Impulsar la calidad y el impacto: las citas de un manuscrito

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-055

Medir la calidad y excelencia de una publicación científica exclusivamente por el número de sus citas es un reduccionismo que se ha impuesto en la evaluación de la ciencia. Se parte de la premisa simple de que una publicación con muchas citas es la que publica los mejores trabajos, los que permiten el acceso a mayor parte de la comunidad científica y los que, por tanto, garantizada su calidad y su visibilidad, son los más referenciados (citados) en otras publicaciones. Esta sencilla lógica permite clasificar las revistas en las grandes bases de datos por su factor de impacto medido numéricamente, incluso con decimales. Valorar solo el factor de impacto es limitante, pero frente otros sistemas interpretativos, discrecionales (y por ende, arbitrarios) y poco transparente, la medida de un trabajo (que no necesariamente de una publicación, porque ya existe el impacto medido de los artículos) nos permite, junto con otros parámetros más amplios, tener una visión más global de la valía e influencia de un trabajo, que facilitará, sin duda, que el aporte sea hallado por otros investigadores y, en consecuencia, aumentar su visibilidad y su utilidad. Por ello, es muy importante que los trabajos tengan citas y en este sentido, se pueden seguir diferentes estrategias como:

1) Escribir trabajos originales, novedosos e interesantes, que tengan una alta tasa de transferibilidad a la sociedad y replicabilidad científica. A veces, los investigadores redundamos en exceso y no tenemos presente el principio sagrado de que la ciencia se construye siempre con nuevo conocimiento, con el objeto de resolver problemas sociales. No hay ciencia sin problema y sin atisbo de solución. No hay trabajo excelente sin originalidad y relevancia. Además, una trayectoria investigadora profesional basada en la publicación de buenos trabajos genera un perfil investigador de alto nivel y, por tanto, de alto impacto consolidado.

2) Es muy importante seleccionar y especializarse en temas de investigación que preocupen a la sociedad y a la comunidad de investigadores/as. Los problemas requieren soluciones y cuanto más audaces y originales sean estas, más ciencia se construye y, por tanto, más replicable y citable será. Las investigaciones que son especialmente útiles o necesarias para la sociedad y su progreso social tienden a ser especialmente citadas.

3) Vincule y entronque su investigación con su ámbito de estudio, para que su trabajo sea reconocido en un campo de pensamiento e investigación. Obviamente, aunque las preguntas más importantes de su ámbito de estudio no pueden abordarse dentro de los límites de un artículo breve, establecer vínculos y relaciones con preguntas expansivas de su área de especialización puede aumentar el interés y las citas.

4. Cuide mucho su redacción científica. La claridad, la lógica de exposición y la redacción directa generará más lecturas, más visibilidad y más citas. Los errores gramaticales (que genera rechazo de los editores), el retorcimiento del lenguaje, las frases y párrafos superlargos no comunicará eficazmente. En este sentido, los metadatos del título, resumen/abstract y palabras clave se revelan como estratégicos.

5) Vele siempre por la uniformidad de su nombre científico, registrado en ORCID. La duplicidad de nombres para un mismo investigador genera dispersión y pérdida de citas asociadas a sus trabajos. En caso de que no lo tenga, estandarícelo cuanto antes, regístrelo en las bases de datos más importantes y genere ‘alias’ para recuperar la producción anterior con nombres diversificados.

6) Trabaje con grupo de colaboradores en coautorías, dado que la ciencia se construye más óptimamente en equipos, y a través de proyectos, que de forma individual. Colabore con otros autores, incluso a ser posible de otras latitudes porque los trabajos adquieren dimensiones más amplias y globales y atienden mejor a las demandas de la población universal. La ciencia no tiene fronteras. Las colaboraciones internacionales aumentan, estadísticamente, el número de citas, al igual que los trabajos en coautoría con investigadores influyentes.

7) Cite en los trabajos sus publicaciones anteriores de forma cuidadosa y ajustada. Citarse a sí mismo para aumentar las autocitas es una mala praxis fácilmente detectable. Igualmente, cite los principales trabajos de su campo de estudio. Los revisores conocen los tópicos e investigadores influyentes y no ser citados puede criminalizarse como forma de ocultación poco ética. Posicionar nuestro estudio entre los mejores nos da prestigio y credibilidad.

8) Las revisiones sistemáticas de un área de especialización que cuenten con el aval de investigadores influyentes generan altas tasas de citación porque se convierten en manuscritos de referencia. Los artículos de revisión tienden a ser muy citados, y los mejores artículos de revisión establecen a sus autores como expertos con influencia intelectual en sus campos.

9) Publique en las mejores revistas que puedan aceptar su trabajo, las más influyentes, las que captan más la atención de los investigadores porque en ellas las posibilidades de visibilidad e impacto son infinitamente mayores. Pocas revistas captan las lecturas y citas de muchos autores y, al contrario, muchas revistas a duras penas mantienen colaboraciones y lecturas. En todo caso es responsabilidad del investigador medir previamente el potencial de su trabajo y ser equilibrado a la hora de decidir si su trabajo se merece una revista top o bien una revista con impacto más limitado. Tanto ser tímido como muy atrevido son posturas extremas que no permiten encontrar el punto de optimización necesario para posicionar el trabajo en el mejor sitio posible teniendo en cuenta sus potencialidades.

10) Visibilice al máximo su trabajo, una vez publicado. Es una irresponsabilidad pensar que una vez publicado el trabajo se acabó la vida del manuscrito; muy al contrario, se inicia. Colocar el trabajo en el repositorio institucional, moverlo por redes sociales comunes y científicas, enviarlo por mails a los colegas próximos al tema, compartirlo con los alumnos de posgrado, llevar presentaciones o posters a congresos científicos (una vez publicados y no antes) … dan visibilidad al trabajo y si este es de calidad, generará lecturas y citas posteriores.

11. No olvide que el proceso científico se basa más en el tanteo y error que en el acierto, que es la última etapa del proceso. Si le rechazan el manuscrito en una revista es una gran oportunidad para revisar sus fichas y enviarlo a otra publicación mejorado. La humildad es clave del investigador. Según experiencias de algunos autores, los trabajos publicados tras el rechazo inicial de la primera revista elegida por el autor obtienen más citas que los trabajos aceptados por esa primera revista.

Indexaciones de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-053

Una revista científica de calidad se define por tres grandes ejes: 1) Unos contenidos de calidad rigurosamente seleccionados que atienden cuando menos a los principios de originalidad, novedad, relevancia y transferencia; 2) Variados sistemas de visibilización a través de canales múltiples, especialmente basados hoy en medios científicos electrónicos y redes sociales; 3) Presencia en múltiples bases de datos, repositorios, catálogos hemerográficos y, sobre todo, indexaciones de reconocimiento internacional. Esta última nunca debe ser una causa, sino la consecuencia razonable de las dos primeras, porque la lógica del “factor de impacto”, tan denostado en algunos sectores, es muy simple y directo: unos contenidos de gran calidad seleccionados rigurosamente que reciben a través del canal de la publicación múltiples sistemas de difusión, por lógica, serán leídos y serán citados en otros trabajos, generando “impacto” (medido en las citas que genera en revistas indexadas).

Las indexaciones, por tanto, son la punta del iceberg que reflejan −cuando el sistema no se distorsiona− la calidad y el rigor de los contenidos; y por ello, en este caso, medir al continente (el contenedor, la revista), no se aleja en demasía de medir el contenido, porque el continente garantiza, con su consejo científico y su comité de revisores, la calidad del manuscrito publicado, al menos genéricamente.

Pero ¿qué indexaciones, en el vasto universo de las indizaciones y bases de datos, hemos de considerar como de excelencia?

En primer lugar, hay que partir de la base de que la ciencia, hoy más que nunca, es universal y, por ende, no tiene fronteras y que, por tanto, todo intento de crear indexaciones “locales“ (esto es, nacionales) es un conato baldío de acotar lo que solo se puede ficticiamente. Las indexaciones han de ser abiertas y acoger revistas de todo el mundo porque cada vez más las cabeceras, al menos las prestigiosas, no responden a parámetros locales, regionales o nacionales, e independientemente de la ubicación de su editorial, cuentan con equipos internacionales variables, al igual que su staff, comunidad de lectores, revisores y autores.

Dicho esto, las tres indexaciones que hoy se deben considerar como los estándares y referentes internacionales son WoS (Web of Science), Scopus (de Elsevier) y Google Scholar. Estos tres productos, con grandes diferencias entre ellos, recogen, sin duda, la ciencia más prestigiosa, internacional y reconocida mundialmente.

La WoS cuenta con dos grandes bases de datos mundiales donde se recogen las 12.000 revistas de mayor consideración mundial en todos los campos: Science Citation Index y Social Science Citation Index, que genera el famoso JIF (Journal Impact Factor). Desde hace unos años, incluyen también una base secundaria, Emerging Science Citation Index (ESCI), que cuenta con casi 10.000 revistas, especialmente en campos menos cubiertos por la base principal y en otros idiomas además del inglés, que genera el JCI (Journal Citation Impact).

En segundo, en orden de prestigio y consideración en todas las ciencias, se encuentra SCOPUS, indexación internacional que ha crecido considerablemente en los últimos años y que hoy ya cuenta con más de 43.000 revistas de todas las especialidades en una base única, clasificada por percentiles con el CiteScore (su factor de impacto), actualizado mensualmente a través del CiteScore Tracker. Su amplia cobertura y su transparencia, además de su acceso abierto a los datos principales, le han dado un rango de referencia mundial.

En tercer lugar, y a gran distancia, se encuentra GOOGLE SCHOLAR METRICS, que a través del H Index (como factor de medida, junto a las citas generadas) indexa públicamente las 100 mejores revistas de cada lengua y, en inglés, de cada especialidad. Paradójicamente, diseñada sobre la base de datos más importante del mundo, Google, en cambio, solo ofrece indexadas una lista muy reducida de revistas.

Existen también base de datos regionales que han ido emergiendo en los últimos años que pueden considerarse, sobre todo si trabajan con lenguas minoritarias que no tienen el alcance del inglés. En el mundo latino, especialmente hay que reseñar REDIB por su amplia cobertura iberoamericana, incluyendo una base de revistas en español de más de 3.000 cabeceras y un catálogo selectivo indexado de 1.200 revistas, basado en citas de WoS. Otros productos en nuestro contexto, muy bien valorados por expertos y usuarios, son, por ejemplo, DIALNET MÉTRICAS, que ha hecho un esfuerzo impresionante por contar con una base de datos primaria, inigualable en el contexto latino, ofreciendo un producto transparente, replicable y con una información de primer nivel que no se circunscribe solo a las revistas, sino que se amplía a los investigadores, grupos y facultades, y universidades, todo ello accesible de forma universal y gratuita.

Basado en Scopus, un producto español que ha tenido notable impacto en los últimos años, es el SCIMAGO JOURNAL RANK que, a partir de la información de la base de Elsevier, generaba listados por áreas con los famosos SJR (su factor de impacto). En este momento indexa a 29.000 revistas y sigue contando con notable consideración, especialmente su SCIMAGO COUNTRY RANK, que ofrece información de la ciencia en el mundo por países y regiones, obviamente basada en la cobertura de estas revistas.

Los productos locales (nacionales) son múltiples y variados y responden en muchos casos a la preocupación de los países por intentar cubrir un amplio conjunto de publicaciones “menores” que no logran salir a la escena internacional. Un caso concreto en España es FECYT, que indexa las revistas que obtienen su sello de calidad. Todos sus parámetros de indización están basados en parámetros externos, algunos de ellos duplicados, y otros tan burdos como el número de citas sin factor de corrección.

En suma, el mundo de las revistas cambia y se revoluciona permanentemente y es obligación del investigador tener ojo avizor porque, junto a las ya denostadas “predators”, cada día es más fácil observar comportamientos llamativos de editores y revistas que nos deben tener en alerta. Las bases de datos universales son, en suma, un buen indicativo, porque su transparencia y replicabilidad nos permiten garantizar cabeceras de calidad para los trabajos de los investigadores.

Editar una revista científica

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-046

La edición de una revista científica implica un compromiso de rigor y trasparencia por parte de su consejo editor. Su responsabilidad y sus competencias permiten liderar y conformar un equipo que pueda desempeñar las diferentes tareas asociadas a la edición. Junto a ello, y como garantía de su papel en la gestión del campo científico en el que se inscribe la revista, es importante contar con personas con reconocida experiencia investigadora y prestigio en el ámbito académico. Por ello contar con consejos científicos de calidad es clave para el éxito de la revista. Además de un consejo de revisores  responsable de la evaluación ciega de los trabajos y por tanto filtro máximo de la calidad de la publicación, junto a un equipo técnico y de apoyo en las publicaciones (Equipo Informático, Equipo de Redes Sociales, Equipo de Visibilidad Científica e Indexaciones, Consejo Técnico de Redacción Estilística, Consejo de Traducciones, Gestión Comercial, Logística… ).

La consideración de si la publicación es o no científica y de impacto depende del cumplimiento de una serie de requisitos o estándares de calidad, que determinadas bases de datos y agencias de evaluación acreditadas chequean para estimar y clasificar proporcionando un estatus definido en un ranking. Básicamente se mide la originalidad y el rigor de los contenidos científicos que se difunden, y la visibilidad y el impacto de los trabajos publicados en el ámbito científico.

Para que la revista sea referente en su campo es primordial el rigor en la difusión de conocimiento, la puntualidad y periodicidad. A todo ello hay que añadir un formato dinámico, actual, accesible, abierto y digital. Un formato atractivo, que partiendo de las posibilidades que la tecnología  y el contexto digital brindan: web, gestor de manuscritos, facilite y potencie la difusión y lectura, en distintos formatos digitales (ePub, pdf, html y xml), además de la cuidada impresión en papel, si se tienen ambas opciones.

Finalmente, el tema o focus de la revista  es su principal seña de identidad. Por ello debe delimitarse de forma precisa estableciendo las líneas temáticas a las que deben dirigirse los trabajos que se envían. Estas líneas deben estar visibles especificándose sus distintas concreciones, estableciéndose los tipos de aportaciones: investigaciones, revisiones … en las que se pueden presentar los manuscritos.

Una revista científica de calidad debe contemplar con la claridad y concreción las normas que delimitan su estructura y ámbito, así como las claves de su compromiso ético. Las normas y procedimientos de la revista garantizan la consideración, atención y respeto al esfuerzo, la dedicación y la profesionalidad de los autores que deciden enviar un trabajo.

El JCR ya no es lo que era: Hacia un nuevo JCR más universal y, al tiempo, selectivo

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-045

El nuevo JCR-2020, más allá del WoS. Acaba de publicarse el nuevo JCR 2020 y su novedad no radica solo en que recoge la nueva actualización de datos, sino que, además, ha reconfigurado y ampliado considerablemente toda la base. Hasta ahora, Web of Science mantenía segmentadas y separadas las revistas de excelencia en el Journal Citation Reports (JCR) respecto a otras bases como la de Artes y Humanidades (A&H), o las revistas Emergentes (ESCI), que no contaban con factor de impacto medido y oficial.

De las 11.800 revistas que el JCR clásico incorporaba hasta 2019, ahora encontramos una suma de 20.932 publicaciones (01-07-2021), en las que se integran ESCI y A&H. Esto supone no solo un cambio cuantitativo (casi duplica el JCR en un año), sino también cualitativo, puesto que a partir de ahora JCR ya no es JCR, símbolo exclusivo de la excelencia, sino que acoge integralmente en su seno a revistas que hasta ahora estaban fuera por ser valoradas como de rango secundario (ESCI: con calidad medida, pero escaso impacto, según WoS), o bien con escaso juego de citaciones en sus áreas (A&H).

¡¡Aviso para autores, editores, lectores… y, sobre todo, evaluadores de Agencias!!

Este es un paso importante, y quizás necesario, al igual que ya hace desde hace años Scopus: congregar en una base integral todas las revistas científicas a nivel internacional (no olvidemos que aun así JCR solo abarca la mitad de la base Scopus, que actualmente indexa a 39.237 revistas).

A partir de ahora, las revistas ESCI y A&H están dentro de Journal Citation Reports, que engloba a todas las bases, pero con una diferencia sustancial: existen dos índices de medida que marcan la distinción, el JIF y el JCI.

Las antiguas JCR (que ahora se distinguen por estar en la Edición SCI= Sciences Citation Index, o en SSCI=Social Sciences Citation Index) siguen contando con un factor de impacto propio, el ya clásico y prestigioso JIF (Journal Impact Factor), reservado nuevamente para el club de excelencia y en la que el resto de revistas no aplican (n/a).

Las revistas de Edición y categoría ESCI y A&H no solo están integradas, sino que están indexadas y medidas con un nuevo factor, el JCI (Journal Citation Indicator), que es también compartido con las revistas clásicas JCR, que van a contar con los dos factores de impacto.

Es un importante cambio de nomenklator, pero en sustancia todo sigue igual. Ahora las JCR clásicas son las JCR-JIF que siguen siendo prácticamente las mismas. En JCR-Eduación, ahora JCR-JIF-Educación, se contaba en 2019 con 262 revistas en todo el mundo y este año 2020 solo han crecido en dos: 264. En España se contaba con 9 revistas, y este año siguen las mismas, sin ninguna alteración más allá de su clasificación y cuartiles.

Consideramos que puede ser una gran noticia que ahora todas las revistas estén visibles en el club “core” del mundo… Hay revistas que pueden tener y, de hecho, tienen un JCI más alto que otras con JIF, lo que es indicativo de que el mundo de las revistas se mueve.

España ha sido uno de los países más beneficiados de este nuevo modelo JCR. Seguimos contando, al igual que el año anterior, con solo 124 revistas JCR-JIF, de las que 20 son JCR-JIF-Q1 (aumentamos más de un 25%). Hay que resaltar el importante salto cualitativo en la base general JCR, donde crecemos hasta un total de 719 revistas JCR (incluyendo JCR-JIF junto con JCR-JCI).

‘Comunicar’ consigue los mejores datos de su histórico. Es la tercera revista en factor de impacto (JIF) de España en todas las áreas y segunda en volumen de citas de todas las publicadas en nuestro país. Además, en el ranking general JCR-JIF es la 7ª revista del mundo de 234 revistas en ‘Educación’ (frente al puesto 24 del año anterior), contando ahora con un percentil 97 (top 3% mundial), con un factor de impacto JIF casi duplicado del año anterior de 3,37 a 6,01. En el nuevo factor de medida, el JCR-JCI es la 11ª de 722. En ‘Comunicación’, en JCR-JIF ha escalado hasta el 9º puesto mundial (top 10%) (sobre 94 revistas), colocándose en puestos privilegiados de la elite mundial. En el nuevo factor de medida, el JCR-JCI es también la 9ª, en este caso sobre 204 revistas. La noticia más importante de toda es que, tanto en ‘Comunicación’ como en ‘Educación’, ocupa la 1ª posición absoluta del mundo como revista “Open Access” integral, en línea con las directrices de Horizonte Europa de la Comisión Europea y los países más avanzados del mundo que defienden la ciencia abierta.

En definitiva, evaluadores, autores, editores y lectores, hemos de acostumbrarnos a la nueva terminología. JCR se ha universalizado (como antes era WoS), ya no es el que era, ahora es más integral, pero menos selectivo. Hemos de comenzar a emplear una nueva terminología: JCR-JIF y JCR-JCI, ambos en paralelo, pero con distinciones muy claras. La ciencia selectiva se sigue moviendo y midiendo en JCR-JIF.

Publicados el JCR y Scopus 2020. “Comunicar” 7ª y 9ª del mundo en Educacion y Comunicación

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-044

No es discutible que la calidad de una revista o de un artículo va más allá del impacto de ambos, pero, sin duda, sus citas es una consecuencia de su originalidad, su visibilidad y su capacidad de generar avances científicos y, por ende, mejoras en la sociedad.

Si bien desde siempre ha habido movimientos y corrientes en contra del factor de impacto que representan JCR y Scopus, basado en la medida de citas de los trabajos, para clasificar la ciencia de prestigio, no hay hoy otros sistemas de medida parangonables en objetividad y transparencia universal, que no caigan en la discrecionalidad y la opacidad. Es obvio que este sistema tiene importantes fallas y sesgos, ampliamente diagnosticados y criticados, pero se ha revelado como el sistema más fiable. Métricas alternativas, juicios de expertos locales, valoraciones contextuales de contenidos… sin duda, aportan elementos discriminativos del valor de los trabajos, pero desgraciadamente también son mucho más propensos a la discrecionalidad (cuando no arbitrariedad) y, sobre todo, a la falta de transparencia, incluso de los parámetros previos de valoración. Hoy la ciencia bibliométrica, apoyada en el “big data”, puede dar un paso más allá y valorar los trabajos por sus continentes y también por sus contenidos, medidos estos también en impacto y secuelas en la comunidad científica. El “impacto del artículo” hoy es fácilmente medible, incluso con parámetros comparativos con la misma revista donde se publica. “Comunicar” cuenta con su propia sección, comparando el impacto del mismo no solo globalmente, sino también dentro de su año de publicación (https://bit.ly/3A70ESO). En todo caso, estas estrategias no eluden el impacto, sea de la revista o del trabajo, como premisa de reputación.

En consecuencia, más allá de las críticas, cada año en su ecuador −normalmente en junio− se espera con grandes expectativas la publicación de los índices de impacto de las dos principales bases de datos de referencias bibliográficas mundiales, Web of Science (WoS) y Scopus, clasificando a las revistas científicas en los listados que servirán de referencia, como parámetros de excelencia, en gran parte de los países generadores de ciencia en el mundo.

WoS ha publicado en el día de hoy (30-06-2021) el famoso Journal Citation Reports (JCR), que acoge a las 11.800 revistas más selectivas del mundo, clasificadas por áreas de conocimiento e indexadas en cuartiles y percentiles, en función del reconocido IF (impact factor). Con una remozada web, con más herramientas para los investigadores, Clarivate publica su nuevo listado que será referencia durante el próximo año para los investigadores de mayor reputación internacional en todas las áreas. Todos estos recursos requieren suscripción y solo la información genérica de las revistas está en abierto en el Master Journals List (https://bit.ly/2SsR7nQ).

También Scopus publicó los primeros días de este mes de junio (06-06-2021) su CiteScore 2020 que recoge indexadas 39.237 revistas de todo el mundo, centradas especialmente en los países con mayor desarrollo científico. Es la base más numerosa de literatura científica del mundo, especialmente en inglés, tanto de revistas open access como embargadas. El acceso al título de las publicaciones, sus datos técnicos, su factor de impacto… están en abierto a través de Scopus Preview (https://bit.ly/3h11VDo).   

Finalmente, queremos reseñar los excelentes resultados de “Comunicar” en estos dos grandes indexadores, en sus impactos, recién publicados, afianzándose un año más como una de las más sólidas y mejores Q1 en ambas bases. Nuestra publicación, más allá de las indexaciones, moviliza de forma permanente y decidida otros parámetros de excelencia, como reflejamos en nuestro “Decálogo por la calidad” (https://bit.ly/3gYBRZp), pero, como criterios de transparencia y proyección internacional, el posicionamiento en JCR y Scopus son hoy por hoy indiscutibles.

“Comunicar”, en el Ranking JCR 2020, es la 7ª revista del mundo de 234 revistas en Educación (frente al puesto 24 del año anterior), contando ahora con un percentil 97 (top 3% mundial). En Comunicación ha escalado hasta el 9º puesto mundial (top 10%) (sobre 94 revistas), colocándose en puestos privilegiados de la elite mundial, con un factor de impacto de 6,03 frente al 3,37 de 2019.

“Comunicar”, en el Ranking Scopus 2020, ha obtenido el 2º puesto del mundo (sobre 1.307 revistas indexadas, percentil 99) en ‘Estudios Culturales’; en el Área de ‘Educación’ escala 20 puestos hasta el 23º del mundo (top 2% mundial) (sobre 1.319 revistas) y sube en ‘Comunicación’ hasta escalar al 14º sobre 429 revistas (top 4% mundial) (https://bit.ly/35SpBDz). Además, como revista que apuesta desde sus inicios por la ciencia abierta, dentro de las revistas ‘open access’ de Scopus es la 1ª del mundo en Estudios Culturales, la 2ª del mundo en Comunicación y la 3ª del mundo en Educación.

Publicado Dialnet Métricas 2020

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-041

Desde hace unos años el repositorio institucional académico más extenso en lengua española, Dialnet (https://dialnet.unirioja.es), cuenta con una sección para la indexación de sus publicaciones científicas y sus investigadores, dándole una auténtica plusvalía a este portal científico que ofrece como valor añadido métricas completas, con rankings de investigadores de todas las Universidades españolas, así como de todas las revistas publicadas en español (España e Iberoamérica especialmente). Su base de datos se alimenta de libros y capítulos de libros, tesis y revistas científicas en español.

La arquitectura de las indexaciones se basa en un sistema transparente de cómputo anual de publicaciones y citas registradas en esta macrobase de datos, al estilo del reconocido factor de impacto de la Web of Science, pero basado en literatura en español, complementando a nivel nacional y regional (latinoamericano) lo que da cobertura Scopus y JCR a nivel mundial, en estos dos casos con sesgo hacia el inglés (idioma), lo técnico (ciencias que predominan) y lo nórdico (origen de los países y editores de las fuentes).

Dialnet Métricas este año además aporta como novedad la inclusión de nuevas áreas registradas. El proyecto, que se inició con las áreas de Comunicación y Educación, se ha ido extendiendo progresivamente hacia todas las Ciencias Sociales, cubriendo hasta este momento 12 áreas. Este año se ha incorporado las Ciencias Jurídicas (con 12 nuevas áreas cubiertas) y las Humanidades (con 16).

La sección que recoge el ranking de revistas se denomina IDR (índice Dialnet de Revistas) (https://dialnet.unirioja.es/metricas/idr). Cada área tiene un ranking de las revistas más citadas en función del número de artículos publicados en una horquilla de 5 años (superando a WoS que computa solo dos años y a Scopus que lo mide con cuatro), hecho este que, en estas áreas sociales, jurídicas y de humanidades, se agradece dado que su espacio de citación es siempre más dilatado.

Junto al IDR, este portal ofrece sus “Indicadores Dialnet” (https://dialnet.unirioja.es/metricas/indicadores) que, estructurado en las mismas áreas, ofrece para cada una de ellas las secciones de “Investigadores”: Investigadores más citados por Áreas de Conocimiento y por Universidades españolas, así como “Publicaciones”: publicaciones más citadas y referencias bibliográficas por años, ofreciendo una información actualizada y única en el panorama bibliométrico español.

En el IDR de este año, la revista ‘Comunicar’ se vuelve a situar en el privilegiado primer puesto, tanto en Educación (https://bit.ly/3xDQKqo), como en Comunicación (https://bit.ly/3gP8oS5), áreas en las que está presente, a una holgada distancia del resto de revistas.

El portal además ofrece información personalizada de la evolución de cada revista en cuanto a su impacto y triángulo de citación. El caso de ‘Comunicar’ es bastante ilustrativo: https://bit.ly/3t3A7B3.

Las indexaciones: visibilidad e impacto

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-037

La calidad de una publicación científica se mide básicamente por tres criterios: la originalidad y el rigor de sus contenidos científicos, la visibilidad que se sea capaz de generar, y el impacto de sus trabajos en la comunidad científica, así como en su transferencia social. Es obvio que la lógica establece que estos tres parámetros deben ser consecutivos y condicionados progresivamente. Si no hay trabajos novedosos, significativos y originales en una publicación, como de resultados de investigación relevantes, en condiciones normales no hay razones para que se genere una gran visibilidad de esos trabajos. En consecuencia, no se debe producir un gran impacto medido tanto en citas en otras publicaciones científicas, como en las llamadas ‘altmetrics’ (redes sociales, repositorios…).

Nos centramos en este post para Editores en la visibilidad de las publicaciones científicas. Esto es, en su presencia en todos los canales y contenedores que pueden generar accesibilidad a los investigadores.

En un mundo volátil de sobreinformación de datos, como es el universo Internet en el que nos movemos, solo una presencia planificada e intencionada en múltiples portales puede garantizar para una revista científica una alta exposición y visibilidad a fin de que pueda llegar a los usuarios finales que, una vez leídos los trabajos, pueden generar el impacto deseado, sobre todo, su concreción en citas. Este indicador es el único que finalmente genera el “valor” y “prestigio” de una publicación a través del aumento de sus factores de impacto en las bases más reconocidas, WoS y Scopus.

En ‘Comunicar’ diferenciamos dos grandes sectores en el campo de las indexaciones. Las bases de datos que miden impacto y, por tanto, seleccionan, pero también clasifican a sus revistas por su prestigio (especialmente medidas en citas), a las que denominamos “Factor de impacto” (https://bit.ly/2Ysuhfw), de aquellas otras que etiquetamos como “Bases de datos” genéricas (https://bit.ly/36w3SlA), que recogen un amplio espectro de fuentes documentales. En esta sección se pueden recopilar desde bases de datos internacionales selectivas, plataformas de evaluación de revistas, directorios selectivos, otras bases de datos bibliográficas, hemerotecas selectivas, portales especializados, catálogos de bibliotecas, redes sociales, sistemas de acreditación de revisiones, catálogos de bibliotecas universitarias internacionales (WorldCat), aplicaciones como Researcher…

Sin duda alguna, son las primeras, las de ‘Factor de impacto’, las que definen el prestigio de una publicación y la jerarquiza, marcando la diferencia en cuanto a su impacto, y, por ende, sobre su visibilidad y calidad de contenidos.

‘Comunicar’, como revista internacional, prioriza, ante todo, y por este orden, las citas en JCR (Journal Citation Reports) dentro de la base de datos Web of Science (WoS) y, en segundo lugar, la base de Scopus, propiedad de Elsevier. La primera incluye cerca de 12.000 revistas de todas las áreas, mientras que la segunda indexa poco más de 41.000 en 2021.

También, dentro de estas indexaciones de primer nivel, se puede computar con matices las citas en Google Scholar, si bien estas no están filtradas y recogen todo tipo de publicaciones académicas sin ningún criterio selectivo. Su valía está en su universalidad, pero la ausencia de filtrajes le resta prestigio. Si bien, su índice H se ha convertido en un elemento universalmente conocido y parangonable para investigadores y también para revistas, especialmente las publicaciones top-100 en cada lengua. En el ámbito latinoamericano hay que destacar también a REDIB con más de 1.100 revistas indexadas dentro de un ranking selectivo basado en WoS con una horquilla de 5 años.

Y, finalmente, en el ámbito español hay dos índices que en los últimos años han cubierto un espacio que clarifica el impacto de las revistas españolas, especialmente de aquellas que no tienen posicionamiento en el concierto internacional: FECYT Métricas y DIALNET Métricas… Ambos son dos buenos productos basados en citas (propias como DIALNET o ajenas como FECYT) que permiten a autores, editores y evaluadores de producción científica tener dos nuevos instrumentos que clarifican en el ámbito de las Humanidades y las Ciencias Sociales el panorama editorial español.

Los equipos editoriales de una revista científica de calidad

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-034

Las revistas científicas en el mundo han ido tomando un protagonismo medular en todas las ciencias en los últimos años. La capacidad de la publicación periódica en formato de artículos, de dar cuenta de los principales avances de la ciencia de forma ágil y rápida en textos ajustados en extensión, con una estructura estandarizada para la transmisión de los resultados, ha convertido a las revistas en el principal canal de comunicación científica, exclusivo ya en todas las disciplinas científicas técnicas, y cada vez más en el ámbito de las ciencias sociales y humanidades. Las resistencias son cada día más minoritarias y condenadas a la excepcionalidad porque no hay mejor medio de comunicación para la información científica que las revistas de calidad, donde se valoran realmente productos (resultados científicos) y no personas (en función de su trayectoria o nivel de influencia). Se gestionan la publicación de los resultados en cortos tiempos, se visibilizan en canales internacionales gracias al poder de Internet y, en muchos casos, se ofertan como ”ciencia abierta” (open access).

Gestionar la amplísima producción científica de casi siete millones de investigadores en más de 100.000 revistas científicas de todo el mundo (de las que un tercio aproximadamente tiene parámetros de calidad contrastada, insertas en Scopus o WoS) es bien complejo, y se requiere de equipos profesionales bien organizados en organigramas de trabajo.

Las revistas “profesionales” cuentan con personal especializado y en nómina para ejercer este trabajo. Suelen pertenecer a empresas privadas que han convertido en transacción comercial la edición de este tipo de publicaciones, al estilo de las editoriales clásicas de libros. Por otro lado, en las revistas no profesionalizadas, donde la tarea editora se suma sin línea de continuidad con la investigadora, docente y de gestión, los investigadores asumen el reto editorial con escasa profesionalización y poco tiempo. Muchas de estas cabeceras pertenecen a universidades públicas (y en algunos casos privadas) que mantienen este servicio editorial como imagen institucional, y en general con muy escasos recursos y preocupación por la calidad. Este hecho marca la diferencia entre las revistas con equipos profesionalizados de aquellos que trabajan voluntarista y altruistamente.

Los equipos editoriales son clave en una revista científica de calidad. No es tarea personal la labor de la edición científica, ni siquiera de reducidos equipos porque los roles que hay que ejercer son múltiples.

Por un lado, al Editor/a Jefe (que ha de ser un profesional-investigador de altísima reputación en su campo) ha de acompañarle un Consejo de Editores, más o menos amplio en función de la magnitud de la publicación, que han de especializarse en campos esenciales como el flujo de manuscritos, la gestión editorial, la visibilidad, la presencia en redes, la gestión de la comunidad científica de respaldo, la planificación y prospectiva… en suma, un amplio conjunto de tareas que garantizan la viabilidad y progresión de la revista. En algunas publicaciones se cuenta también con un Consejo de Redacción que, en parte, asume estas tareas editoriales que, por su propia naturaleza, deben de tener un rango menos técnico y más científico.

El Consejo Científico es también un equipo definido y consagrado en una revista científica clásica como órgano asesor que orienta y ofrece directrices, temáticas, enfoques y que, como investigadores consolidados, dan respaldo a la publicación ante la comunidad. Sin embargo, hay que reconocer que este órgano cada vez ha ido perdiendo peso y su papel en muchos casos no es más que honorífico, sin ejercer un liderazgo continuado en la publicación.

Es el Consejo de Revisores Científicos, hoy por hoy, el que ejerce una labor de liderazgo y un papel crucial en una revista de calidad, ya que son los revisores los responsables de la evaluación ciega de los trabajos y por tanto el filtro máximo de la calidad de la publicación. Los informes de los evaluadores garantizan la revisión para la selección de los mejores resultados de investigación. En algunos casos, como en la revista “Comunicar”, estos informes superan con creces los 10-20 informes de revisión, con lo que se garantizan que incluso los trabajos a publicar mejoren sustancialmente su versión inicial con múltiples perspectivas y observaciones.

Existen también otro tipo de Consejos más técnicos y de apoyo en las publicaciones, como el Equipo Informático, el Equipo de Redes Sociales, el Equipo de Visibilidad Científica e Indexaciones, el Consejo Técnico de Redacción Estilística, el Consejo de Traducciones, la Gestión Comercial, la Logística… que se organizan de múltiples maneras, pero que, en su conjunto, conforman el organigrama perfecto para tener no solo un producto de máxima calidad, sino también una explotación (en términos de visibilidad) que garantice a la revista su máximo impacto.

No lo olvidemos, una revista es solo de “calidad” cuando selecciona los mejores manuscritos por su originalidad, novedad y relevancia (sus tasas de rechazo deben ser necesariamente altas y de aceptación obligatoriamente bajas para garantizar esta premisa), pero además ese producto excepcional tiene que contar con la máxima visibilidad en todos los canales científicos para generar muchas lecturas y, por ende, el “impacto” que se traduce en métricas clásicas (citas en las mejores revistas del mundo) y métricas alternativas (redes sociales y otras vías de comunicación con la sociedad). En suma, hablamos realmente de calidad cuando convertimos un producto científico en un resultado que responda a problemas sociales y ofrezca alternativas viables (antes inexploradas) para alcanzar un mundo mejor, que es en definitiva la única finalidad de la ciencia.

Iniciativa pública, privada, patrocinios… el sostenimiento económico de una revista científica

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-027

Una discusión permanente entre los investigadores es si las revistas deben cobrar o no por publicar. El movimiento de ciencia abierto, muy respetable en su filosofía, ha potenciado y agrandado la falsa creencia de que en investigación todo debe ser gratis, esto es, financiado con fondos del Estado, porque todos sabemos que, en una sociedad mercantil, toda transacción está sujeta a compras y ventas, y nada es propiamente gratis, porque tiene un costo real que alguien siempre abona.

La simplificación, como en muchas esferas de la vida, también se adentra peligrosamente en el terreno de la ciencia, justamente entre los científicos que deben ser los adalides de la información veraz.

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El ADN de una revista científica: los créditos

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-022

En un mundo digital infinito, la identificación de una publicación científica, y por ende su visibilidad, es un factor clave para el conocimiento de la misma y especialmente para su reconocimiento.

adnHasta hace poco tiempo, salvo honradas excepciones, las personas, y también las cabeceras de revistas científicas, se movían en entornos locales, espacios de confort identificables y cercanos. Aun se contextualizan en estos espacios las revistas locales, e incluso regionales, que no tienen más aspiraciones que cubrir espacios de difusión en ambientes próximos. Nada que objetar a este tipo de publicaciones que, sin duda, también son necesarias, siempre que sus objetivos sean más bien profesionales y divulgativos de experiencias e investigaciones contextualizadas.

En cambio, las revistas científicas, por propia natura, son universales o cuando menos internacionales porque, para ellas, no existen fronteras políticas, geográficas, ni incluso lingüísticas (siendo el inglés la lengua franca).

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Indexaciones prestigiosas, globales y regionales: JCR, Scopus, Google Metrics, así como REDIB y Dialnet Métricas

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-011

Una revista científica, frente a otras revistas académicas (de carácter divulgativo y profesional) ha de preocuparse no solo por su impecable gestión editorial, sino también de su visibilidad e impacto en la comunidad científica.

Las métricas en revistas científicas, que se han basado siempre en las citas recibidas por otras publicaciones de igual o superior posicionamiento, han sido el principal referente de “indexación”, sinónimo a su vez de calidad, prestigio y reconocimiento.

Si bien hay que reconocer que la asociación entre citas y calidad es reduccionista porque hay también otros parámetros más complejos que reflejan la “validez” de una publicación, la comunidad científica internacional ha aceptado esta medida como punto de referencia, partiendo de una premisa, al tiempo lógica y simple, esto es, que selectiva elección de manuscritos en un proceso editorial transparente y riguroso, y su necesaria alta visibilidad conlleva necesariamente a un gran impacto en la comunidad científica, que se traduce en citas en otros trabajos.

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Ciencia de máxima visibilización e impacto: Las nueve selectivas revistas españolas en JCR-Q1 en 2018

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-009

Según el Scimago Country Rank, España ocupa en 2018 el 12º país del mundo en producción científica de alta calidad (en el acumulado 1996/2018, el 10º, lo que supone una pérdida de dos puestos).

Si bien hay aun voces críticas (cada vez más silenciadas), el Journal Citation Reports y Scopus, como bases selectivas de ámbito internacional, son los dos portales más fiables y válidos para medir la mejor producción científica del mundo, más allá de su impacto social y local. Así se reconoce en los principales rankings del mundo y en las agencias de calidad de prácticamente todos los países con estructura científica. JCR recoge 80 países, 236 disciplinas y 236 revistas nuevas indexadas este año.

Nuestros investigadores, los españoles, han sabido proyectar la investigación nacional en el mundo, ocupando un digno puesto (al compás con nuestro PIB) que no se ha visto drásticamente afectado por el recorte en los presupuestos de investigación en la última década con la crisis estructural y global ni con la escasa recuperación de la inversión en I+D en los tres últimos años post-crisis.

Sin embargo, el otro pilar, junto a los investigadores, es nuestro tejido editorial científico y este es más que raquítico y muy alejado de nuestras tasas de producción científica (es obvio que tenemos que publicar más fuera que dentro para mantener la tasa de producción).

De las 11.877 revistas JCR que existen en el índice recién publicado (2018) solo 126 son revistas españolas (1% de la base) y de las 40.503 revistas que cuenta Scopus, a fecha de hoy (junio 2018), 794 revistas están editadas en nuestro país (solo 564 activas; 1,3% de la base). SJR-Scimago se ha quedado ya muy desfasado, de su base-fuente Scopus y solo mide 31.975 revistas Scopus, de las cuales son españolas solo 592; menos del 2% de la base). Se trata ya de por sí de un club selectivo muy por debajo de las 1.800 revistas científicas que Navas, Abadal y Rodrigues (http://bit.ly/2KO3Pbi) tienen registradas en España.

Y aun más selectivo es el número de revistas que están en el top de estas bases internacionales de prestigio.

En JCR solo 9 revistas (menos del 1% de las españolas, que son a su vez solo el 1% de la base internacional, esto es, menos del 0,1%) están posicionadas en el Q1 del Journal Citation Reports.

9-jcr-spainLas temáticas de estas revistas, como es generalizado en esta base, son del área científico-técnica y de las Ciencias de la Salud, disciplinas con fuerte potencial de crecimiento e inversiones, cuatro de ellas en inglés. “La Revista Española de Cardiología” ocupa el primer lugar en citas e impacto, seguida de “Archivos de Bronconeumología” y en tercer lugar por una revista psicológica en inglés “European Journal of Psychology applied to Legal Context”, como también la octava del área de la Psicología: “Psychological Intervention”. La cuarta publicación sigue estando en el ámbito sanitario “Emergencias”, como la sexta y séptima “International Journal of Clinical an Health Psychology” y “Adicciones”. La novena y última revista en Q1 es del área medioambiental “Ardeola: International Journal of Ornithology”.

Solo la quinta revista clasificada “Comunicar” (tercera en el número de citas con 1.367 y muy cerca en impacto de la cuarta) es del área social y humanística y representa a este nivel la producción editada en España en esta macroárea.

“Comunicar”, además, en sus áreas científicas, ocupa posiciones privilegiadas a nivel mundial en JCR. Es la 10ª revista mejor del mundo en Educación (sobre 243), y primera y única en español Q1 en esta disciplina, posicionándose en el top 5% mundial. Es la 9ª revista mejor del mundo en Comunicación, 1ª y única en español Q1-JCR. Es además la única revista JCR en esta especialidad de España sobre 84 revistas indexadas.

Es revista SCOPUS-Q1 (Citescore) en tres áreas distintas de conocimiento: primera en todas las áreas en español: top mundial 1% (la 5ª de 890 en Estudios Culturales), la top 8% del mundo (79ª de 1.040 en Educación) y la 9% mundial en Comunicación (26ª de 312) en estas tres especialidades. Esa la primera revista en valores absolutos sobre 2.820 en REDIB-2019 (índice de Revistas Latinoamericanas del CSIC) y la primera absoluta del top 100 de Google Scholar en español en todas las áreas (2018), así como la primera revista en Dialnet Métricas (2019) en Educación (1 sobre 225) y 1ª en Comunicación (1 sobre 55).

Scopus Preview y CiteScore, el indexador oficial de Scopus. SJR es ya un producto externo secundario

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-008

El mundo de las revistas científicas y sus indexaciones es altamente dinámico y en profunda conexión con la revolución que supone el big data y los flujos de información.

Scopus es una de las bases de datos más importantes de revistas científicas de todo el mundo, con implantación mundial y cobertura de 40.000 revistas de todas las especialidades.

Hasta hace muy poco tiempo, la indexación de esta base de datos la realizaba en exclusiva un grupo de investigación español, Scimago, que anualmente publicaba un índice (el famoso SJR: Scimago Journal & Country Rank), que clasificaba las revistas de Scopus por un factor de impacto de creación propia: SJR con sus correspondientes cuartiles, teniendo presente sus áreas de conocimientos y regiones/países (www.scimagojr.com/journalrank.php). Este índice ha sido tan popular (por su libre acceso y su página intuitiva) que muchos investigadores (e incluso evaluadores) han identificado e identifican aun hoy erróneamente Scopus con este portal privado.

Desde hace ya dos años (2017), Scopus cuenta con su herramienta oficial de medición de las revistas en su propio portal: Scopus Preview: https://www.scopus.com/search/form.uri?display=basic (sitio oficial), y que es donde realmente deben consultarse las revistas Scopus, con notables ventajas frente a otros productos secundarios e indirectos que, por desgracia, pueden contener errores notables.

elsevieryScimago

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Avanzar ciencia: el plagio como virus máximo

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-007

Que toda ciencia aspira a lo inédito, lo original, lo relevante y lo impactante para mejorar la calidad de vida de las personas y la sociedad en general es casi una verdad intangible. Por ende, toda investigación competitiva, toda producción científica de calidad, toda tesis doctoral… debería tener este faro como brújula permanente.

PLAGIO-01Los editores de revistas de excelencia tenemos una enorme responsabilidad en este sentido porque somos los ‘gatekeepers’ de la ciencia, los porteros que permiten que una investigación se haga visible, y potencialmente impactante, para la comunidad científica.

El control de la integridad académica se ha convertido en los últimos años, no solo es un síntoma de la calidad de la publicación, sino también en una acción básica y esencial para preservar el ‘reconocimiento’ científico de la revista.

PLAGIO-02Desgraciadamente, estamos todos observando que las tasas de plagio académico son enormemente preocupantes en todos los niveles educativos. En ‘Comunicar’ se publicó un estudio en 2015 que demostraba que los estudiantes de secundaria no eran conscientes que copiar cualquier producto de Internet pudiera ser acto de usurpación o robo intelectual y mucho menos que pudiera ser constitutivo de delito (https://doi.org/10.3916/C44-2015-11).  Posteriormente, en 2016, publicamos un monográfico completo sobre ‘Ética y plagio en la comunicación científica’ (Comunicar, 48: www.grupocomunicar.com/index.php?contenido=revista&numero=48) con importantes aportes sobre este tema de investigadores internacionales.

El plagio se ha extendido como la pólvora también en la investigación científica y por ello en sus resultados de investigación, plasmados en los artículos científicos que nos llegan a las publicaciones académicas, incluso las de mayor posicionamiento a nivel internacional.

PLAGIO-04Bien es verdad que hasta hace poco tiempo (una década), las posibilidades de detección del plagio era casi mínimas porque la copia de las publicaciones en formato papel eran muy difícilmente detectables. Pero Internet y las ediciones en línea, al tiempo que han facilitado y proliferado el plagio, también han puesto en nuestras manos los mecanismos para su detección.

Hoy no puede entenderse una Universidad con una mínima reputación que no tenga a disposición de sus profesores (y también de sus alumnos) aplicaciones informáticas automatizadas de detección del plagio.

Esta realidad es igualmente trasladable a las revistas científicas que han de controlar sus tasas de plagio de todos los aportes que les llegan con posibilidad de revisión científica. Ahora bien, las múltiples aplicaciones de detección de copia ilegal no son todas igualmente efectivas no todas son válidas para cualquier tipo de fuPLAGIO-05ente. Es un error aplicar un programa antiplagio centrado en trabajos de estudiante a un artículo científico porque la focalidad de la búsqueda no es la misma y por tanto las tasas de captación de plagio diferirán de forma significativa.

‘Comunicar’ tiene publicada una sección dedicada al ‘Antiplagio’ Con más de 10 aplicaciones activas en Internet (www.grupocomunicar.com/index.php?contenido=antiplagio), algunas de ellas totalmente gratuitas pero con escasas prestaciones y otras (la mayoría) de pago y profesionales. CrossCheck (de CrossRef) es uno de los productos de mayor calidad para la detección de plagio en artículos científicos.

Finalmente, es muy importante saber interpretar las tasas de plagio para valorar un trabajo, ya que el porcentaje absoluto solo tiene un valor relativo al tener que tener presente muchos factores colaterales como el tipo de citación, las fuentes explícitas, el epígrafe donde se copia, las tasas por fuentes… En suma, un mundo que se debe conocer para que realmente la ciencia que se publique en las mejores revistas (también en las demás) responda a los criterios de novedad, original y que, en definitiva, genere el impacto deseado.

Ética: La brújula de toda revista

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-004

Las revistas científicas se han convertido en los últimos años en los “porteros de la ciencia”. Todo trabajo que quiera tener una alta visibilidad y reconocimiento por la comunidad académica ha de ser publicado en una revista de reconocido prestigio internacional. Todo el mundo en la academia, por ello, desde los doctorandos hasta los catedráticos más afamados, quieren y necesitan publicar en revistas de alto nivel para dar crédito y reconocimiento a sus trabajos y también, por qué no decirlo, para sus acreditaciones y promociones profesionales. Esto genera una exigente competitividad no exenta de tensiones. Los investigadores se evalúan por sus publicaciones, pero también los editores y sus revistas por los trabajos que publican y su capacidad de impacto (esto es, originalidad, novedad…) en la comunidad.

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ESCI/Comunicar: La caja negra ya transparente

https://doi.org/10.3916/club-de-editores-002

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Los editores de revistas científicas son quizás la parcela de investigación más fiscalizada y revisada. Hoy día el valor de una revista científica se mide por el número de indexadores que la contemplen y el prestigio de éstos, así como el ránking de posicionamiento que la cabecera sea capaz de alcanzar en los parámetros de evaluación. Poco a poco se ha ido clarificando el panorama de indexadores internacionales, al menos en las Ciencias Sociales, donde la dispersión, la variabilidad y por qué no decirlo, el desconocimiento de la comunidad científica era más que evidente. En Ciencias como Química, Física o Medicina el predominio del JCR (Journal Citation Reports) desde los años ochenta del siglo XX era palpable y el papel de Scopus ha sido siempre secundario, si bien en constante crecimiento, especialmente en otros contextos como Latinoamérica donde este portal es referente incluso en ciencias exactas.

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