Una de las alternativas para hacer frente a la proliferación de fake news es el fact-checking, la actividad centrada en el contraste de los hechos, los datos y las declaraciones.
El fact-checking contempla un trabajo con datos abiertos, de modo que el público pueda asumir un rol de verificador de los hechos, y al mismo tiempo sea más crítico frente a la información publicada en medios, redes sociales y plataformas digitales.
En este contexto, a nivel mundial han surgido proyectos para desarrollar fact-checking en diferentes países. Esta actividad se ha convertido en un ejercicio, más que común, necesario, no solo en las salas de redacción de los medios de comunicación, sino también en universidades, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil interesadas en mejorar la calidad del debate público.
Incluso las grandes corporaciones como Google y Facebook, también han fijado su atención en procesos de fact-checking, ante la preocupación por la proliferación de fake news a través de sus plataformas.
Algunas iniciativas latinoamericanas son: Chequeado, de Argentina, que fue la primera de la región que se propuso verificar los hechos y los datos; en México, está Animal Político, una publicación digital forjada por periodistas, que desde el 2015 lidera el proyecto: El Sabueso, enfocado en la verificación de datos en la vigilancia del debate público.
En Brasil está La Lupa, la primera agencia especializada en fact checking en ese país. En Colombia realiza fact-checking Colombiacheck, y Ecuador Chequea, en Ecuador.
A estas organizaciones se suman otras decenas, no solo de Latinoamérica, sino de países como: Alemania, Brasil, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Reino Unido, República Checa, Suecia, Sudáfrica, Turquía y otros que forman parte de la International Fact-Checking Network (IFCN), una unidad del Poynter Institute que reúne a todos los fact-checkers del mundo y actualmente alberga a 59 signatarios.