cubierto? Lo más probable es que los investigadores del área estén en las redes sociales anteriores (Twitter, Facebook y LinkedIN) y que acudan -dependiendo de factores como su edad- a perfiles de Instagram, Tik Tok, Club House, e incluso YouTube para otros aspectos menos profesionales.

Obviamente mientras más redes sociales atendamos, mayor visibilidad obtendrá la revista ¿Puedes tener un perfil en Instagram? Sí. Sin duda es una red que va a generar algún alcance concreto, pero no es -a día de hoy- la más idónea para alcanzar la base de la pirámide. Pudiera atreverme incluso a sugerir que es más estratégico -en términos de impacto efectivo- tener canales especializados en Telegram, o perfiles en redes sociales chinas (como Weibo o Douban) con más de 150 millones de usuarios que Instagram en este momento. En las redes sociales funciona el viejo adagio de “menos es más” en términos de concentrar más tiempo y calidad de publicaciones en las que nos funcionan y en las que está nuestro target principal.

Por último, con respecto a YouTube, este no suele ser utilizado como red social, sino como una plataforma de vídeos en streaming, aun cuando nos permite seguir canales, interaccionar con likes y comentarios o compartir vídeos. En este sentido, funciona como una especie de “contenedor” de piezas audiovisuales que compartimos en webs, blogs y otras redes sociales. En el caso de la Revista Comunicar, en YouTube (ver canal) tenemos una especie de videoteca de documentación con todos los call for papers, videoabstracts, contenidos generados para las distintas secciones de la revista y entrevistas a autores, editores y coordinadores de monográficos.

Propuesta de monográficos, Call for papers

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-038

Uno de los aspectos que, en nuestra opinión, deben contemplar los equipos editoriales de las revistas, en el caso de que todavía no lo hagan, es la propuesta de monográficos. Un planteamiento que consideramos tiene muchas ventajas y, si también se posibilita en cada número un espacio para miscelánea, carece de inconvenientes. Entre estas ventajas destaca el aumento de artículos que llegan a la revista, ya que nos permite recabar manuscritos, de temáticas emergentes y actuales. Por consiguiente, recibiremos un buen número de trabajos sobre esas temáticas potencialmente citables que, a medio plazo, aumentarán nuestro cómputo de citas y, en consecuencia, nuestro factor de impacto. En paralelo, permite que cualquier investigador siga enviando artículos sobre temáticas de investigación diferentes, lo cual no limita la entrada a la temática del call, siempre que se encuentre dentro del enfoque prioritario de la revista, así como del tipo de artículos que esta publica (trabajos de investigación, informes, estudios, manuscritos de revisión, etc.).

Contemplamos que el cincuenta por ciento de los artículos publicados en cada número sean del monográfico, aunque es obvio que el porcentaje de manuscritos, para los apartados de miscelánea y monográfico, depende de los editores, independientemente de este porcentaje, recomendamos que en cada número se publiquen manuscritos del monográfico y de otras temáticas de investigación. Algunas revistas solo publican trabajos que se encuadren en la temática de los números especiales, pero esto puede impedir a los posibles autores el envío de propuestas sobre investigaciones en la que en ese momento estén inmersos, ajenas a la temática.

En la misma línea, de cara a los posibles autores que quieran enviar manuscritos a nuestras revistas, les facilita saber con antelación (‘Comunicar’ publica los llamados a autores con un año de antelación), el proceso de elaboración del artículo, e incluso si se hace con tiempo, la investigación de la cual surgirá la propuesta. En el momento actual en ‘Comunicar’ hemos publicado el número 66 y tenemos llamadas para el envío de artículos hasta el número 73 (del cual la recepción cierra a finales de septiembre de este año, y el número se publicará en abril de 2022).

En ‘Comunicar’ intentamos facilitar a posibles investigadores, grupos y equipos de investigación o asociaciones (a los cuales concederemos el rol de Editores Temáticos en caso de que sea aceptada su propuesta) la realización de propuestas temáticas. Para ello contamos en la web con el apartado de call for issues, una “Normativa de presentación de calls en Comunicar” (https://bit.ly/2NzEsNi), donde, tras una información general sobre la figura de los Editores Temáticos en un monográfico, así como sus privilegios y obligaciones, se describe también, de forma pormenorizada, las 12 fases que para nosotros constituyen el proceso de presentación de un call.

Una propuesta de monográfico tiene que dejar claro a los posibles autores si un manuscrito que envíe puede ser publicable con base en el enfoque. Para tal caso, recomendamos que el call que se publicite tenga al menos los siguientes apartados:

– Título del monográfico y número de la revista en el que se publicará.

– La portada del número una vez que se publique.

– Fecha de inicio para el envío de artículos y fecha límite, así como las fechas de publicación de la edición (versión Online First y versión impresa)

– Información acerca de los Editores Temáticos, breve CV, y sus perfiles como investigadores (dado el trabajo que esto supone recomendamos al menos tres y, a ser posible y para facilitar la difusión del monográfico, que algunos de ellos sean hispanohablantes y otros de ámbito anglófono), así como los coeditores institucionales de la propuesta

– El enfoque general del call.

– Los descriptores.

– Cuestiones.

– Y, por último, instrucciones acerca del envió de propuesta de artículos para su consideración.

No hay que olvidar que, para que el call tenga repercusión y surta el efecto que buscamos, debe publicitado. No podemos limitarnos a introducirlo en la homepage de nuestra revista, presuponiendo que los interesados accederán a ella, sino que se hace preciso una buena campaña de visibilidad en la que se incluyan el envío de correos masivos a posibles autores interesados (en español e inglés, así como en modo texto y vídeo) y la difusión en las redes sociales, generalistas y académicas, de las revistas. En esta labor es muy importante también la colaboración de los Editores Temáticos, al ser estos expertos conocedores e investigadores del tema. El fin último es, difundirlo entre investigadores potenciales de la temática, a los cuales, a priori, tienen mejor acceso y comunicación que los editores de la revista.

Las indexaciones: visibilidad e impacto

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-037

La calidad de una publicación científica se mide básicamente por tres criterios: la originalidad y el rigor de sus contenidos científicos, la visibilidad que se sea capaz de generar, y el impacto de sus trabajos en la comunidad científica, así como en su transferencia social. Es obvio que la lógica establece que estos tres parámetros deben ser consecutivos y condicionados progresivamente. Si no hay trabajos novedosos, significativos y originales en una publicación, como de resultados de investigación relevantes, en condiciones normales no hay razones para que se genere una gran visibilidad de esos trabajos. En consecuencia, no se debe producir un gran impacto medido tanto en citas en otras publicaciones científicas, como en las llamadas ‘altmetrics’ (redes sociales, repositorios…).

Nos centramos en este post para Editores en la visibilidad de las publicaciones científicas. Esto es, en su presencia en todos los canales y contenedores que pueden generar accesibilidad a los investigadores.

En un mundo volátil de sobreinformación de datos, como es el universo Internet en el que nos movemos, solo una presencia planificada e intencionada en múltiples portales puede garantizar para una revista científica una alta exposición y visibilidad a fin de que pueda llegar a los usuarios finales que, una vez leídos los trabajos, pueden generar el impacto deseado, sobre todo, su concreción en citas. Este indicador es el único que finalmente genera el “valor” y “prestigio” de una publicación a través del aumento de sus factores de impacto en las bases más reconocidas, WoS y Scopus.

En ‘Comunicar’ diferenciamos dos grandes sectores en el campo de las indexaciones. Las bases de datos que miden impacto y, por tanto, seleccionan, pero también clasifican a sus revistas por su prestigio (especialmente medidas en citas), a las que denominamos “Factor de impacto” (https://bit.ly/2Ysuhfw), de aquellas otras que etiquetamos como “Bases de datos” genéricas (https://bit.ly/36w3SlA), que recogen un amplio espectro de fuentes documentales. En esta sección se pueden recopilar desde bases de datos internacionales selectivas, plataformas de evaluación de revistas, directorios selectivos, otras bases de datos bibliográficas, hemerotecas selectivas, portales especializados, catálogos de bibliotecas, redes sociales, sistemas de acreditación de revisiones, catálogos de bibliotecas universitarias internacionales (WorldCat), aplicaciones como Researcher…

Sin duda alguna, son las primeras, las de ‘Factor de impacto’, las que definen el prestigio de una publicación y la jerarquiza, marcando la diferencia en cuanto a su impacto, y, por ende, sobre su visibilidad y calidad de contenidos.

‘Comunicar’, como revista internacional, prioriza, ante todo, y por este orden, las citas en JCR (Journal Citation Reports) dentro de la base de datos Web of Science (WoS) y, en segundo lugar, la base de Scopus, propiedad de Elsevier. La primera incluye cerca de 12.000 revistas de todas las áreas, mientras que la segunda indexa poco más de 41.000 en 2021.

También, dentro de estas indexaciones de primer nivel, se puede computar con matices las citas en Google Scholar, si bien estas no están filtradas y recogen todo tipo de publicaciones académicas sin ningún criterio selectivo. Su valía está en su universalidad, pero la ausencia de filtrajes le resta prestigio. Si bien, su índice H se ha convertido en un elemento universalmente conocido y parangonable para investigadores y también para revistas, especialmente las publicaciones top-100 en cada lengua. En el ámbito latinoamericano hay que destacar también a REDIB con más de 1.100 revistas indexadas dentro de un ranking selectivo basado en WoS con una horquilla de 5 años.

Y, finalmente, en el ámbito español hay dos índices que en los últimos años han cubierto un espacio que clarifica el impacto de las revistas españolas, especialmente de aquellas que no tienen posicionamiento en el concierto internacional: FECYT Métricas y DIALNET Métricas… Ambos son dos buenos productos basados en citas (propias como DIALNET o ajenas como FECYT) que permiten a autores, editores y evaluadores de producción científica tener dos nuevos instrumentos que clarifican en el ámbito de las Humanidades y las Ciencias Sociales el panorama editorial español.

Claves de gestión editorial: El espacio web y el gestor de manuscritos

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-036

Los organismos de indexación de publicaciones científicas internacionales requieren en la actualidad una serie de requerimientos mínimos para su inclusión en las bases de datos. En este compendio, habitualmente se introducen aspectos que los evaluadores deben localizar con viabilidad en el espacio online de la revista. Así, tanto la web como el gestor de manuscritos, deben considerarse hoy una máxima para los Editores en materia de actualización, visibilidad y transparencia informativa. 

Parámetros de selección: La relevancia de la web y el gestor de manuscritos

Mantener un sitio web navegable y responsive adaptado a todos los dispositivos tecnológicos actuales es hoy la premisa entre revistas científicas de alto impacto internacional. Espacios online que han de cumplir una serie de parámetros y optimización para los procesadores de búsqueda e indexación. 

En efecto, planificar, controlar y priorizar las actualizaciones del espacio web y del gestor de manuscritos editorial de una revista científica conlleva una dedicación de tiempo y recursos adicionales que, principalmente, deben ser acometidos por técnicos profesionales. El fin último es aportar máxima rigurosidad en la actualización y resolución de incidencias entre Editores, Revisores y Lectores, mejorando la labor de gestión editorial y difusión de las publicaciones científicas.

Podemos observar, por ejemplo, que bases de datos como Emerging Sources Citation Index™ (ESCI) o Journal Citation Reports (JCR) de la colección principal de Web of Science, introducen hasta 28 criterios de evaluación. Parámetros que deben recogerse con claridad en el espacio web, siendo este el emplazamiento de comprobación fundamental para los evaluadores. De hecho, uno de los primeros parámetros es la propia URL web de la revista, además del registro y visibilidad del ISSN, el título de la publicación y el grupo editor, el acceso al contenido de la revista con sus correspondientes IP’s, la política de revisores pares ciegos, la información de contacto, la funcionalidad, arquitectura y usabilidad de la web, entre otros. Es decir, en muchos de los criterios se contempla la disposición de un espacio online y gestor de manuscritos, tal y como recogen, también, Scopus, Dialnet Métricas, Scielo, DOAJ

Asimismo, resulta esencial destacar la función del gestor de manuscritos. En ‘Comunicar’ hablábamos del sistema OJS 3 (Open Journal Systems), cuya finalidad es facilitar la gestión y publicación de manuscritos en línea mediante un sistema altamente flexible y gratuito. Si bien, existen otras opciones como ScholarOne™, Aries Systems Corporation, entre otros. 

Ejemplo de la relevancia digital de estos dos espacios es la revista ‘Comunicar’, recientemente actualizada y reestructurada, que incorpora no solo los criterios requeridos, sino servicios adicionales a la comunidad científica que aportan mayor valor y transferencia social como la Escuela de Autores, el Club de Editores, el sistema de Impacto de artículos, el Ranking ESCI, entre otros.

Ética de las publicaciones científicas y códigos de conducta

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-035

Las publicaciones científicas son comunidades en las que confluyen autores, revisores y equipo editorial, teniendo cada uno de ellos un rol y una serie de derechos y obligaciones inherentes a su actividad. Sin embargo, más allá de asuntos de derechos de autor no existen normativas internacionales de obligatorio cumplimiento para ninguna de estas partes, por lo que es la ética la que salvaguarda el conjunto de costumbres y pautas de comportamiento en estas relaciones sociales-académicas.

En este sentido, y para entenderlo en la praxis, el hecho que una revista se tarde un año en poner en revisión un manuscrito, un autor que pone como firmantes en el artículo a personas que no participaron en la investigación, o un revisor que pide que citen sus propias investigaciones en el informe, no son actitudes que conlleven una coacción jurídica pero que sin duda son comportamientos contrarios a la integridad académica, óbices de un relacionamiento óptimo y que indefectiblemente repercutirá en la imagen y reputación de la publicación y de su comunidad científica.

Aunque no han sido pocos los esfuerzos de establecer códigos de conductas y buenas prácticas en la investigación y las publicaciones -sobre todo en áreas de medicina y biología- (ver aquí algunos de ellos), la entidad más reconocida internacionalmente es el Committee on Publication Ethics (COPE) [Comité sobre Ética de las Publicaciones], organización no gubernamental creada en 1997 y que en la actualidad cuenta con más de 12.000 publicaciones suscritas, estando asociada además con el Consejo de Editores Científicos (CSE), la Asociación Europea de Editores Científicos (EASE), el Directorio de Revistas de Acceso Abierto (DOAJ), y otras entidades regionales y locales.

COPE ha establecido en 2017 un decálogo de prácticas que recomiendan que sean implementadas y publicitadas en las publicaciones científicas suscritas:

  • Alegatos de conducta impropia: Las revistas deben explicar claramente cómo atienden las denuncias de fraude académico y sobre cómo realizan los procesos de investigación en estos casos.
  • Autoría y contribuciones: Las publicaciones deben ser transparentes para establecer los requisitos de autoría y contribución.
  • Reclamos y recursos: Las revistas deben explicar detenidamente los procesos que tienen para la tramitación de quejas contra ella misma, su personal editor y los revisores.
  • Conflictos de intereses: Debe ser obligatorio que los autores y revisores declaren si existen conflictos de interés con la temática o el financiamiento.
  • Datos y reproducibilidad: Se deben explicar las políticas de la revista sobre acceso a los datos.
  • Supervisión ética: Debe incluir, entre otras cosas, políticas sobre el consentimiento para la publicación, la publicación sobre poblaciones vulnerables, la conducta ética de la investigación con animales, la conducta ética de la investigación con seres humanos, el manejo de datos confidenciales y las prácticas comerciales y de comercialización éticas.
  • Propiedad intelectual: Todas las políticas sobre propiedad intelectual, incluidos los derechos de autor y las licencias de publicación, deben describirse claramente. Además, cualquier costo asociado con la publicación (APC) debe ser claro para los autores y los lectores.
  • Gestión de la publicación: Es esencial contar con una infraestructura bien descrita y aplicada (organigrama), que incluya el modelo comercial, las políticas, los procesos y los programas informáticos para el funcionamiento eficiente de una revista con independencia editorial, así como la gestión y la capacitación eficientes de los consejos editoriales y del personal de redacción y publicación
  • Proceso de revisión por pares: Todos los procesos de revisión por pares deben ser descritos de manera transparente y bien administrados. Las revistas deben impartir capacitación a los editores y revisores.
  • Debates y correcciones post-publicación: Las revistas deben permitir la publicación de los artículos de debate en su sitio web, mediante cartas al editor, o en un sitio externo moderado, como PubPeer. Deben tener mecanismos para corregir, revisar o retirar los artículos después de su publicación.

En el caso de la Revista Comunicar se ha ido más allá de lo estrictamente solicitado por COPE, incluyendo un conjunto de compromisos de obligatorio cumplimiento para editores, revisores y autores (disponible aquí).

Los equipos editoriales de una revista científica de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-034

Las revistas científicas en el mundo han ido tomando un protagonismo medular en todas las ciencias en los últimos años. La capacidad de la publicación periódica en formato de artículos, de dar cuenta de los principales avances de la ciencia de forma ágil y rápida en textos ajustados en extensión, con una estructura estandarizada para la transmisión de los resultados, ha convertido a las revistas en el principal canal de comunicación científica, exclusivo ya en todas las disciplinas científicas técnicas, y cada vez más en el ámbito de las ciencias sociales y humanidades. Las resistencias son cada día más minoritarias y condenadas a la excepcionalidad porque no hay mejor medio de comunicación para la información científica que las revistas de calidad, donde se valoran realmente productos (resultados científicos) y no personas (en función de su trayectoria o nivel de influencia). Se gestionan la publicación de los resultados en cortos tiempos, se visibilizan en canales internacionales gracias al poder de Internet y, en muchos casos, se ofertan como ”ciencia abierta” (open access).

Gestionar la amplísima producción científica de casi siete millones de investigadores en más de 100.000 revistas científicas de todo el mundo (de las que un tercio aproximadamente tiene parámetros de calidad contrastada, insertas en Scopus o WoS) es bien complejo, y se requiere de equipos profesionales bien organizados en organigramas de trabajo.

Las revistas “profesionales” cuentan con personal especializado y en nómina para ejercer este trabajo. Suelen pertenecer a empresas privadas que han convertido en transacción comercial la edición de este tipo de publicaciones, al estilo de las editoriales clásicas de libros. Por otro lado, en las revistas no profesionalizadas, donde la tarea editora se suma sin línea de continuidad con la investigadora, docente y de gestión, los investigadores asumen el reto editorial con escasa profesionalización y poco tiempo. Muchas de estas cabeceras pertenecen a universidades públicas (y en algunos casos privadas) que mantienen este servicio editorial como imagen institucional, y en general con muy escasos recursos y preocupación por la calidad. Este hecho marca la diferencia entre las revistas con equipos profesionalizados de aquellos que trabajan voluntarista y altruistamente.

Los equipos editoriales son clave en una revista científica de calidad. No es tarea personal la labor de la edición científica, ni siquiera de reducidos equipos porque los roles que hay que ejercer son múltiples.

Por un lado, al Editor/a Jefe (que ha de ser un profesional-investigador de altísima reputación en su campo) ha de acompañarle un Consejo de Editores, más o menos amplio en función de la magnitud de la publicación, que han de especializarse en campos esenciales como el flujo de manuscritos, la gestión editorial, la visibilidad, la presencia en redes, la gestión de la comunidad científica de respaldo, la planificación y prospectiva… en suma, un amplio conjunto de tareas que garantizan la viabilidad y progresión de la revista. En algunas publicaciones se cuenta también con un Consejo de Redacción que, en parte, asume estas tareas editoriales que, por su propia naturaleza, deben de tener un rango menos técnico y más científico.

El Consejo Científico es también un equipo definido y consagrado en una revista científica clásica como órgano asesor que orienta y ofrece directrices, temáticas, enfoques y que, como investigadores consolidados, dan respaldo a la publicación ante la comunidad. Sin embargo, hay que reconocer que este órgano cada vez ha ido perdiendo peso y su papel en muchos casos no es más que honorífico, sin ejercer un liderazgo continuado en la publicación.

Es el Consejo de Revisores Científicos, hoy por hoy, el que ejerce una labor de liderazgo y un papel crucial en una revista de calidad, ya que son los revisores los responsables de la evaluación ciega de los trabajos y por tanto el filtro máximo de la calidad de la publicación. Los informes de los evaluadores garantizan la revisión para la selección de los mejores resultados de investigación. En algunos casos, como en la revista “Comunicar”, estos informes superan con creces los 10-20 informes de revisión, con lo que se garantizan que incluso los trabajos a publicar mejoren sustancialmente su versión inicial con múltiples perspectivas y observaciones.

Existen también otro tipo de Consejos más técnicos y de apoyo en las publicaciones, como el Equipo Informático, el Equipo de Redes Sociales, el Equipo de Visibilidad Científica e Indexaciones, el Consejo Técnico de Redacción Estilística, el Consejo de Traducciones, la Gestión Comercial, la Logística… que se organizan de múltiples maneras, pero que, en su conjunto, conforman el organigrama perfecto para tener no solo un producto de máxima calidad, sino también una explotación (en términos de visibilidad) que garantice a la revista su máximo impacto.

No lo olvidemos, una revista es solo de “calidad” cuando selecciona los mejores manuscritos por su originalidad, novedad y relevancia (sus tasas de rechazo deben ser necesariamente altas y de aceptación obligatoriamente bajas para garantizar esta premisa), pero además ese producto excepcional tiene que contar con la máxima visibilidad en todos los canales científicos para generar muchas lecturas y, por ende, el “impacto” que se traduce en métricas clásicas (citas en las mejores revistas del mundo) y métricas alternativas (redes sociales y otras vías de comunicación con la sociedad). En suma, hablamos realmente de calidad cuando convertimos un producto científico en un resultado que responda a problemas sociales y ofrezca alternativas viables (antes inexploradas) para alcanzar un mundo mejor, que es en definitiva la única finalidad de la ciencia.

Competencias de un buen editor

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-033

El editor de una revista científica es una figura clave para el éxito de la misma. El nivel de exigencia, su responsabilidad y la capacidad de liderar son determinantes para conformar un equipo que pueda afrontar las diferentes tareas asociadas a la edición. Además, es importante su experiencia investigadora y su prestigio en el ámbito académico, porque su papel como gestor de ciencia debe estar avalado por la credibilidad en el campo. A esto ha de sumarse el compromiso ético y la transparencia en la administración del proceso de edición.

La edición de una revista de calidad implica consideraciones muy variadas en las que se requiere, fundamentalmente, de rigor, estructura, colaboración y transparencia. Rigor en cuanto a los contenidos y lo que ello implica como conocimiento científico y académico. Estructura que se determina por un claro establecimiento de los roles de cada una de las personas que intervienen en el proceso de edición desde el inicio hasta la publicación el artículo:  llamada, admisión recepción, gestión de manuscritos, revisiones, correcciones, edición, publicación y difusión. Colaboración en tanto que la revista debe contar con una comunidad científica, en la que se ha de incluir avales y apoyos internacionales. Esto es, por una parte, investigadores, académicos, y profesionales vinculados al enfoque de la revista, como Comité Científico, Consejo de Revisores, que confieran la credibilidad necesaria para la innovación y el avance científico de lo publicado. Y, por otra, Consejo Técnico, que se responsabiliza de la concreción del formato de la publicación y su posterior difusión y la visibilidad. Transparencia en la gestión de todo el proceso y en los distintos: claridad y objetividad de la temática, visibilidad de las normativas, accesibilidad del procedimiento de envío, cumplimiento de los plazos, criterios de calidad y respeto del código ético.

El editor debe ser capaz de promover contribuciones sugerentes, adecuadas a las necesidades y retos del campo, en consonancia con las vetas del saber y la temática de la revista. Y debe hacerlo buscando el equilibro entre lo novedoso, lo original, lo relevante y lo significativo para los lectores de la publicación. En este sentido, el contacto con investigadores y académicos de relevancia en el ámbito temático de la revista es fundamental como garantía del rigor y actualidad de los de los trabajos que puedan publicarse. De ahí el planteamiento de los monográficos o call con los que se busca atraer los mejores trabajos y de mayor impacto, garantizando un número constante y suficiente de artículos.

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Manuscritos: la estructura de un artículo de revisión

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-032

En la actualidad, la producción científica ha generado un cómputo de manuscritos y formatos sin precedentes que, en su amplio espectro de propuestas y formatos, encuentran modelos más y menos consolidados. Entre ellos, observamos estructuras especialmente afianzadas, tal y como leímos en ‘Manuscritos: la estructura de un artículo de investigación’, y otras no tan arraigadas, pero igualmente aceptadas en las publicaciones internacionales. Para los Editores resulta esencial conocer estas estructuras que, hoy, más que nunca, adquieren un valor esencial para la fundamentación teórica: los artículos de revisión. En este compendio, podemos encontrar tres tipologías que se complentan entre sí: el artículo de revisión sistemática, el de revisión del estado del arte (narrativa), y el de revisión de síntesis con mayor evidencia. Véanse, a continuación, la estructura de estos formatos, así como sus diferencias.

Diferencias entre los tres modelos de artículo de revisión

La revisión sistemática pretende identificar, evaluar y sintetizar estudios individuales mediante un protocolo de análisis estricto basado en un modelo de información integrador, observacional y retrospectivo. Este rigor se basa en el estudio de fuentes de información valiosas y consolidadas (bases de datos, por ejemplo), que pretenden, mediante un proceso de exhaustiva rigurosidad, minimizar el sesgo documental. Este tipo de artículos, que agrupan resultados y cuestiones específicas de trabajos previos, aportan una propuesta añadida al compendio de resultados publicados, y pueden ser de corte cuantitativo (meta-análisis) o cualitativo. La estructura de esta revisión consta de: Introducción, Material y Métodos, Resultados y Discusión/Conclusiones (IMRyD). A diferencia de la revisión narrativa, este modelo centra su metodología en una estrategia de búsqueda que especifica criterios de inclusión y exclusión, así como otras cuestiones relativas a los objetivos, sesgos en la selección, validez de los estudios analizados, variabilidad entre los documentos, etc.

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Manuscritos: la estructura de un artículo de investigación

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-031

El hecho de que los manuscritos, que se pretendan publicar en revistas científicas, tengan que responder a una estructura consensuada no se debe a cuestiones de estilo o formales, ni es asunto baladí. Por el contrario, tiene como principal objetivo el que estos artículos puedan ser compartidos y se pueda transmitir a los demás miembros de la comunidad científica, de una manera correcta, los resultados que se hayan encontrado en las investigaciones, esta es la razón fundamental de que los manuscritos estén organizados y respondan a una estructura específica.

Los editores tienen que velar para que los artículos publicados en sus revistas estén organizados y respondan a una estructura (además, por supuesto, de controlar que los Metadatos –título, resumen y palabras clave- y las Referencias bibliográficas, estén correctamente realizados y siguiendo la normativa de su campo científico). Este es un aspecto que, en nuestra opinión, deberían contemplar los Editores Jefes y los Editores Asociados cuando realizan la revisión de edición, previa al envío del artículo a los revisores.

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Temática: enfoque, alcance y tipos de aportaciones

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-030

La temática (focus, enfoque, alcance) de una revista es su principal seña de identidad. De ahí, la importancia de definir y delimitar adecuadamente las líneas temáticas en las que deberán centrarse sus contenidos y aportaciones.

Establecer una temática demasiado específica puede limitar la llegada de artículos y la variedad de autorías, sin embargo, un enfoque genérico puede conllevar otras problemáticas relacionadas con diversidad de estudios e investigaciones que requiere un mayor número de expertos y un conocimiento amplio por parte del consejo de editores para poder llevar a cabo su labor de una manera adecuada. Por lo que, como decía Aristóteles, lo adecuado es quedarse en el «término medio».

La temática de la revista debería estar visible y accesible para los autores y lectores. Es recomendable que aparezca tanto al inicio de su página como en un apartado concreto donde se especifiquen asimismo subtemas o líneas más concretas, así como los tipos de aportaciones que versarán sobre esos contenidos. Aunque puedan variar de una revista a otra, si seguimos el ejemplo de Comunicar, las aportaciones que se especifican son:

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La gestión de OJS 3.0: Software libre preferente para Editores

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-029

Open Journal Systems (OJS) es un sistema de código abierto para Editores de revistas científicas que facilita la gestión y publicación de manuscritos en línea. Un modelo editorial altamente flexible, de descarga e instalación gratuita que, hoy, ya cuenta con su última versión (3.2.1-1, junio 2020), y que se ha consolidado entre más de 10.000 publicaciones en todo el mundo.

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¿Por qué emplear y actualizar a OJS 3?

La digitalización de las producción científica, así como la agilidad con que se administra actualmente la información en la Red, ostentan la creación de nuevos sistemas de gestión editorial que faciliten la labor del equipo. De modo que, en 2001, nace OJS como iniciativa de la Universidad de Columbia Británica, el Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá, la Fundación Max Bell, la Pacific Press Endowment y la Fundación MacArthur con el proyecto Public Knowledge Project (PKP). Un sistema funcional caracterizado por su instalación local, su configuración y personalización, su administración de contenidos, su capacidad de indexación, su interfaz de lectura temática, su sistema de notificaciones, su integración de servicios académicos de publicación como CrossRef u ORCID, su soporte multilingüe y su soporte de procesamiento de artículos, suscripciones, pagos en línea, etc. Pero, ¿por qué los Editores deben apostar realmente por este sistema? Es más, ¿qué beneficios reporta la actualización respecto a su predecesor, el OJS 2?

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La estructura y secciones de la web de la revista

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-028

La web de una revista es su cara más visible, de ahí la importancia de crear un espacio amigable que se ajuste a las necesidades del usuario, ofreciendo una información precisa. Para ello es muy importante que tanto el contenido como el diseño se complementen mutuamente, garantizando así una buena usabilidad.

Dar a conocer toda la información con una estructura sencilla y una fácil navegación por la web es la clave para conseguir acercar nuestra revista a los lectores. Pero ¿cómo se consigue esto?

Es primordial que cuando un usuario accede por primera vez pueda encontrar rápidamente lo que busca, de ahí que en la Home  de la página deban estar visibles los aspectos clave de la revista. Si nos fijamos en la web de la Revista Comunicar observamos:

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Iniciativa pública, privada, patrocinios… el sostenimiento económico de una revista científica

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-027

Una discusión permanente entre los investigadores es si las revistas deben cobrar o no por publicar. El movimiento de ciencia abierto, muy respetable en su filosofía, ha potenciado y agrandado la falsa creencia de que en investigación todo debe ser gratis, esto es, financiado con fondos del Estado, porque todos sabemos que, en una sociedad mercantil, toda transacción está sujeta a compras y ventas, y nada es propiamente gratis, porque tiene un costo real que alguien siempre abona.

La simplificación, como en muchas esferas de la vida, también se adentra peligrosamente en el terreno de la ciencia, justamente entre los científicos que deben ser los adalides de la información veraz.

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Los consejos científicos de las revistas de calidad: renovarse o morir

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-026

Las revistas científicas son, al igual que toda organización, un ente social; un sistema basado en el capital humano que conjuga una serie de procesos ordenados cuyos resultados individuales son sumativos para el cumplimiento de metas y objetivos, lo que suele repercutir en la calidad cualitativa de la publicación y, por ende, en su crecimiento cuantitativo -visibilidad, referencialidad e impacto-.

Mientras el editor jefe planifica al máximo nivel y ejecuta junto a los editores asociados una serie de planes, programas y estrategias, los revisores contribuyen con su conocimiento a evaluar los manuscritos y los autores apoyan con sus investigaciones, dando visibilidad a los artículos publicados. Por su parte, el consejo técnico (board of management) suele vincularse con actividades más ejecutivas como la revisión de traducciones, la edición de los textos, el trabajo en servidores y en la configuración del sistema de gestión, redes sociales, indexaciones, entre otros. En definitiva, en una revista científica, al igual que en cualquier otro tipo de organización, todos somos interdependientes y el éxito radica en la cooperación y la comunicación horizontal, en el entendido que, en la mayoría de los casos, son labores que se asumen ad honorem.

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Consorcios de revistas como estrategia de cooperación

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-025

Las revistas científicas del ámbito de las Ciencias Sociales han experimentado en los últimos años un crecimiento importante. Sin embargo, no todas están posicionadas en los índices que después se valoran en las evaluaciones de la ciencia en nuestro país. Ello ha impulsado una creciente necesidad de mejora en la calidad de estas publicaciones, en función de los parámetros que los distintos índices estiman para incluir a las revistas. Ese proceso de incorporación es lento y supone la atención a muchos indicadores. Algunos de ellos son el impacto y prestigio, la visibilización y acceso, y el rigor en el proceso. Estos criterios, que aportan calidad a las revistas consolidan las redes de reputación, las líneas de citación en cada campo, y la consolidación de tópicos y las vetas temáticas o nichos para determinar los temas de actualidad.

La cooperación es clave para que las publicaciones se constituyan en referentes de su campo. La imitación de modelos o buenas prácticas puede hacerse a partir de las estrategias de visibilización, que revistas mejor posicionadas utilizan, tales como una web accesible, e información transparente acerca de sus normativas y políticas. En este sentido, las redes de revistas, los consorcios, pueden servir para promover agrupaciones que compartan aquellos aspectos que consideren y se apoyen en la mayor visibilidad e impacto.

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Las Reseñas (de libros) en las revistas científicas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-024

Si bien es cierto que son los artículos científicos la tipología documental con mayor presencia en revistas científicas, es también muy común encontrarse otro tipo de textos como «Revisiones«, «Editoriales» «Cartas a los autores«, «Noticias» o tipologías más extrañas como «Reseñas de Películas«, «Retractaciones«, «Legislación» o incluso «Poemas«. Lógicamente, la naturaleza temática y la audiencia de cada revista justifican la existencia de estos documentos. La intención de esta publicación es presentar y profundizar en las características de una de estas tipologías documentales, las Reseñas de Libros y comentar su función en las revistas científicas.

Una reseña académica de un libro es una opinión sobre una monografía publicada en una revista académica con posterioridad a la presentación y publicación de la obra (Gorraiz, Gumpenberger, & Purnell, 2014), sus objetivos son según Ylva Linholm: Continuar leyendo «Las Reseñas (de libros) en las revistas científicas»

Normativa para autores y chequeo previo

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-023

farol que alumbraEstos dos documentos, que están directamente relacionados, son de los más consultados en la página de inicio de cada revista y los consideramos preceptivos para toda revista que pretenda considerarse de calidad. Ya insistimos en su importancia en otra entrada de este blog https://bit.ly/3c5FRTe y en la necesidad de que la normativa para autores recoja una serie de elementos entre los que cabe destacar:

– Las características de la revista en lo relativo a su temática, tipo de aportaciones (Investigaciones, Informes, Estudios, Propuestas, Revisiones, etc.), periodicidad, secciones y número de artículos publicados.

– Todo lo relacionado con el proceso editorial con respecto a los tiempos (número de días de revisión y publicación) y el flujo de correo con los autores (correos de recepción, desestimación, inicio proceso de revisión, publicación, difusión de los manuscritos, etc.)

– Los documentos a enviar a la hora de presentar un artículo, así como la estructura y epígrafes que debe tener cada uno de ellos, su extensión, aspectos formales a considerar (tipo de letra, márgenes, justificación, modo de presentar tablas y figuras, etc.), la normativa de referencia que se utiliza y cómo deben estar redactados, así como el número máximo de autores permitido. Continuar leyendo «Normativa para autores y chequeo previo»

El ADN de una revista científica: los créditos

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-022

En un mundo digital infinito, la identificación de una publicación científica, y por ende su visibilidad, es un factor clave para el conocimiento de la misma y especialmente para su reconocimiento.

adnHasta hace poco tiempo, salvo honradas excepciones, las personas, y también las cabeceras de revistas científicas, se movían en entornos locales, espacios de confort identificables y cercanos. Aun se contextualizan en estos espacios las revistas locales, e incluso regionales, que no tienen más aspiraciones que cubrir espacios de difusión en ambientes próximos. Nada que objetar a este tipo de publicaciones que, sin duda, también son necesarias, siempre que sus objetivos sean más bien profesionales y divulgativos de experiencias e investigaciones contextualizadas.

En cambio, las revistas científicas, por propia natura, son universales o cuando menos internacionales porque, para ellas, no existen fronteras políticas, geográficas, ni incluso lingüísticas (siendo el inglés la lengua franca).

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Los revisores: el pulmón de una revista científica de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-021

La mayoría de las revistas cuentan con equipos de académicos y científicos que velan por la autenticidad, originalidad, validez científica y pertinencia de los manuscritos que se envían. Estos equipos constituyen los Consejos de revisores. Son de manera metafórica, en estos tiempos de falta de oxígeno, el pulmón de una revista científica que aspire a ser de calidad.

correcting-1870721_640La ciencia se basa en la discusión, el comentario, la sugerencia, el replanteamiento, y la crítica con carácter constructivo. Esto es la base de una buena revisión que llevará al análisis y validación, desde la experiencia en la temática, de las aportaciones de los autores. Por ello, un buen equipo de revisión debe estar conformado por expertos en las líneas temáticas de la revista, que tengan un compromiso ético y el suficiente rigor en su campo de estudio. Se requiere, además, experiencia en la evaluación científica de manuscritos, de acuerdo con los criterios y parámetros que la revista establezca para valorar la calidad y la conveniencia o no de la aceptación o publicación.

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El impacto como consecuencia: calidad, gestión y visibilidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-020

El objetivo primordial de toda revista científica que se precie es llegar a ser una publicación de impacto. Esto es, aparecer bien posicionada en las distintas bases de datos o índices de calidad más prestigiosos. No obstante, este objetivo no es algo que se quality-787673_1920pueda conseguir de la noche a la mañana, para lograrlo son muchos los aspectos que hay que atender cuidadosamente, desde el rol de editores.

Por ello, señalamos aquí como los más destacados: la calidad, la gestión editorial y la visibilidad.

A la hora de medir la calidad de una publicación científica se recurre a diferentes indicadores:

  • El factor de impacto: la frecuencia con la que una revista ha sido citada en un año concreto.
  • El índice de inmediatez: mide la rapidez con la que se citan los artículos de una revista científica.
  • Cuartil: indicador o medida de posición de una revista en relación con todas las de su área.
  • Índice H e índice G: indicadores para evaluar la producción científica de un investigador.
  • SJR (SCImago Journal Rank): indicador desarrollado por SCImago, con el que el área de investigación, calidad y reputación de la revista científica tienen un impacto directo sobre el valor de la cita.
  • Journal Metrics: proporciona los datos del CiteScore y del percentil donde se encuentran posicionadas las revistas de acuerdo con extraída la información de la base de datos Scopus.

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Decálogo de criterios e indicadores de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-019

Uno de los principales apartados/documentos de una revista científica, junto con el de Fortalezas, es el de Criterios e indicadores de calidad. En este apartado se deben describir las características y fortalezas que tiene una revista con respecto a su gestión editorial, y es el seguimiento de estos criterios declarados lo que garantizará una buena praxis y una gestión transparente del proceso editorial.

En la web de la revista Comunicar presentamos un enlace a nuestro decálogo de criterios de calidad donde podemos ver que el primero de ellos, Impacto y prestigio, se refiere al posicionamiento de la revista en las principales bases de datos nacionales e internacionales, plataformas de evaluación de publicaciones, directorios selectivos, bases de datos bibliográficas, hemerotecas selectivas, portales especializados y catálogos de bibliotecas de todo el mundo. Es por eso que en este punto toda revista que aspire a un alto estándar de calidad debería mostrar todo lo relacionado con su impacto y prestigio.

criterios de calidadComo segundo punto, Visibilidad y acceso, se tendría que enunciar el seguimiento de una política editorial de acceso al conocimiento abierto y compartido. La disponibilidad de los artículos en distintos idiomas y de forma gratuita. La web de la revista debería tener versiones en varios idiomas y su visibilidad se debe potenciar mediante distintas formas de acceso (ePub, pdf, html, xml, etc.) además de tener presencia activa en redes sociales académicas y genéricas

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Tipología de artículos en revistas científicas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-018

El elenco de formatos de artículo científico es amplio y diverso, en tanto que estos se adaptan a cada una de las áreas de estudio. Para el Editor de una revista es tarea indispensable conocer las diferentes estructuras de manuscrito que, globalmente, se clasifican en publicaciones primarias con resultados y hallazgos no reportados previamente, publicaciones secundarias basadas en trabajos antecedentes y publicaciones terciarias o artículos de opinión científica. En suma, podemos encontrar investigaciones originales, artículos de revisión o meta-análisis, reseñas, informes, estudio de caso o caso clínico, carta al editor, metodologías… Si bien y, en el caso particular de las Ciencias Sociales que nos competen, incidimos en aquellas tipologías esenciales para una revista de alto impacto internacional.

Investigación empírica original

El formato más común. Muchas revistas se remiten al mismo como artículo original, artículo de investigación o investigación. Se trata de un informe que, en todos los campos de estudio, recoge una introducción o antecedentes completos del trabajo, seguido de una sección metodológica, de resultados, discusión y conclusiones. Presentan hallazgos innovadores y emergentes. 

Revisiones o meta-análisis

Los artículos de revisión proporcionan un resumen amplio sobre un tema concreto, siguiendo el método de la revisión de literatura y la prospectiva. Se trata, en definitiva, de generar un estado del arte referente para próximos trabajos con bibliografía selectiva (100 obras aproximadamente).

Informes

Esta tipología se introduce con menor frecuencia en revistas científicas, aunque podemos encontrar trabajos con planteamientos flexibles que no contemplen resultados empíricos, pero sí reflexiones, recopilación de datos, etc.

Reseñas

Trabajos inusuales, pero todavía contemplados en alguna publicación. Se trata de un breve espacio para comentarios sobre nuevos libros, películas, eventos científicos, aplicaciones de móvil u otros formatos mediáticos que puedan ser de interés para los lectores de esa revista. Generalmente incluyen pocas o ninguna referencia, pues se analiza el contenido de uno de los formatos previamente señalados.

Resulta primordial señalar, además, que estas secciones deben ser correctamente explicitadas en la normativa para autores de la revista. Una aclaración evidente, pero mínimamente aplicada por las editoriales científicas. En muchos casos se presentan estructuras, regulaciones de extensión y otras cuestiones formales que no se ajustan al formato real del trabajo. Por lo que no solo se ha de especificar el tipo de contenido, sino la configuración formal en que este debe ser expresado. Adicionalmente, estas secciones deberán adecuarse a secciones globales que acojan por temática los trabajos remitidos. Esto es, trabajos con un enfoque temático delimitado a un call for paper (monográfico) y trabajos ajustados al foco de la revista, pero de carácter misceláneo. En resumen, se trata de generar una disposición de artículos organizados según su calidad literaria, analítica, temática, estilística y de impacto.

El autor, clave del proceso editorial

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-017

 

La consideración de los autores en una revista científica es un aspecto fundamental que incide de manera notable en los parámetros de calidad de la misma. Las personas que deciden confiar su trabajo de investigación o de reflexión constituyen el objeto y el sentido de todo el proceso de recepción, revisión y publicación.

El equipo editorial debe considerar el hecho de que quienes confían sus trabajos inéditos y originales con la esperanza de su publicación merecen una atención que valore el esfuerzo, la dedicación y la profesionalidad invertida. De acuerdo con las normas y procedimientos de la revista, esta atención implica una serie de rutinas que deben ser de obligado cumplimiento si se trata de una publicación de calidad. Por ello es fundamental, en primer lugar, que la normativa y fases o requerimientos para poder enviar un texto sean claras y accesibles. Igualmente es esencial que se faciliten vías o cauces de feed back para posibles cuestiones o dudas.upload-2398772__340

Con el desarrollo tecnológico cada vez es más intuitivo el proceso de envío en las plataformas habilitadas al efecto. Quienes escogen una determinada revista para publicar en ella agradecen que ese proceso sea sencillo y eficaz, evitando duplicidades o pasos en falso.

Las buenas prácticas de los equipos editoriales son una garantía que los investigadores e investigadoras aprecian cuando eligen una revista para sus publicaciones. Si bien el impacto y el prestigio de cada publicación es el aspecto que más atrae, este suele deberse a indicadores como la visibilidad y acceso de los distintos trabajos. En este sentido es interesante promover en los autores la conciencia de su autoría y responsabilidad en la difusión de sus aportaciones. Así, contar con el código ORCID (Open Researcher and Contributor ID), además de preservar la identidad única de autoría, facilita una mejor accesibilidad y difusión de los trabajos. Por supuesto contar, también con redes sociales académicas (AcademiaEdu o ResearchGate) y otras redes sociales para una divulgación más rápida como Facebook, Twitter, Youtube…

Otro indicador muy estimado por los autores ha de ser la puntualidad en cada uno de los tiempos del proceso de recepción y edición de manuscritos. Ser respetuosos con los plazos de valoración por el equipo editorial y de evaluación por expertos da cuenta del rigor y el esmero en la gestión de aceptación de los manuscritos.

Author

En este sentido, la revisión por pares ciegos es la clave. La revisión concienzuda de los trabajos que recibe una revista requiere de expertos en los temas que son el focus de la publicación. Es importante contar con un número suficiente para poder desarrollar el proceso de manera rigurosa y a tiempo. Los autores valoran que esta dinámica se haga de forma transparente y ética. Por ello, el código ético obliga a los revisores a una evaluación crítica, honesta, constructiva y sin sesgo. Y exige el compromiso de originalidad y veracidad por parte de los autores para evitar malas prácticas de plagio. Un buen equipo editorial debe velar por la confidencialidad de los datos de los autores y evaluadores, durante todo el proceso editorial.

Muchas revistas facilitan tutoriales y blogs, con amplia información sobre los distintos aspectos que se necesitan para enviar un trabajo susceptible de ser publicado. La Escuela de Autores de Comunicar es un ejemplo de estas prácticas que redundan en la consideración de los autores puesto que facilitan el acceso y las claves para iniciar el proceso de publicación.

Los porteros de la ciencia: Betas del saber y temas emergentes

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-016

Las revistas científicas son agentes de enlace, adaptadoras del conocimiento e intermediarias-mediadoras entre autores y lectores, pero también entre temas e intereses de investigación. Evidentemente, una revista científica es un ente social, por lo que no es esta entidad, sino su staff científico -principalmente cuerpo editorial y consejo científico- quienes definen su temática (topics) y enfoques prioritarios (scopes), a veces de forma estratégica, y otras dependiendo de otro tipo de intereses (institucionales, editoriales, científicos, económicos, ideológicos y/o personales). En este sentido, los editores y el staff científico de las publicaciones somos gatekeepers de la ciencia, pues definimos con nuestras decisiones aquellos temas de mayor interés (priming) que merecen un tratamiento especial, en forma de monográficos, special issues, entre otros.

Una de las principales críticas que conlleva este tipo de modelo de intermediación -como todo medio de comunicación social- es que la priorización de un tópico conlleva necesariamente a la invisibilización y omisión de otros temas y problemas que merecen atención, creándose así una especie de «lagunas del conocimiento» que usualmente son replicadas desde las revistas de mayor impacto hacia las emergentes.

En este punto, siempre me gusta poner el ejemplo de mis inicios como investigador sobre desinformación por allá en 2012, cuando las revistas de Comunicación, Sociología y Ciencias Políticas consideraban esta temática fuera de su scope, rechazando los manuscritos por no estar alineados con sus prioridades. Sin embargo, en 2017, cuando la revista Nature publica en pre-print un monográfico sobre fake news y la palabra del año fue «posverdad», prácticamente todas las revistas de alto impacto de Ciencias Sociales hicieron números especiales sobre este asunto.

Un tema emergente garantiza visibilidad y citas, pues la comunidad científica -sobre todo en Ciencias Sociales- suele atender a problemáticas actuales o modas (en el sentido estadístico), básicamente porque así también operan los grants y proyectos financiados. Estos temas, además, suelen tener una alta tasa de inmediatez, lo que significa que son citados rápidamente, fundamental para ingresar o escalar posiciones en el Journal Citation Reports (JCR) o en Scopus.

Por supuesto, mejor que seguir el rastro de las revistas de mayor impacto, el trabajo de un buen equipo editorial es incluso adelantarse a éstas, revisando continuamente las tendencias de investigación en el campo -a través de análisis bibliométricos-, sus tasas de inmediatez e incluso analizar sectores I+D internacionales y del ciclo de sobreexposición (Hype Cycle) de Gartner. Esta indagación nos permitirá dilucidar hacia dónde va nuestro campo de investigación, adelantarnos a las tendencias y aprovechar -con tiempo- los picos altos de citación.

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Hype Cycle de Gartner 2019: En esta ilustración podemos apreciar cómo temas como Inteligencia Artificial o 5G son tendencias importantes de investigación para 2020.

Por supuesto, no serán pocas las críticas que suscite este modelo «por modas de tópicos», pues efectivamente dejan en un segundo plano otras investigaciones que pueden ser igual de importantes (como pasó con el tema de la desinformación en 2012). Ante esto es de reconocer que hay innumerable cantidad de revistas que pueden o no operar con estas lógicas de tendencias y que pueden estar o no incluidas en índices y bases de datos de alto impacto, pero sin duda siempre habrá un espacio para aquellos temas fuera del mainstream.

Normas, normas, normas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-015

Aunque el título de este post pueda parecer repetitivo, que lo es, nuestra intención es enfatizar la importancia que le concedemos a este apartado de la gestión editorial. Son muchas las razones que justifican que las revistas científicas cuenten con distintos apartados normativos que estén lo suficientemente pormenorizados. Expondremos estas razones desde tres perspectivas distintas: autores, editores y revisores.

libro con lupaDesde la perspectiva de los autores (recordemos la necesidad y conveniencia de que como editores nos pongamos en el lugar del autor) y siguiendo uno de nuestros criterios de calidad “El autor como máxima”, los autores agradecen (agradecemos ya que la mayoría de los editores también somos autores por lo que no nos resulta difícil ponernos en su lugar) que cuando vayan a someter a evaluación el resultado de sus investigaciones, siguiendo las “Normas para autores” de nuestra revista, el porcentaje de ambigüedad sea mínimo o no exista. Para que esto ocurra, previamente, a la hora de redactar el manuscrito tienen que conocer una serie de aspectos que es necesario que la normativa recoja de forma clara y pormenorizada, los principales son:

– La temática de la revista, su número de publicaciones anuales, así como el número de manuscritos de cada número. La existencia o no de secciones -Dossier (Monográfico) y Caleidoscopio (Miscelánea)- y el número de artículos que se puede publicar en cada una

– Información sobre el proceso editorial y el “flujo” de correo con autores (recepción, desestimación, envío de los informes de evaluación científica, envío de prueba de imprenta para su corrección ortotipográfica, etc.)

– Información clara, en número de días, sobre los tiempos de recepción, revisión y publicación

– La forma en la que se realizará el proceso de revisión de sus artículos y en base a qué “protocolo de revisión”

– El tipo de aportaciones que se pueden enviar (Investigaciones, Informes, Estudios, Propuestas, Revisiones, etc.)

– La extensión del título (en caracteres con espacios) y cómo debe estar redactado

– La extensión, mínima y máxima del texto (tanto en su versión española como inglesa)

– El número máximo de autores permitido

– La estructura y epígrafes del manuscrito, así como su forma de su numeración

– El tipo de: letra, interlineado, justificación, márgenes, etc. así como el uso, o no uso, de subrayados y negritas

– El modo de presentar las tablas y figuras (tablas y gráficos en 3D, normativa APA, etc.), cómo se confeccionarán y su número máximo (insistiendo en la conveniencia de utilizar la plataforma Figshare (http://figshare.com) para subir el material complementario que, por motivos de formato o tamaño, no se pueda insertar en los artículos)

– La normativa de referencia que se utiliza (APA 7, Chicago…), la necesidad de que aparezca el DOI en todas las citas que lo tengan y la utilización de acortadores para las direcciones web (a excepción de los DOI)

– El total de documentos que se debe subir (Presentación, manuscrito anonimizado, ideas clave, etc.)

Los autores agradecen también (y a los editores les facilita la labor) que todos estos puntos puedan ser revisados mediante una tabla de “Chequeo previo” que les permita cerciorarse, antes del envío, de que han seguido la normativa requerida por la revista

Desde la perspectiva de los editores podríamos exponer muchas razones que avalan la necesidad de una normativa clara, pero, de momento y por cuestión de espacio, solo mencionaremos dos:

– La responsabilidad del artículo -a la hora de su difusión y aumento de visibilidad e impacto- no solo es de los autores sino también del equipo editorial. Si se pretende que los manuscritos alcancen visibilidad e impacto, estos deben de seguir una serie de estándares: concreción del título, calidad del resumen, emergencia de la temática, extensión, estructura, número de palabras clave, referencias, etc. que los editores deben controlar por lo que la normativa ayuda, entre otros muchos aspectos, a definir una línea editorial clara.

– En el flujo de correspondencia con los autores, sobre todo en el caso de que el articulo sea desestimado o rechazado, ayuda bastante en la labor editorial el contar con una normativa clara a la hora de dar respuesta a las quejas que estas decisiones suscitan.

Igualmente son muchas las razones desde la perspectiva de los revisores, pero nos vamos a queda con una:

Tenemos que trasladar una idea clara de lo que se pretende que evalúen nuestros revisores, qué valor deben dar a cada apartado y aspecto, qué tipo de lenguaje debe ser utilizado en las revisiones… y esto solo será posible si nuestra normativa es clara y ponemos a su disposición un “Protocolo de revisión de manuscritos”, en nuestra opinión con aspectos cuantitativos y cualitativos, que también sea claro y fácil de cumplimentar.

Para terminar, queremos resaltar que, en nuestra opinión, el hecho de que una revista científica cuente con una normativa clara y suficientemente pormenorizada, se convierte en uno de los principales criterios de calidad de esta pues ayuda a garantizar otra serie de criterios como son la “Puntualidad y seriedad”, el “Rigor en el proceso”, la “Ética y el compromiso”, la “Calidad del Proceso editorial” y la consideración del “Autor como máxima”.

LLAMADAS: CALL FOR PAPERS

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-014

Las revistas científicas entre sus prácticas editoriales realizan un importante esfuerzo por llegar a la mayor parte de la comunidad de investigadores internacionales a través de llamadas para el envío de artículos, práctica reconocida como “Call for Papers”.

El interés de los comités editoriales de las revistas se focaliza en lograr la máxima difusión de estas llamadas a autores, para lograr varios propósitos:

  1. Recibir los mejores artículos vinculados al enfoque de la revista
  2. Difundir el interés de la revista por mantener activa la producción de literatura científica.

Los comités editoriales a través de los “Call for Papers” impulsan la visibilidad de su revista como un referente en los temas de máxima actualidad científica, captando la atención de potenciales autores y aportando calidad y rigor científico a los diferentes ámbitos de conocimiento.

Información a incluir en el CFP

  1. Fechas de envío y de publicación del número
  2. Tópicos o temas a los que deben vincularse los manuscritos
  3. Definir si la llamada de artículos está vinculada a un tema monográfico específico o a la revista en general
  4. Incluir la normativa de la revista en la que se especifica cómo enviar el manuscrito y qué requisitos debe cumplir en cuanto a contenido y formato, tiempos establecidos en la revista para responder a los autores respecto a la estimación o desestimación del manuscrito enviado. Es primordial facilitar lo máximo posible el envío del artículo.
  5. Información de interés para autores respecto a los criterios de calidad de la revista.
  6. Información sobre la revista: equipo editorial, periodicidad de publicación, bases de datos y posición en la indexación de la revista, tasas de aceptación y rechazo

Dónde difundirlo

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Algunos consejos para editores

Los investigadores y académico, potenciales autores que enviarán su manuscrito a nuestra revista, reciben cientos de mensajes con CFP de revistas científicas, congresos, conferencias, eventos científicos, a través del correo electrónico o las Redes Sociales. Evidentemente, eso supone todo un reto para el Consejo Editorial, buscando que su mensaje cause el interés suficiente en el lector para que lo reconozca como interesante y lo lea. Ofrecemos a continuación algunos consejos para lograrlo:

  • La estética es fundamental. Mantener una estética uniforme en los diferentes envíos de CFP, para que la audiencia identifique la revista, pero modificando levemente el estilo. Destacar con formatos especiales aquello que queremos que el lector reciba en primer lugar y que le cause una buena impresión llamando su atención.
  • Personalizar el contenido del texto tratando de adaptarlo a los distintos públicos, redes o líneas de distribución, si bien se ha de tener en cuenta no contradecir la recomendación anterior.
  • Adaptar el formato del mensaje a los diferentes: web, blogs, correos electrónicos, Redes Sociales, newsletter, firma en los email del staff de la revista.
  • Publicar los Call for Papers también en formato vídeo, de buena calidad.
  • Elegir la fecha y hora de envío con la máxima precisión para causar el mayor impacto.
  • Si el CFP se difunde mediante correo electrónico, cuidar especialmente el “Asunto”, identificando el nombre de la revista e incluyendo un mensaje breve y que llame la atención de los autores y sea convincente, para que lean el mensaje completo y no pase desapercibido en la bandeja de entrada. La primera impresión es lo que cuenta.
  • Encontrar el equilibrio en la longitud de los mensajes. Los mensajes deben ser claros, precisos, breves y completos. Si es necesario añadir una información extra, es recomendable incluir links que lleven al lector a ampliar la lectura, para no agotar su interés con un mensaje excesivamente amplio. Se recomienda no abusar de las imágenes, especialmente en los mensajes enviados por correo electrónico, puesto que muchas organizaciones no permiten su visibilización.
  • Implicar a los miembros de los Comités Científicos y a los Revisores en la difusión del CFP.

Métricas a Nivel de Artículo, las revistas deben colaborar con la causa

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-013

Una de las responsabilidades de una revista, con relación a sus autores, es la de proporcionar datos que revelen la actividad de los artículos que publica. Habitualmente, las revistas han presentado los datos de manera agregada, al nivel de las revistas. Las Métricas a Nivel de Artículo (ALMs Article Level Metrics) pretenden desagregar todos esos datos y ofertarlos por artículo, aprovechando las posibilidades de las plataformas digitales de revistas (Journal Management Systems). Estos datos son importantes para las propias revistas pues les permite obtener una información muy valiosa sobre el uso, repercusión y distribución de cada uno de los trabajos que publican y por tanto de su papel como entidades evaluadoras y difusoras de trabajos. No obstante, es especialmente útil para los autores, pues estos datos son un reflejo de la calidad de los trabajos que pueden ser (y deberían ser) usados en procesos de evaluación.

Una de las revistas pioneras en ofrecer estos datos fue Plos One (2005) que entre muchas novedades incorporó una plataforma de gestión que aprovechaba al máximo toda la información que los usuarios registraban y la repercusión de los artículos en otras plataformas (Tabla 1). De hecho, es común que se usen las métricas tradicionales de citas, con las métricas de uso web y en conjunción con métricas alternativas. Sin embargo, estas métricas fuera de contexto no tienen una medida para ser comprendidas, las métricas tienen que estar contextualizadas, relativizadas en el tiempo y en el espacio, es decir, que las citas de un artículo se deben poner en relación con las del conjunto de su revista o su categoría en el número o el año en que se publicó. Para ello, existen productos como Incites (Web of Science) o SciVal (Scopus).

Tabla 1. Métricas a Nivel de Artículo registradas por Plos One (2005)

¿Por qué las Métricas a Nivel de Artículo son importantes para la evaluación científica?

La evaluación científica del profesorado español se basa principalmente en la valoración de las publicaciones según la calidad de los medios en los que se publica, se aproxima la calidad del artículo a la calidad de la revista que lo publica. ¿Por qué? Básicamente porque apenas había información que nos ayudaba a situar la relevancia de cada trabajo, especialmente de los recién publicados. Por ello, se asumía (y asume) que publicar en una revista de calidad implicaba «competir» y “ganar” a otros trabajos para poder publicar, pues existe una relación directa entre el impacto de las revistas y sus tasas de rechazo. Por cierto, esto ya no es así con las MegaJournals, donde la competitividad por publicar teóricamente desaparece.

Es decir, que se evalúa un trabajo por la presencia de una revista en ciertas bases de datos y los indicadores promedio (Factor de Impacto, CiteScore, Scimago Journal Rank) que se genera, lo que provoca una gran desigualdad, pues sabemos que unos pocos trabajos reciben la mayor parte de las citas que posicionan a las revistas y en cambio la mayoría de los trabajos pasan sin pena ni gloria. Dicho de otra forma, un trabajo se evalúa por asociación con la calidad del medio que lo publica. ¿Qué proponen las Métricas a Nivel de Artículo? Algo simple, evaluar un trabajo de forma directa según indicadores, principalmente las citas, que han generado el propio trabajo poniéndolos en relación con el conjunto. Los indicadores a nivel de artículo son mucho más fiables y justos.

Por ejemplo; el siguiente trabajo de Andreu Casero publicado en la revista amiga “El Profesional de la Información” obtiene un número de citas elevado (16 citaS). En principio la revista EPI estaba situada en el segundo cuartil de la categoría “Library and Information Science” posición 43 de 88. Sin embargo el artículo es uno de los trabajos más citados de la revista. InCites (Web of Science) nos indica que le trabajo recibe 5.28 veces más citas que el promedio de artículos publicados en EPI en 2017. A la vez, recibe 4.61 veces más citas que los artículos publicados en el área (Library & Information Science), por lo que si ordenásemos los artículos de esa categoría ese año de más citado a menos citado el artículo escrito por Andreu Casero se situaría en el percentil 3, o dicho de otra forma; ¡este trabajo está en el 3% más citado de su categoría!

Las revistas deben preocuparse por facilitar los datos de uso de los trabajos que publican, así como de buscar otros datos como las citas en distintas plataformas y a ser posible los registros altmétricos, pero como decíamos al principio, estos datos hay que contextualizarlos para poder darles valor. Por ejemplo, esta semana, hemos publicado en Comunicar las citas relativizadas de los artículos, al objeto de que sirvan a los autores para justificar mejor la calidad de sus trabajos en convocatorias como la de Sexenios de Investigación. Sólo con la colaboración de las revistas podremos evolucionar en nuestra forma de evaluar y medir algo más cercano a la realidad, objetivo de todo proceso evaluativo.

Apertura y transparencia: el espejo reputacional de la revista

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-012

La organización interna del proceso editorial en toda publicación científica debe establecerse de forma escrupulosa, atendiendo a una serie de criterios y normas que convierten a la revista en candidata para ocupar un puesto en las bases de datos nacionales e internacionales. El rigor con el que esto se acometa permitirá, además, que la publicación entre en las mejores bases de datos y escale puestos en los rankings, lo que se traducirá en impacto y visibilidad a través de indexaciones que le darán prestigio global.

Pero, ¿cómo conseguirlo?

Atendiendo a las dos características que dan nombre a este post, diremos que apertura hace referencia a la acción de abrir, de hacer accesible algo, y transparencia es la calidad de transparente, es decir, aquello que resulta claro, evidente y que se comprende sin duda ni ambigüedad. Así pues, en calidad de editores, si buscamos tener una publicación de alta reputación, es fundamental velar por la máxima aplicación de estas dos características a partir de una serie de acciones que garantizarán ambas por igual.

Como editores avalamos la apertura de nuestra publicación a través del establecimiento de unos criterios de calidad públicos y accesibles. En este sentido el equipo editorial debe trabajar en equipo para consensuar y desarrollar las bases de estos criterios, que serán la génesis para una intachable reputación de la revista.

Varios son los criterios que se pueden trabajar; incluso partiendo de un número mínimo se pueden ir ampliando hasta conseguir un elenco parecido al que proponemos a continuación, que ha servido para alcanzar los primeros puestos de las mejores bases de datos del mundo editorial:

Por otro lado, la transparencia se regula a partir de la existencia de una normativa pública y explícita que garantice la honestidad en el quehacer editorial de los tres agentes implicados en el proceso: editores, revisores y autores. El código ético de una revista es la concreción de esta norma. El código más conocido al que pueden adherirse las revistas de todas las áreas es el Committee on Publication Ethics (COPEque se actualiza periódicamente y cuyo objetivo principal es formar y apoyar a los editores para convertir la práctica ética en algo habitual dentro de la cultura editorial. Su Plan Estratégico ofrece una guía fundamental para los editores basada en tres principios:

Así pues, si como editores buscamos gestionar una revista de prestigio y gran reputación entre las publicaciones científicas de nuestra área resulta fundamental atender de forma específica a estos dos conceptos: apertura y transparencia tan intrínsecamente unidos a la buena gestión editorial y, que, trabajados convenientemente por el equipo editorial, se convertirán en el espejo reputacional de la revista.

Indexaciones prestigiosas, globales y regionales: JCR, Scopus, Google Metrics, así como REDIB y Dialnet Métricas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-011

Una revista científica, frente a otras revistas académicas (de carácter divulgativo y profesional) ha de preocuparse no solo por su impecable gestión editorial, sino también de su visibilidad e impacto en la comunidad científica.

Las métricas en revistas científicas, que se han basado siempre en las citas recibidas por otras publicaciones de igual o superior posicionamiento, han sido el principal referente de “indexación”, sinónimo a su vez de calidad, prestigio y reconocimiento.

Si bien hay que reconocer que la asociación entre citas y calidad es reduccionista porque hay también otros parámetros más complejos que reflejan la “validez” de una publicación, la comunidad científica internacional ha aceptado esta medida como punto de referencia, partiendo de una premisa, al tiempo lógica y simple, esto es, que selectiva elección de manuscritos en un proceso editorial transparente y riguroso, y su necesaria alta visibilidad conlleva necesariamente a un gran impacto en la comunidad científica, que se traduce en citas en otros trabajos.

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Factor de impacto de las revistas de Comunicación de Emerging Source Citation Index

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-010

A continuación, se presenta el que sería el factor de impacto de las revistas de Emerging Source Citation Index (ESCI) del área de Comunicación. Se trata de un dato ficticio ya que este cálculo no se realiza de forma oficial por parte de Clarivate Analytics. No obstante, esta simulación va a permitir establecer una clasificación de revistas y ofrecer una visión sobre cómo se posicionan las publicaciones.

El ranking generado lo forman 114 revistas de las que 25 son españolas. Entre ellas, destaca la publicación Review of Communication Research que ocupa el primer puesto de ESCI en la categoría de Comunicación.

Por otro lado, Communication Methods and Measures que años anteriores se siituaba entre las primeras posiciones, ha abandonado este año ESCI y ha pasado a ocupar el puesto 20 de 88 en JCR. De este modo, dicha revista se sitúa ahora en el primer cuartil con un factor de impacto de 2.306 según datos de Web of Science.

Hay que señalar que el factor de impacto simulado ha sido calculado a partir de las citas que recibieron los documentos en Web of Science durante el año 2018 con datos obtenidos el 24 de junio de 2019.

Ciencia de máxima visibilización e impacto: Las nueve selectivas revistas españolas en JCR-Q1 en 2018

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-009

Según el Scimago Country Rank, España ocupa en 2018 el 12º país del mundo en producción científica de alta calidad (en el acumulado 1996/2018, el 10º, lo que supone una pérdida de dos puestos).

Si bien hay aun voces críticas (cada vez más silenciadas), el Journal Citation Reports y Scopus, como bases selectivas de ámbito internacional, son los dos portales más fiables y válidos para medir la mejor producción científica del mundo, más allá de su impacto social y local. Así se reconoce en los principales rankings del mundo y en las agencias de calidad de prácticamente todos los países con estructura científica. JCR recoge 80 países, 236 disciplinas y 236 revistas nuevas indexadas este año.

Nuestros investigadores, los españoles, han sabido proyectar la investigación nacional en el mundo, ocupando un digno puesto (al compás con nuestro PIB) que no se ha visto drásticamente afectado por el recorte en los presupuestos de investigación en la última década con la crisis estructural y global ni con la escasa recuperación de la inversión en I+D en los tres últimos años post-crisis.

Sin embargo, el otro pilar, junto a los investigadores, es nuestro tejido editorial científico y este es más que raquítico y muy alejado de nuestras tasas de producción científica (es obvio que tenemos que publicar más fuera que dentro para mantener la tasa de producción).

De las 11.877 revistas JCR que existen en el índice recién publicado (2018) solo 126 son revistas españolas (1% de la base) y de las 40.503 revistas que cuenta Scopus, a fecha de hoy (junio 2018), 794 revistas están editadas en nuestro país (solo 564 activas; 1,3% de la base). SJR-Scimago se ha quedado ya muy desfasado, de su base-fuente Scopus y solo mide 31.975 revistas Scopus, de las cuales son españolas solo 592; menos del 2% de la base). Se trata ya de por sí de un club selectivo muy por debajo de las 1.800 revistas científicas que Navas, Abadal y Rodrigues (http://bit.ly/2KO3Pbi) tienen registradas en España.

Y aun más selectivo es el número de revistas que están en el top de estas bases internacionales de prestigio.

En JCR solo 9 revistas (menos del 1% de las españolas, que son a su vez solo el 1% de la base internacional, esto es, menos del 0,1%) están posicionadas en el Q1 del Journal Citation Reports.

9-jcr-spainLas temáticas de estas revistas, como es generalizado en esta base, son del área científico-técnica y de las Ciencias de la Salud, disciplinas con fuerte potencial de crecimiento e inversiones, cuatro de ellas en inglés. “La Revista Española de Cardiología” ocupa el primer lugar en citas e impacto, seguida de “Archivos de Bronconeumología” y en tercer lugar por una revista psicológica en inglés “European Journal of Psychology applied to Legal Context”, como también la octava del área de la Psicología: “Psychological Intervention”. La cuarta publicación sigue estando en el ámbito sanitario “Emergencias”, como la sexta y séptima “International Journal of Clinical an Health Psychology” y “Adicciones”. La novena y última revista en Q1 es del área medioambiental “Ardeola: International Journal of Ornithology”.

Solo la quinta revista clasificada “Comunicar” (tercera en el número de citas con 1.367 y muy cerca en impacto de la cuarta) es del área social y humanística y representa a este nivel la producción editada en España en esta macroárea.

“Comunicar”, además, en sus áreas científicas, ocupa posiciones privilegiadas a nivel mundial en JCR. Es la 10ª revista mejor del mundo en Educación (sobre 243), y primera y única en español Q1 en esta disciplina, posicionándose en el top 5% mundial. Es la 9ª revista mejor del mundo en Comunicación, 1ª y única en español Q1-JCR. Es además la única revista JCR en esta especialidad de España sobre 84 revistas indexadas.

Es revista SCOPUS-Q1 (Citescore) en tres áreas distintas de conocimiento: primera en todas las áreas en español: top mundial 1% (la 5ª de 890 en Estudios Culturales), la top 8% del mundo (79ª de 1.040 en Educación) y la 9% mundial en Comunicación (26ª de 312) en estas tres especialidades. Esa la primera revista en valores absolutos sobre 2.820 en REDIB-2019 (índice de Revistas Latinoamericanas del CSIC) y la primera absoluta del top 100 de Google Scholar en español en todas las áreas (2018), así como la primera revista en Dialnet Métricas (2019) en Educación (1 sobre 225) y 1ª en Comunicación (1 sobre 55).

Scopus Preview y CiteScore, el indexador oficial de Scopus. SJR es ya un producto externo secundario

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-008

El mundo de las revistas científicas y sus indexaciones es altamente dinámico y en profunda conexión con la revolución que supone el big data y los flujos de información.

Scopus es una de las bases de datos más importantes de revistas científicas de todo el mundo, con implantación mundial y cobertura de 40.000 revistas de todas las especialidades.

Hasta hace muy poco tiempo, la indexación de esta base de datos la realizaba en exclusiva un grupo de investigación español, Scimago, que anualmente publicaba un índice (el famoso SJR: Scimago Journal & Country Rank), que clasificaba las revistas de Scopus por un factor de impacto de creación propia: SJR con sus correspondientes cuartiles, teniendo presente sus áreas de conocimientos y regiones/países (www.scimagojr.com/journalrank.php). Este índice ha sido tan popular (por su libre acceso y su página intuitiva) que muchos investigadores (e incluso evaluadores) han identificado e identifican aun hoy erróneamente Scopus con este portal privado.

Desde hace ya dos años (2017), Scopus cuenta con su herramienta oficial de medición de las revistas en su propio portal: Scopus Preview: https://www.scopus.com/search/form.uri?display=basic (sitio oficial), y que es donde realmente deben consultarse las revistas Scopus, con notables ventajas frente a otros productos secundarios e indirectos que, por desgracia, pueden contener errores notables.

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Avanzar ciencia: el plagio como virus máximo

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-007

Que toda ciencia aspira a lo inédito, lo original, lo relevante y lo impactante para mejorar la calidad de vida de las personas y la sociedad en general es casi una verdad intangible. Por ende, toda investigación competitiva, toda producción científica de calidad, toda tesis doctoral… debería tener este faro como brújula permanente.

PLAGIO-01Los editores de revistas de excelencia tenemos una enorme responsabilidad en este sentido porque somos los ‘gatekeepers’ de la ciencia, los porteros que permiten que una investigación se haga visible, y potencialmente impactante, para la comunidad científica.

El control de la integridad académica se ha convertido en los últimos años, no solo es un síntoma de la calidad de la publicación, sino también en una acción básica y esencial para preservar el ‘reconocimiento’ científico de la revista.

PLAGIO-02Desgraciadamente, estamos todos observando que las tasas de plagio académico son enormemente preocupantes en todos los niveles educativos. En ‘Comunicar’ se publicó un estudio en 2015 que demostraba que los estudiantes de secundaria no eran conscientes que copiar cualquier producto de Internet pudiera ser acto de usurpación o robo intelectual y mucho menos que pudiera ser constitutivo de delito (https://doi.org/10.3916/C44-2015-11).  Posteriormente, en 2016, publicamos un monográfico completo sobre ‘Ética y plagio en la comunicación científica’ (Comunicar, 48: www.grupocomunicar.com/index.php?contenido=revista&numero=48) con importantes aportes sobre este tema de investigadores internacionales.

El plagio se ha extendido como la pólvora también en la investigación científica y por ello en sus resultados de investigación, plasmados en los artículos científicos que nos llegan a las publicaciones académicas, incluso las de mayor posicionamiento a nivel internacional.

PLAGIO-04Bien es verdad que hasta hace poco tiempo (una década), las posibilidades de detección del plagio era casi mínimas porque la copia de las publicaciones en formato papel eran muy difícilmente detectables. Pero Internet y las ediciones en línea, al tiempo que han facilitado y proliferado el plagio, también han puesto en nuestras manos los mecanismos para su detección.

Hoy no puede entenderse una Universidad con una mínima reputación que no tenga a disposición de sus profesores (y también de sus alumnos) aplicaciones informáticas automatizadas de detección del plagio.

Esta realidad es igualmente trasladable a las revistas científicas que han de controlar sus tasas de plagio de todos los aportes que les llegan con posibilidad de revisión científica. Ahora bien, las múltiples aplicaciones de detección de copia ilegal no son todas igualmente efectivas no todas son válidas para cualquier tipo de fuPLAGIO-05ente. Es un error aplicar un programa antiplagio centrado en trabajos de estudiante a un artículo científico porque la focalidad de la búsqueda no es la misma y por tanto las tasas de captación de plagio diferirán de forma significativa.

‘Comunicar’ tiene publicada una sección dedicada al ‘Antiplagio’ Con más de 10 aplicaciones activas en Internet (www.grupocomunicar.com/index.php?contenido=antiplagio), algunas de ellas totalmente gratuitas pero con escasas prestaciones y otras (la mayoría) de pago y profesionales. CrossCheck (de CrossRef) es uno de los productos de mayor calidad para la detección de plagio en artículos científicos.

Finalmente, es muy importante saber interpretar las tasas de plagio para valorar un trabajo, ya que el porcentaje absoluto solo tiene un valor relativo al tener que tener presente muchos factores colaterales como el tipo de citación, las fuentes explícitas, el epígrafe donde se copia, las tasas por fuentes… En suma, un mundo que se debe conocer para que realmente la ciencia que se publique en las mejores revistas (también en las demás) responda a los criterios de novedad, original y que, en definitiva, genere el impacto deseado.