Lo que no se evalúa, se devalúa, manteniéndonos ignorantes de nuestros errores comunes y lo que es peor, de nuestros aciertos cotidianos. Las métricas científicas no son sino una aproximación a diferentes elementos que permiten conocer y evaluar mejor la actividad de cada trabajo que publica una revista, así como de la revista en conjunto.
Quizás las métricas más conocidas son las de impacto (Factor de Impacto, Scimago Journal Rank, Índice H, etc.). Estas métricas permiten posicionar a las revistas en el contexto geográfico y temático y sin los criterios usados habitualmente para valorar la calidad de estas y de los artículos publicados en ellas. Sin embargo, la riqueza de las métricas en las revistas es mucho mayor, visibilizan otras dimensiones como son los tiempos de procesamiento del sistema (tiempos de revisión, edición, aceptación…), las visitas generales de cada elemento de la página, las descargas, la repercusión en redes sociales y plataformas externas (altimétricas), la colaboración, etc. Todo ello permite generar un cuadro de mandos con una información extraordinaria para tomar decisiones por parte de los responsables de las revistas.
Una sana práctica por parte de la revista es publicar anualmente estadísticas de los diferentes indicadores que la revista gestiona, cuyo histórico muestra la evolución de la revista. Sin embargo, esta práctica es poco frecuente. Quizás porque buena parte de los indicadores de la revista reflejan no sólo el interés de los artículos sino el desinterés de sus editores por profesionalizar la revista, buena prueba de ello es la ausencia de esta sección. Las métricas son información, que debe ser contextualizada y adaptada, no son una meta en sí, no hay que adorarlas, son un elemento fundamental para la retroalimentación de la actividad científica. Por supuesto, el que desprecia este tipo de información está condenado a mantener dinámicas estériles, políticas que responden principalmente a prejuicios, pero, sobre todo, es una característica de un mal editor, un editor con miedo o indiferencia hacia las repercusiones de sus acciones, un visionario sin visión.